Hija del camino: un viaje identitario a través de las experiencias universales de la afrodescendencia

Las experiencias de vida de las personas afrodescendientes en el mundo son múltiples y muy distintas entre sí, pero aún siéndolo, encuentran elementos comunes y transversales que surgen de aquel permanente sentimiento de invisibilidad y no pertenencia. Sin tomar en cuenta las particularidades de cada grupo afrodescendiente existente, es probable que, paradójicamente, la construcción de nuestras identidades desde la alteridad sea aquello que nos identifica y nos unifica desde el dolor y la resistencia para darnos posibilidades de encontrar nuestra propia dicha.

Hija del Camino es una novela escrita por Lucía Mbomio que concentra en Sandra, su personaje principal, una serie de relatos que resuenan con la experiencia de muchas personas -pero sobre todo de muchas mujeres- afrodescendientes alrededor del mundo. En la novela, Lucía plantea un sinnúmero de dilemas, problemáticas, interrogantes y complejidades de una vida marcada por la necesidad de sentirse parte de algo, apelando a un sentimiento permanente que atraviesa las vidas de las personas afrodescendientes en un mundo en el que nos sentimos ajenos a nuestros propios territorios, extranjeros en nuestros propios países, rechazados y subyugados por nuestros cuerpos, y extraños en espacios que hemos habitado toda nuestra vida.

Es por eso, quizás, que es tan fácil vincularse con la historia de Sandra y navegar por sus historias con un sentimiento de familiaridad y de reconocimiento. Sin importar desde qué rincón del mundo se viva la afrodescendencia, no es difícil identificar situaciones, diálogos incómodos y cuestionamientos permanentes a nuestras identidades y hallarnos en ellos, reconociendo así la manera en la que nuestra existencia se construye desde la alteridad.

Esa exploración de las identidades, de la afrodescendencia, de la feminidad y de la experiencia migrante es la que nos interpela en nuestro vivir diario, y es en esa misma exploración en la que encontramos el dolor, pero también la oportunidad de construirnos con orgullo por nuestro origen, de validar nuestras luchas y de tomar el control de nuestras vidas.

Es esa exploración, también, la que nos invita a comprender que el hogar no es necesariamente un espacio físico, sino un elemento que se construye desde el interior y que uno puede llevar consigo a donde vaya. 

Hay muchísimas cosas que podría decir sobre Hija del Camino, sobre todo porque intersecta un sinnúmero de experiencias, de elementos y de conceptos que aparecen en el texto con sutileza y que son tratados desde lo vivido para traerlos a tierra y extraerlos de su concepción más teórica: Lucía habla de racismo, colorismo, interseccionalidad, apropiación cultural, xenofobia y afrofeminismo a través de las historias de Sandra, en las que nuestras existencias racializadas se ven reflejadas.

Hija del camino es, entonces, un viaje identitario. Representa esos viajes de búsqueda que hacemos todas las personas por descubrir quiénes somos, y más aún, representan los viajes y los procesos de las personas racializadas por encontrar nuestro motivo, nuestra raíz y razón de existencia.  Es un relato que te interpela y te cuestiona, pero que a través de la honestidad y la vulnerabilidad tiene la capacidad de ayudarnos a sanar y a convivir con todo lo que conlleva el habitar un cuerpo racializado -primordialmente afrodescendiente- en cualquier parte del mundo.

Hija del camino es, por todo eso, un regalo que nos hace amar más nuestro transitar por un mundo que se esfuerza por eliminarnos, y que nos empuja a seguir habitando nuestros cuerpos desde la resistencia y el orgullo.

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