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martes, marzo 19

«La noire de…» una historia de colionalismo


Ousmane Sembène escribió y dirigió La noire de … , una película senegalesa en la que nos deja ver las cicatrices postcoloniales que dejó Francia después de su asentamiento en su país. 

A pesar de que se habían realizado otras películas en África desde su lanzamiento en 1966, Sembène hizo la primera película dirigida por un africano subsahariano, la primera en recibir reconocimiento mundial y la que a menudo se considera la primera película independiente de África.  A través de la desolada historia de Diouana, una joven de Dakar, que acepta un puesto de niñera con una familia burguesa francesa en Antibes, la película analiza la relación neocolonial entre el antiguo colonizador y el colonizado. Basado en un cuento corto publicado por Sembène como parte de un volumen de cuentos en 1962, titulado Voltaïque , La noire de … describe el dominio neocolonialista de Francia sobre la cultura, la economía y las almas en  Senegal. La lucha de Sembène por esta dualidad se vera reflejada en el film. Sobre todo, Sembène proporciona una insignia  para la subjetividad poscolonial de su personaje principal, él mismo y la identidad cultural de Senegal. 



La película comienza cuando Diouana, interpretada por la actriz no profesional M’Bissine Thérèse Diop, llega a la Riviera francesa desde su casa en Dakar.  Fue contratada como niñera y, en Dakar, se hizo cargo de tres hijos pertenecientes a sus empleadores, una pareja francesa conocida solo como Monsieur (Robert Fontaine) y Madame (Anne-Marie Jelinek).  Cuando llega a Antibes, Diouana descubre que la señora espera que ella sirva como cocinera, sirvienta y lavandera. Esto suele ser común. Estas familias que tienen la costumbre de contratar personal domestico para ciertas actividades, terminan haciendo un trabajo extra y humillante.


Ousmane Sembène

Continuando con la película, ahora en Francia, ella (Madame) da órdenes a Diouana e insiste en que use un delantal para lucir como una sirvienta.  El señor, mientras tanto, está descontento y distante, no sólo ajeno al desencanto cada vez mayor de Diouanna, sino también a cualquier conflicto en su departamento. Poco después de regresar a Antibes, la pareja tiene un almuerzo para mostrar a su nueva sirviente africana a sus amigos burgueses. La señora le ordena a Diouana que cocine arroz y salsa de maní, sugiriendo que «los africanos solo comen arroz» a sus invitados. Diouana se pregunta por qué le pidieron que hiciera arroz, ya que la señora nunca comió arroz en Dakar.  Mientras Diouana sirve una comida que evidentemente está diseñada para caracterizar a su gente como pobre y simple, uno de los franceses en la mesa mira a Diouana y dice: «Nunca he besado a una mujer negra». Luego procede a dar un beso inoportuno, a lo que Diouana no responde. Así comienza la película, lo que significa que estamos frente a una tragedia que habla de un acontecimiento político.



La subjetividad de Diouana se vuelve insoportable. La depresión la lleva a refugiarse en sus recuerdos en Dakar. Claramente, alguna vez soñó con conocer Francia pero no en estas condiciones deplorables. A través del monólogo interno de Diouana (narrado por Toto Bissainthe, ya que Diop nunca habla en realidad en la película), nos enteramos de que en Dakar tenía un novio y una madre, pero no trabajo.  Finalmente, fue contratada por Madame, quien seguramente preguntaría: “¿Alguna vez ha trabajado para personas de raza blanca?”.

Cuando la contrataron por primera vez, Diouana le dio una máscara a la familia francesa, objeto imprescindible y protagonista de toda la película. Rodeada de paredes blancas y frías, Diouana configura un mundo en el desierto. Mientras avanza la película siento el mismo desconsuelo que la protagonista, porque el cine cuando esta contado desde las tripas nos hace olvidar que es ficción, o en todo caso es ficción de una realidad. Existe el arte para no morir de la verdad decía Nietzsche. 

Para entender la consecuencia de La noire de … , la relación entre Senegal y Francia debe ser contada.

Gran parte de África, incluido Senegal, fue colonizada por Europa durante varios siglos.  Los franceses construyeron su primera fábrica y estación comercial en el río Senegal en 1638, estableciendo una industria dependiente de esclavos, oro, cacahuetes y goma.  Luego de darse cuenta la cantidad de muertes que había causado el ejército Frances, Sembéne se replantea toda su vida. Vemos en la protagonista de la película la proyección de una mujer en un país como Francia, deseando ser parte de un sistema corrompido moralmente que solo es parte  una pequeña burguesía blanca. Más aún, el «objeto perdido» para Diouana es su identidad, simbolizada por la máscara que tanto importancia tiene en la película. Cuando la pareja francesa cuelga la máscara en su pared blanca, una fuerza opresiva rodea la máscara, un símbolo de la relación de Senegal con Francia también. La película muestra los conflictos poscoloniales, el afán de salir y vivir en un país como Francia sin medir realmente las consecuencias trágicas, porque la libertad sigue nula ante una familia que reproduce las mismas conductas de colonizador con respecto al colonizado, denigración, desprecio, mal trato, los componentes necesarios para arrojar a la muerte. La máscara toma todo el protagonismo, mimético, símbolo griego por antonomacia  que Diouana nunca va a usar.



En La noire de … , la colonización cultural es también un estado mental, una distancia colocada entre una identidad y la identidad dividida de la subjetividad colonial. La película nos expone a revivir no solo un acontecimiento históricos, sino el daño que ha hecho y sigue haciendo la colonización. Como escribí al comienzo, hoy se siguen reproduciendo en menor o mayor medida con el servicio domestico conductas muy parecidas a las que vivió Diouana en la película. El abuso, la desmoralización, la denigración con la que se trata a una mujer cuando cubre estos puestos de trabajo son un tema vigente. 

No quiero olvidarme que hay una escena preciosa, es uno de sus recuerdos. Diouana lleva un peinado originario que contiene toda la simbología y la impronta de su propia sangre, dibujos en su cabello, de laberintos, de esos laberintos secretos que guardan la historia de muchas mujeres que sufrieron y siguen sufriendo el racismo y la fragmentación en sus cuerpos. A ellas esta reseña, y por las blancas que llevamos mascaras negras. 

Silvina Pacheco



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