jueves, noviembre 7

El canon de la belleza afro

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¿Nunca os habéis encontrado en la situación en las que os cuentan una historia que empieza o termina: era rubio, ojos azules, el hombre perfecto…?

O la frase esta que escuchaba mucho de niña en Cuba: “se cree que es blanca” o “no te hagas la blanca”. Son frases vulgares, si, pero repletas de significado. Parecerse a una chica blanca te daba un plus de belleza. ¿De dónde sale esto?

La primera vez que se habló de Estética, la disciplina filosófica que habla de La Belleza, fue en Alemania en el sglo XVlll, en voz de Baumgarten. Sin embargo desde mucho antes ya se discutía qué era lo bello y por qué algo podría considerarse como tal. Lo bello en definitiva ha tenido muchas caras a lo largo de la historia: lo bello natural, lo bello ético, lo bello iconoclasta. Siempre dejando ver qué era lo más importante para el ser humano en ese momento, cuál era su prioridad, cuáles eran los valores fundamentales que servirían de prismas para otorgar “el don” de la belleza.



Por ejemplo en Latinoamérica en los años 20’ y 30’ los artistas miraron a Europa, pero le imprimieron matices de identidad a todo lo que se hacía. Es decir el arte era bello en cuanto reflejase valores de pertenencia. Una pintura dónde se viese una casa de un campesino, rodeado de palmeras y color ya se consideraba bella. Eso si desde las concepciones europeas. Algo similar pasó en el caso de la música. El pianista Ernesto Lecuona de formación muy tradicional se consideró vanguardia cuando comenzó a incluir sonoridades rítmicas, muy cubanas, dentro de lo que hasta ese momento se tenía por música clásica europea. Por lo tanto, lo bello se ha posicionado primero que todo, desde los centros de poder, desde la imitación de las modas europeas, de dónde se suponía que venía todo lo civilizado. Y llegado aquí, no perdamos de vista dónde estábamos los negros en esa época. Qué lugar ocupábamos en la sociedad.

El mundo se fue organizando al margen nuestro. Y más aún, diría que se ha escrito una historia sin tenernos en cuenta. Recomiendo el discurso de Chimamanda Adichie que habla precisamente sobre el peligro de esta historia única.

De esta manera, cuando vemos películas viejas norteamericanas, clásicos del cine y que se supone: TODOS LOS TENEMOS QUE TENER VISTO para que se nos considere medianamente informados, pues si os fijáis, en esos grandes clásicos, tan valorados, tan brillantes, tan revolucionarios, los negros no existen o son sirvientes si nos apura.

Escuchas los comentaristas en sus descripciones que Grace Kelly, Audrey Hepburn o Rita Hayworth están consideradas las mujeres más bellas del mundo y tengo la sensación que nunca voy a llegar. Y me pregunto una y otra vez dónde encaja mi belleza en estos mitos.



Lo bello, como ya podéis ver, tiene sobre todo que ver con lo visual. La belleza es un estado de eterna comparación, de acercamiento a un modelo, a aquellos mitos fabricados por el arte o los propios medios de comunicación. Pero también tiene mucha relación con el poder económico. Y eso explica que Marylin Monroe se haya convertido en un modelo indiscutible a seguir cuando ser buena actriz no era lo suyo y su vida no es precisamente ejemplo de nada.

No es mi intención extenderme en la historia. Eso si, lo que sí me gustaría dejar claro es que la mayoría de lo que se ha escrito, se ha hecho por hombres y blancos. Y esta es una de las causas por las que, por ejemplo, desde el feminismo se está revisando la historia. Porque lo que nos enseñaron qué era humanismo, el siglo de las luces, el hombre ético tomando consciencia de sus derechos, pues resulta que la mujer no estaba contemplada dentro de ese espíritu ilustrado. Es una pena que no tenga las frases exactas de pensadores de la época que demuestran esto. Lo único que si os puedo asegurar es que existen.

Y siguiendo con mi reflexión, es exactamente lo que ocurre con nosotros los negros. Y me tomo la licencia de hablar en general sabiendo que entre nosotros hay grandes y marcadas diferencias entre sí. Pero no hay que negar que haya conflictos comunes como el tema de la belleza. Nuestra belleza no encaja porque no está incluida. Por eso cuando comenzaron a aparecer los bellezones afro, no fueron tales afro. Fueron sencillamente mujeres negras imitando a mujeres blancas. Dígase Beyoncé, Iman, Naomi Campbell, Rihanna, Winnie Houston y una larga lista. Lo curioso es que cuando Beyoncé por ejemplo fue a Cuba recientemente, la imagen que llevó era de mujer afro total sin embargo cuando toca actuar para todos ya volvemos a la negación de lo afro.

