Como una mamuschka, el racismo sútil inicial puede esconder racismos paralelos encubiertos. A veces conviven. Sacás una capa y aparece otra y otra al infinito.
Seguramente les resuene. El violento avance de tocar sin permiso o hacer comentarios sobre el pelo de mi hija Evangelina puede no quedar ahí. Algunos también osan por hacer preguntas de género.
Ya saben… las motas suelen encogerse. En el caso de Eva crecen hacia arriba desde que es pequeña. Le corté pocas veces el pelo aconsejada por una amiga de que lo dejara crecer para que tomara su rumbo natural. Y el movimiento desafió la gravedad y fue hacia el cielo.
He ahí la cuestión. En Buenos Aires, como probablemente en muchas de las ciudades en las que estén leyendo esta nota, ser mujer sigue siendo sinónimo de pelo largo y ser hombre, de pelo corto. Al menos en la niñez. Con lo cual, si algo no respeta el apolillado estereotipo, algunos entran en cortocircuito y aparecen preguntas irrespetuosas (¡más!) como la que me hicieron hace poco sobre Eva: ¿es nena o varón?
La escena fue así: Eva decidió vestirse de negro y con el pelo sin ninguna hebilla. Entró en la etapa en que empezó a definir sus gustos. Libre como el viento fuimos a un pelotero. Ya les dije que mi hija es incansable e hiper sociable. Ya entre los juegos, se hizo amiga de otra nena. Yo estaba sentada en una mesa cerca de los padres de la chiquita. Desde allí partió la mirada y la frase racista. Los escuché preguntarle a su hija: ¿Tu amiga es nena o varón?
– «¡Es nena!» deslicé a metros de distancia.
– «Ahhh por el pelo…», intentaron argumentar.
– «Sí, es afro», aporté.
Siempre estoy tentada a ir por más. Elevar la apuesta y deslizar esa frase que tanto me gusta: «es racismo sútil». A veces me freno. Otras puedo avanzar.
Después del rotundo silencio, todo volvió a una aparente normalidad. No fue todo. Del pelotero, nos fuimos a un negocio de ropa donde una señora copetuda intentó hacerse la simpática y terminó derrapando.
– «¡Qué lindo que sos! ¡Esas pestañas!»
– «Es una nena, señora»
Silencio hostil al cuadrado. Fin de la anécdota.
Muy seguido me pregunto porque algunos otros tienen necesariamente que decir algo frente a distintas situaciones. Es como si la diferencia los incomodara y los obligara a hablar para tapar andá a saber qué hueco. Todos somos diferentes.
«El pelo no se toca» y «El silencio repara» son dos frases que voy a imprimir para repartir entre los toquetones y los verborrágicos seriales. También la de «Es racismo sutil».
Le expliqué a Eva brevemente la nueva versión de racista. No le dio demasiada importancia como yo. Ella está fortaleciendo su identidad. El afuera existe pero pareció ningunear los vetusto-comentarios.
Mientras tanto escucho que la nueva Ariel va a ser negra al igual que la actriz de 007. Ni les cuento los comentarios racistas que escuché en mi entorno. Amerita otro post.
Rescato y celebro estos últimos movimientos tímidamente sísmicos en las industrias que se ven como el cine. El resto estamos labrando un camino de hormiga, cada uno desde su lugar con buenas señales.
Confío fervientemente en el afrocambio. Hay lava caliente en muchos volcanes.
Valeria López
Mamá de Evangelina. Periodista y productora de TV. Creadora de los blogs Mamás Solteras Actívense y Mamá Ultimo Momento. Escribe «El Diario de Eva» en el sitio digital tn.com.ar
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Coincido plenamente con Valeria. Existen racismos disfrazados de amabilidad y empatía. Para que se dé el afrocambio debemos empezar a romper los estereotipos y prejuicios y a en definitiva formar las nuevas generaciones libres de estos.