lunes, diciembre 2

“Llegamos las negras y nadie nos para”: Reflexiones desde el feminismo negro decolonial

Fotografía by Angel de Manuel

Hace algunos días, buscando información sobre segregación racial, me encontré un texto titulado, “Rituales racistas en las escuelas: “la letra con sangre entra””, tejido con fragmentos de historias de vida de indígenas de la sierra ecuatoriana, que fueron a la escuela en la década de los noventa. En el contexto de la discusión sobre el papel de la escuela en la construcción de la identidad nacional mestiza y del “indio-otro inferiorizado”, se encuentra el fragmento de una entrevista a un Joven indígena que relata el racismo cotidiano del cual era victima en la escuela.

Al leer esta frase, “Todos los niños indígenas creo que instintivamente buscábamos un rincón donde no nos puedan ver, donde no nos puedan lastimar” (de la Torre, 1997, p. 116), no pude evitar sentir un nudo en la garganta y llorar. ¿Por qué? Leer esto, inmediatamente me llevo a varios episodios de mi infancia y de mi vida en general.  Y me pregunte, por la búsqueda eterna, de ese “rincón donde no nos puedan ver”. ¿Hasta cuando?



En los tiempos de lo políticamente correcto, parece que hablar de racismo y de machismo fuese en pecado, hablamos de la superación de la pobreza, de las injusticias del capital y la globalización, de las culturas milenarias y de vestigios arqueológicos, todo muy relevante y seguro con muy buenas intenciones. Pero, y aquel rincón, donde los llamados negros, indígenas, mujeres, niños, etc, nos hemos escondido por siglos, ese lugarcito, donde hemos guardado miedo y vergüenza, donde guardamos, nuestras voces, nuestros sueños, nuestras historias, donde quedo la memoria.

Hablo desde el sentimiento de la mujer negra. También tengo mi rinconcito, a veces pesa, a veces duele, a veces me llena de orgullo. No es fácil hablar de racismo y de machismo y partir de la experiencia propia, para darle sentido a estas prácticas que condenan nuestros cuerpos y mentes. Pero definitivamente, es necesario, para transformar esa condena, en fuerza liberadora, así como, tejer las hebras de las distintas formas de dominación/exclusión/expropiación, que pasan por todas las escalas de la vida social, económica, política y cultural.

Comparto con María Lugones, la idea de la histórica indiferencia, hacia “las violencias que sistemáticamente se infringen sobre las mujeres de color” (Lugones, 2004, p. 57), indiferencia que se nutre de las relaciones cotidianas y de las experiencias subjetivas, así como de la dominación racista y patriarcal, que tiene lugar en el contexto del Estado-nación y del capitalismo global. Sin embargo, lo interesante de esta postura, es analizar el movimiento de estas prácticas en diversas escalas, a partir de la configuración del racismo y del machismo como relaciones sociales, enraizadas en el conjunto de las estructuras e instituciones sociales.

Parto de la idea, que la politización de las mujeres de color, negras, afrodecendientes, pone en vilo la separación categorial entre género, raza, clase y sexualidad . Ya que el surgimiento de la sujeta política negra/afrodescendiente, revela la indiferencia histórica anteriormente planteada, así como el entrecruzamiento de distintas formas de dominación/opresión ligadas a estas categorías, que de ser analizadas de forma separada, no permiten la comprensión del lugar de la mujer negra/afrodescendiente en el entramado de las relaciones de poder.

Hablar y escribir, desde aquí, implica asumir un postura ético/política, que entrelaza un compromiso con distintas luchas y momentos históricos. Una lucha que implica el reconocimiento de estas formas de dominación/opresión sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, sobre nuestro ser y nuestra existencia. Implica un análisis real y serio, teórico/práctico y de método. Hombre/mujer, blanco/negro, construcciones categoriales, binarias y jerárquicas, que invisibilizan y homogenizan las diferencias latentes que coexisten al interior de las categorías.

Fanon, planteo en la pagina 8 de su obra, “Piel negra, mascaras blancas”:

 “De por doquier me asaltan e intentan imponérseme decenas y centenas de páginas. Sin embargo, una sola línea bastaría. Una sola respuesta y el problema del negro se despoja de su aspecto serio. 

¿Qué quiere el hombre?

¿Qué quiere el hombre negro?

Si yo quisiese ganarme a pulso el resentimiento de mis hermanos de color, yo diría que el negro no es un hombre.

Hay una zona de no-ser, una región extraordinariamente estéril y árida, una cuesta esencialmente calva, a cuyo término puede nacer un auténtico surgimiento.” (Fanon, 1973, p. 8)

Y más adelante afirma, “El negro es un hombre negro: es decir, que al calor de una serie de aberraciones afectivas, se ha instalado en el interior el universo del que bueno será hacerle salir” (Fanon, 1973, p. 8)

De la cita, me llama la atención dos aspectos principalmente, por un lado la afirmación de “que el negro no es un hombre”, y por otro lado, que el negro en tanto hombre, se encuentra en un universo que no le es propio, por lo que sería “bueno hacerle salir”.

