martes, noviembre 19

Maya vive y siempre vivirá

Ilustración de Jeffrey Smith

Hablar sobre Maya Angelou supone uno de los mayores retos para cualquier escritor amateur. Maya, activista de los derechos civiles, escritora, cantante, prostituta, guionista, bailarina, directora de cine, madre, actriz, mujer, negra. Inmensa.  Como encerrar entre letras, la grandiosidad de la huella indeleble, que dejó tras de sí. Con suma modestia tejo estas palabras, haciendo una oda minúscula a su obra y toda una trayectoria, que ha parido en el proceso generaciones embelesados a la potencia de sus poesías. La primera vez que escuché uno de sus poemas hablados, no pude evitar que las lágrimas salieran insumisas; su voz potente silenció todo sonido ambiente, y volví a convertirme en la niña negra consciente de su negritud, deseando desaparecer, como la tierra fría y húmeda desaparece bajo los pies descalzos. Es el poder de sus palabras. Suave, potente, libertaria, desgarradora.                           

Su vida ha sido de gran inspiración para toda la comunidad afrodescendiente. Un cuatro de abril de 1928 llegó al mundo bajo el nombre de Marguerite Annie Johnson, en San Louis, Missouri. Tuvo una infancia difícil, plagada de abusos y abandonos. Con siete años, y de la mano de una experiencia traumática estuvo casi cuatro años sin emitir palabra alguna, hasta que la poesía entró en su vida y ya no volvería a callar. Tenía mucho de lo que hablar. Maya fue una gran precursora y activista infatigable de los derechos civiles y raciales.  Impulsó grandes proyectos y marchó de la mano de Martin Luther King, Malcolm X, James Baldwin. ‘’Si realmente tienes algo por lo que protestar, deberías estar en las calles’’. Maya luchó contra el racismo y por sus ideales a pie de calle, con la voz, con los guiones para teatro y letras de música, con su metro ochenta de rabia y cansancio por tanta discriminación. De una de sus grandes obras cumbres ‘’ Yo se porque canta el pájaro enjaulado’’ rescato el fragmento: (…) Cuando la situación era muy mala, su alma se limitaba a meterse detrás de su corazón, acurrucarse y quedarse dormida. Lo escribió en 1969 mirándome a los ojos, sin pestañear.   



Sus letras sencillas y profundas, el trazo con que el que dibujaba el dolor, la búsqueda, la ira, el perdón, toda la emoción que podía transmitir con una frase, fue uno de los detonantes para que eligiera el camino de las letras, y estoy segura el de muches también. Porque una vez que su poesía te atrapaba, no había vuelta atrás. No me gusta hablar de su muerte, porque las grandes nunca mueren. Maya sigue viva en nuestras luchas actuales, en todos los pensamientos que cada persona, sea de donde sea, lleva imparable para hacer el cambio. Maya vive en las esperanzas de todos los negros y descendientes que seguimos rindiéndonos a la generosidad de su don. Maya Angelou sigue viva, y mientras haya un pájaro enjaulado cantando temeroso, siempre vivirá.

EL PÁJARO ENJAULADO. Maya Angelou

El pájaro libre salta
al lomo del viento
y flota viento abajo
hasta que cesa la corriente;
moja sus alas
en el naranja de los rayos de sol
y osa reclamar el cielo.

Pero un pájaro que acecha
en su jaula angosta
apenas puede ver tras
las rejas de rabia
sus alas están contraídas y
sus pies atados luego,
abre la garganta para cantar.

El pájaro enjaulado canta
un temeroso trino
sobre algo desconocido
más ansiado aún
y desde la lejana colina
se escucha la melodía
pues el pájaro enjaulado
canta a la libertad.

El pájaro libre imagina otra brisa
y tenues vientos alisios
entre árboles anhelantes
y los gruesos gusanos que aguardan
en el pasto iluminado de alba
y designa al cielo como suyo.

Pero un pájaro enjaulado permanece
inmóvil sobre la tumba de los sueños
grita su sombra en el clamor de una pesadilla
sus alas están contraídas y sus pies atados luego,
abre la garganta para cantar.

El pájaro enjaulado canta
un temeroso trino
sobre algo desconocido
más ansiado aún
y desde la lejana colina
se escucha la melodía
pues el pájaro enjaulado
canta a la libertad.

Dayana Catá

‌Educadora especial y escritora. Ante todo humana, negra, cubana, mujer y activista. Todo en ese orden y con el mismo grado de intensidad.



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