Lo único que pido es ser consecuente. Y no me considero una persona fundamentalista. Estoy muy a favor de que la gente sea libre y escoja cómo llevar su pelo como estime conveniente. Pero si nosotros mismos, ahora que estamos el sitio que nos corresponde no hacemos nada por fomentar los valores estéticos afro, ¿quién lo va a hacer?

Diría que lo que aprendes en la universidad tiene que servirte ante todo para tí mismo. La mayoría de las veces estudiamos porque nos gusta y creemos que tendremos un nivel de vida mejor, un salario mejor y en muchos casos también porque da satisfacción.

Pero lo que si no creo es que todas las personas que han estudiado hayan pensado que esto que han aprendido también sirve para que nuestros propios conflictos personales desaparezcan. El conocimiento debería siempre ser aplicado a la vida, a nuestra vida. Porque sino qué sentido tiene haber estudiado a Kant, Hegels o Platón si sus enseñanzas no las puedo aplicar a mi propia vida.

Estamos como divididos: una cara íntima y otra social. La íntima era en mi caso una faceta de la que no se hablaba, ni siquiera cuestionaba. Se suponía que una cosa era lo que daba en clases y otra mis asuntos personales. Pero ¿la filosofía no habla de la vida? ¿del conocimiento?, ¿de lo que nos preocupa? Dónde estaban mis problemas, los que afectaban mi ser  entre todo ese enjambre de conocimientos y pensadores, frases célebres y debates? ¿Dónde estaba yo y mis preocupaciones ante todo esto que me era dado?

El principio de todo filósofo es la pregunta. Y ahora, con casi 40 años me pregunto: dónde estaba escondida todo este tiempo como para que nunca me hubiese preguntado: por qué el rubio de ojos azules era el hombre perfecto o mis amiguitas jugaban a ser blancas. ¿Por qué nunca discutí esto en la universidad?

El conocimiento creía yo que venía siempre desde lo racional. Pero no. Ahora entiendo que tenemos que ser parte para que aflore con naturalidad dicho conocimiento. Básicamente porque para sentar cátedra de algo hay que entender de lo que se habla.

Si a un maestro o maestra negra se le ocurriese como actividad extra mostrar algo de historia del arte contemporánea del mundo afro, si a un químico o química negro o negra se diese cuenta que sus conocimientos le pueden servir para crear productos que nos sirvan a nuestro pelo, si un periodista, si un funcionario, un informático, un artista…. Y así una larga lista pusiera su conocimiento a disposición del conocimiento general del mundo afro tendríamos más presencia. ¿Por qué tenemos que esperar a que las cosas no sean dadas? Y es lo que nos ha pasado. Asumimos una historia del arte en la que no existimos, una escala de valores también prestados y por supuesto un patrón de belleza en la que tampoco estamos contemplados.

Nos hemos acostumbrado a vivir excluidos. Y cuando entro al Mercadona y veo un producto llamado “pack afro” toca celebrar algo tan obvio como que tenía que haber estado allí hace mucho tiempo. A esto le llamo esperar a que nos sean dadas las cosas.
Sueño con el día en el que la mujer negra que anuncia las noticias no tenga que alisarse el pelo, en el que dejemos de ser la “nota de color”, pero sobre todo espero el gran momento en el que ya no haga falta hacer, reflexiones como estas.


Antoinette T. Soler

Directora y creadora de Afroféminas

Y quien os responde en forma de «periódico» en el IG cuando el debate se pone bueno 😅

Licenciada en Filosofía por la Universidad de La Habana. Consultora especializada en género y raza. Máster en comunicación de empresas por la Universidad de Zaragoza.


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11 comentarios

  • Toñi

    «Asumimos una historia del arte en la que no existimos, una escala de valores también prestados y por supuesto un patrón de belleza en la que tampoco estamos contemplados».
    Da para pensar, la verdad… Gracias!
    Os leo hace tiempo y a pesar de no estar de acuerdo en todos los puntos me parece que hacéis un trabajo increíble de visibilización y sobre todo de concienciación que nos ayuda a todos los afrodescendientes a cuestionarnos cosas que dábamos por hechas o que simplemente no teníamos con quien discutir, como es mi caso.

    • Completamente de acuerdo contigo, yo también soy cubana y esas frases son comunes y lo peor es que nadie se da cuenta de la enorme connotación racista que tienen. LA más odiada por mí es la del vientre sucio, si una mujer en una pareja interracial tiene un niño negro se dice que la mujer tiene el vientre sucio, o sea, ser negro es lo mismo que estar sucio. Es horrible, y lamentablemente son frases que oímos en Cuba todos los días.

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