En mi interpretación, del texto, considero que Fanon, ubica lo que él considera el hombre negro, en una dialéctica entre la negación y la afirmación, negación que pasa por eso que el llama la “zona de no-ser” y por ese universo creado por el hombre blanco, en el que el hombre negro debe blanquearse, ¿para ser hombre?.

Afirmación, en tanto, establece un surgimiento, en la “zona de no-ser”, es decir en ese mundo donde se le negó la existencia misma al hombre negro, y en donde podría nacer la semilla para la “nueva humanidad”.

En este sentido y según mi interpretación, el blanqueamiento del hombre negro, implica per sé su realización existencial como hombre,  es decir como “macho, blanco, burgués, heterosexual” (Lugones, 2004, p. 61), así, argumento que, la crítica  de Fanon al blanqueamiento de la raza negra y la configuración de las máscara blancas, en el espacio del “no-ser”, así como la metáfora del velo y la doble conciencia de Dubois, a través de la cual plantea que el negro siempre tiene la sensación de “mirarse a sí mismo a través de los ojos de los demás”, de “medir el alma de uno por la cinta de un mundo que lo mira con desprecio y compasión divertida” (W.E.B, 1903); están inmersas en una perspectiva que no solamente incluye la cuestión racial, sino que el blanqueamiento y la doble conciencia entrelazan la construcción colonial del hombre blanco.

Ahora bien, tanto Fanon, como Dubois, se posicionan desde la construcción del “hombre negro”, lo que viene hacer criticado desde el feminismo de mujeres de color de los estados unidos y de los movimientos feministas negros que surgen en América Latina y otras partes del mundo. Así argumentan que, “las categorías han sido entendidas como homogéneas y que seleccionan al dominante, en el grupo, como su norma; por la tanto, mujer selecciona como norma a las hembras burguesas blancas heterosexuales, hombre selecciona a los machos burgueses blancos heterosexuales, negro selecciona a machos heterosexuales negros y así sucesivamente. Dada la  construcción de las categorías, la intersección interpreta erróneamente a las mujeres de color. En la intersección entre “mujer” y “negro” hay una ausencia donde debería estar la mujer negra precisamente porque “ni mujer” “ni negro” la incluyen.” (Lugones, 2004, p. 61).



Ahora, quisiera volver al rincón, donde históricamente las mujeres negras/afrodescendientes nos hemos escondido y resguardado, han sido tiempos de silenciamento, de lucha y de rebeldía, poco a poco hemos venido rompiendo ese rincón y ahora de manera alegre y con mucha fuerza liberadora, estamos saliendo de él. Ha sido y es, una lucha compleja, pero hemos generado rupturas en muchos espacios, desde los familiares hasta los más amplios, esta es una discusión y una práctica en construcción. Aquí estamos las mujeres negras de ayer y de hoy, buscando nuestra memoria y escribiendo nuestra historia.

Las palabras

El parto

Quisiera hacer oír mi voz

Pero no puedo.

Hablar, escribir y parir

Las mujeres que hablamos

Que escribimos y parimos.

Se apoderan de nuestras letras

Silencian nuestras historias

Silencian nuestro cuerpo.

Llego la hora del parto

Silencian mi voz

Y mi cuerpo

Debo callar

Pero quiero gritar

Recuerdo aquel poema

“Rotundamente negra”

y me dan más ganas de gritar

Pero sigo siendo negra

Y quiero escribir

Quiero parir

Quiero amar

Quiero soñar

Ashé. 

Bibliografía

Lugones, M. (2004). Colonialidad y Género. En Y. Espinosa Miñoso, D. Gómez Correal, & K. Ochoa Muñoz, Tejiendo de otro modo: Feminismo, epistemología y apuestas decoloniales en Abya Yala (págs. 57-73). Popayan: Universidad del Cauca.

W.E.B, D. (1903). The Souls of black folk: Essays and sketches. Chicago.

De la Torre, C. (1997). Rituales racistas en las escuelas: «La letra con sangre entra». ÍCONOS , 114-129.

Fanon, F. (1973). Piel negra, máscaras blancas. Buenos Aires: Editorial ABRAXAS.


Natalia Mosquera García

Colombiana
Trabajadora Social
Actualmente cursando maestría en estudios urbanos en FLACSO-Ecuador.


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8 comentarios

  • ROSA MYRIAN RACINES CAMACHO

    Interesante aporte para el análisis de las categorías mujer, negra, étnica, pobre, sin escolaridad, en la que al hacer profundidad en ellas nos encontramos con muchas variables que en ocasiones es difícil conjugar esta interseccionalidad.

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