
La reciente campaña del Día de la Madre de Falabella en Chile ha desatado una agria polémica que expone el racismo profundamente arraigado en la sociedad chilena. La simple participación de una modelo afrodescendiente en la campaña publicitaria fue recibida con un aluvión de comentarios abiertamente racistas en redes sociales, mostrando a las claros el largo camino que queda por recorrer en el país andino.
Comentarios como “Esta publicación no nos representa. En Chile las mujeres no nos vemos así, no somos negras, afrodescendientes ni zambas” reflejan una visión excluyente y discriminatoria que niega la diversidad étnica presente en el país. Estas reacciones no solo son ofensivas, sino que también perpetúan estereotipos dañinos y excluyen a comunidades enteras de la narrativa nacional.
En la sección de comentarios de la foto de Instagram recibió críticas racistas durísimas, lo que llevó a la empresa a limitar los mensajes de la publicación.
Este incidente no ha sido el único para la empresa. En 2014, la filial peruana de Falabella enfrentó críticas por un catálogo navideño que mostraba exclusivamente a niñas rubias y de tez blanca, lo que llevó al retiro de la campaña y a una disculpa pública por no reflejar adecuadamente la diversidad del país.
En Chile, la invisibilización de las personas afrodescendientes está muy arraigada. A pesar de que en 2019 se promulgó la Ley 21.151, reconociendo a los afrodescendientes como pueblo tribal, su presencia sigue siendo marginalizada. El censo de 2017 permitió por primera vez la autoidentificación como afrodescendiente, pero solo 9.919 personas se identificaron como tal, lo que representa el 0,06% de la población nacional. Sin embargo, este número no refleja la realidad, ya que muchas personas no se autoidentifican debido a la falta de reconocimiento y representación en la sociedad chilena.
La negación del mestizaje y la presencia afrodescendiente en Chile es parte de un racismo oculto que permea las estructuras sociales y culturales del país. Este racismo se manifiesta en la falta de representación en los medios, la educación y las políticas públicas, y en la perpetuación de estereotipos que asocian la negritud con la extranjería o la marginalidad.
La reacción que generó la campaña de Falabella es una señal para enfrentar y erradicar el racismo en Chile. Es hora de que el país abrace su diversidad y reconozca la riqueza que aportan todas sus comunidades.
Redacción Afroféminas

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