sábado, diciembre 21

¿Afroespañolas o negras?


A raíz de releer el texto sobre negritud y» afrovenezonalidad» inicié un debate interno del que extraigo como producto resumido (no quiero aburrir a nadie…) este texto.

Lo cierto es que para mí el término afroespañola es muy nuevo. Toda la vida he sido negra y eso que tengo una madre blanca. Es más, incluso para ella, he sido negra en un país que, hasta hace no mucho, no aceptaba los términos medios. Recuerdo que cuando era pequeña, directamente, decía que era de Guinea Ecuatorial cuando soy de Madrid porque me sentía así (pese a que nunca había visitado el lugar que vio nacer a mi padre). Por otro lado, de esa manera, acababa antes y evitaba tener que dar explicaciones a gente que, aunque escuchara mi acento, profundamente, castizo, no podía entender que «alguien como yo» no viniera de un rincón del planeta lejano.

Pero mi autodefinición ha ido cambiando con el tiempo… y el espacio.

Tras escuchar en diferentes lugares de África y Caribe (Jamaica o Haití, por ejemplo) que se referían a mí como blanca (hasta me han llegado a llamar china…) acabé por asumir que incluso uno de los aspectos que consideraba más evidentes de mi identidad era cuestionable en función del contexto. De ahí, que decidiera no ningunear a mi madre, ni su herencia genética que me convierte en mestiza.



En lo que respecta a mi afroespañolidad, quizá, no sea el término adecuado si me pongo purista. África es enorme, inconmensurable, con más de 5 decenas de naciones, es  mucho más rica en diversidad cultural de lo que, normalmente, nos transmiten en Europa. Y no seré yo quien la acote o la limite. Más bien, soy hispanoecuatoguineana, ecuatoguineanahispana o guineoecuatorianaespañola, qué sé yo… Tampoco España, acaba de representarme, quizá más Madrid o Alcorcón porque, más que nacionalista, soy «barrionalista».

Mi sitio son los recuerdos: de mi panadero, del lugar en el que jugué, del bar de siempre, de mi portal, de mi casa,de la primera imagen que vi de Guinea o de mi tía Cecilia que vive en Niefang… De esta forma soy fiel a mi ser poliédrico, no niego ni una sola de mis raíces y no le doy la razón a aquellos que, obstinadamente, se empeñan en preguntarme mil veces de dónde soy y situarme fuera de sus fronteras por ser demasiado oscura o demasiado clara. Negar cualquiera de mis orígenes significaría darles la razón. Implicaría aceptar sin rechistar el sempiterno «vete a tu país» que tantas veces he escuchado. Además, siento que soy de los dos sitios, procuro ver las cosas con la amplitud que me granjea el pertenecer a dos mundos y  afirmo con la misma naturalidad que soy  de la tribu nzomo, y que considero mis familiares a cada uno de sus miembros (a pesar de que en Europa sea tan difícil entender que alguien que no sea tu primo segundo, o tercero, a más alargar, sea tu pariente) o que un pedazo de mi ser parte de un pequeño pueblo de Segovia.

Sin embargo, mi búsqueda no acaba en mí, por eso, he querido preguntar a algunas de las personas de mi entorno … Tras leerlas confirmo mis sospechas: la identidad es algo personal e intransferible. No por, supuestamente, beber de las mismas fuentes, tenemos que asumir, sentir que somos lo mismo. Todas las opciones son válidas, aunque discrepemos, porque son nuestras y parten de nuestra experiencia, de nuestras vivencias. Cada uno es libre de definir su propio yo y… las etiquetas, incluso las que nos autoimponemos, son mutables y cambiantes.



Mi mayor aprendizaje vital ha sido lograr desdecirme sin que eso me genere traumas. Soy producto de lo que pensé en el pasado y estoy preparando lo que seré en el futuro. En realidad, no soy sino que estoy siendo todo el rato.

Lisboa. Berta Okenve:

Las definiciones tienen un gran papel a todos los niveles; nos ayudan a encasillar, catalogar, identificar… Pero por otro lado delimitan nuestra búsqueda.

