sábado, diciembre 21

Racismo sutil II: «tu hija no se parece a vos»

En Buenos Aires, las miradas que hablan a veces se materializan en palabras. En algunos, los filtros del racismo se caen más rápido. Quizá sea una tendencia mundial en las grandes ciudades: aquí los mundos íntimos e individuales se volvieron tan débiles que muchos buscan fortalecerse con las supuestas debilidades del otro.

Ya les conté en el post anterior de la pesadilla que sufre mi hija Evangelina a diario por su pelo afro. La pesadilla está encauzada: «El pelo no se toca», ya es regla fuera de casa. Corre también el «Te tocamos el pelo si le tocás las motas sin permiso» para los más irrespetuosos. Les devolvemos el gesto.

Pero siempre hay un nuevo episodio que te pone en guardia. Vamos por el episodio II de racismo sútil.

El fin de semana pasado volvíamos con Eva muy tranquilas en el colectivo y de la nada, una chica con maletas invadió: «¡¡¡¡qué linda nena!!! No se parece nada a vos. Debe ser igual al papá…»Decime, vos que estás leyendo este texto, ¿cómo seguís frente a tanta irreverencia?

Yo respondí lapidaria: «Se parece al papá y a mí. Es afroargentina». La mujer de las maletas siguió… «¿Pero dónde está el papá?»… Estuve por responderle ´Y a vos qué te importa¨ -la próxima lo hago- pero apelé al «Plan Motas» y contraataqué: «Está en Africa. ¿Y vos? ¿Tenés familia?»

La mujer de las maletas empezó a callarse. Su verborragia inicial se transformó en palabras sueltas. Confesó que había tenido dos hijos con una persona de etnia gitana que finalmente se había casado con otra mujer y que ahora ella veía a sus niños una vez por semana porque estaban con él. Y se silenció.

«Uh, qué historia la tuya…», acoté.

Ya cerca de la parada, nos despedimos. A punto de tocar el timbre para bajar, se nos puso a hablar otra mujer. Me contó amorosamente que estaba en Buenos Aires desde hacía cinco años por trabajo, que era de Rio de Janeiro y que mi hija le hacía acordar a su nieta. Que la veía una vez por año. Se emocionó al abrirse. Me hizo emocionar también.

Dos mujeres. Dos puntos de vista en poco tiempo en un mismo lugar.

Nos bajamos del colectivo hablando con mi hija de Brasil. Del alma afro que es su alma.

Me quedé pensando en la necesidad de algunas personas de invadir y no respetar la diferencia. De mirar la paja en el ojo ajeno sin preguntarse qué pasa con la viga en el propio.

Hoy lo nuestro con Eva es devolver la pelota y que pique en donde tiene que picar. Me propuse para la próxima ser más directa sin levantar la voz. Diré: «lo que estás haciendo es racismo sútil» y continuaré la marcha.


Valeria López

Mamá de Evangelina. Periodista y productora de TV. Creadora de los blogs Mamás Solteras Actívense y Mamá Ultimo Momento. Escribe «El Diario de Eva» en el sitio digital tn.com.ar


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2 comentarios

  • Susana

    Somos familia multirracial: blanco, negra, mestizos. Dos de mis hijos son mas oscuros (siendo bastante claros), otros es muy blanca. En España, cuando voy con la que es mas clara, creen que soy la niñera, cuando mi marido va con los mas oscuros creen que son adoptados. En USA no se cuestiona nada y somos una familia “normal”. Racismo sutil? Falta de costumbre?

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