No me considero «Afroespañola» puesto que tendría que definirme primero como africana, lo cual incluye un amplio rango de posibilidades: religiones, creencias, nacionalidades… Físicamente, mis rasgos, mi piel, mi pelo son africanos, pero mi mentalidad, creo, es algo diferente al «sentir» africano y quizás más próxima al «sentir» europeo.

Española es algo que soy por nacimiento, educación, experiencia e incluso por la manera que tengo de vivir. Puedo identificarme con este concepto, pero sé que la mayoría de los españoles no son capaces de verme igual a ellos hasta que no saco mi DNI de la cartera.

Negra, sí. Por color, por procedencia, por y con orgullo. Soy negra y además no me gusta que se utilicen muchos de los eufemismos que están tan en auge cuando se refieren a mi o a cualquiera de los míos.

No consigo definirme, soy todo y nada. Un crisol de culturas, me siento bien en mi propia piel y me alejo, todo lo que puedo, de los estereotipos. Trato de hacer el esfuerzo cotidiano que supone «conocer» a las personas, con sus similitudes y sus diferencias, sin que ninguno de estos adjetivos polaricen mi pensamiento. Hago lo mismo conmigo, conocerme y no definirme, para no delimitarme.

Londres. Noemí Ondó

No sabría definirme en un solo término a la hora de señalar mi identidad. La evolución en mi sentir, en mi percepción propia y en mi reconocimiento identitario bebe de diferentes fuentes… Antagónicas y poco delimitadas…

La negritud de Anta Diop me caló hondo cuando la estudié. La hice mía y la gritaba a voces. La interioricé y creí realmente que ser negra me definía y me hacía pertenecer… Ser.

Más tarde abracé el pensamiento «soyinkista» y, tal y como él propugnaba, no veía necesario gritar mi negritud… (El tigre no proclama su tigritud, salta sobre su presa y ataca) sino por medio de acciones y de hechos entender mi propia identidad, mi condición de persona (negra o afrodescendiente) y mostrarla sin más.

Muchas veces he comentado que «Identidades Asesinas» de Amin Maalouf, es una buena herramienta de trabajo a la hora de ejercitar el conocimiento propio, la pertenencia y el lugar que como personas individuales ocupamos en un grupo o grupos concretos.

Me quedo con la idea de que somos parte de infinitos grupúsculos. Somos todo y nada. Suena algo intangible e impreciso. Pero es mi sentir hoy… No me gusta encasillarme por motivo de etnia, igual que tampoco por otros motivos como el género, la edad, las creencias, que también conforman mi identidad.

Lo que si tengo claro, por ejemplo, es que no me gusta la acepción «mulato/a» por el origen semántico que conlleva y que aprendí no hace muchos años (mula= caballo de raza + burro, en evidente alusión a las razas blanca y negra como respectivos animales).

Así es que, termino concluyendo que sí, soy negra por mi color, española por mi lugar de nacimiento, afroeuropea por mi cultura y afrodescendiente por mi innegable origen africano (mi padre lo es). Soy todo, o nada. Me gusta adoptar términos incluyentes no excluyentes. Una sola característica no me define. Soy Noemí. Con ninguna otra etiqueta… O mejor dicho, con la suma de todas.

Barcelona. Laida Memba:

No me considero negra, soy negra, es obvio, ¡salta a la vista!

No me considero africana, soy ndowe de Guinea Ecuatorial. No sé qué significa ser africana.

He nacido y crecido en Barcelona en el seno de una familia Ndowe. Soy «boroy».

Nunca he tenido la necesidad de definir mi identidad como afro-algo, o reducir mi yo a una localización concreta.

Creo que soy muchas cosas a la vez y según el contexto o situación puedo sentirme más una cosa u otra.

Pero por mí misma….te diría eso, y sin un orden preestablecido, que soy de Barcelona, que soy Ndowe, que mis padres vinieron de Guinea y a partir de ahí te contaría mi vida.


Lucía Mbomío

Periodista 


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13 comentarios

  • Anna Ramos

    Hola ! Buenas tardes yo tengo una hija mezclada y no voy a permitir que nadie le falte al respeto .
    Porque todos somos seres humanos .

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