viernes, noviembre 22

Negra no se nace, te hacen


Parafraseando a Simone de Beauvoir «mujer no se nace, se llega a serlo«. En su obra El segundo sexo, aludía así a la construcción social que representa el genero en el discurso feminista y exponía la idea de que independientemente de como nazcas físicamente, lo que te oprime es la percepción social que se tiene de ti en tu entorno.  

Pues bien, tampoco se nace siendo negr@, se llega a serlo cuando la sociedad lo resalta a modo de diferencia, de estigma.

Yo me convertí en niña negra a los 4 años. Hasta entonces era simplemente una niña, en mi casa, en mi entorno, en mi familia afrodescendiente y heterogénea, mis hermanas y yo eramos niñas, mis padres eran padres. Sin más.

Hasta que un día en el colegio me dijeron que mi piel era color caca, que yo era diferente a los demás porque mi pelo era raro y tenía un color mas oscuro que los demás.

No fue una observación curiosa, no fue un comentario inocente. Lo usaron para hacerme sentir mal, para ridiculizarme. Fue un insulto.

Y entonces aprendí que no era una niña como las demás, era una niña negra y algo estaba mal en mi porque era diferente.

A todas las familias con hijos afrodescendientes les preocupa este momento.
Porque saben que va a llegar tarde o temprano. Bien, quizá a las familias donde los únicas personas no blancas son les hijes, les pille más por sorpresa puesto que no cuentan con la propia experiencia.

Pero en general, todas las familias con hijes afro SABEN que este momento sucederá tarde o temprano.

Y entonces te cuestionas si quizá no deberías tener esta conversación en casa primero, por aquello de contextualizarlo y aportar otra perspectiva de la que el entorno blanconormativo brinda a los nuestros y evitar así que el primer contacto con esta realidad sea con alguien ajeno que ni tendrá tacto ni lo pretenderá, ni hará énfasis en lo verdaderamente importante, sino sólo buscará resaltar la diferencia para herir, para ejercer su privilegio de la forma más tóxica y dañina posible y, probablemente, sin una conciencia plena de lo que está haciendo y de cómo esas palabras marcarán un antes y un después en la vida de esa otra persona.

Normalmente esto pasa en la infancia, y l@s niñ@s son así… Así de crueles. Así que personalmente elegimos esta opción: hablarlo primero en casa, armarla de herramientas y de una conciencia plena que minimizar a él impacto de usar una característica a priori irrelevante como un insulto hacia su persona. Yo le dije a mi hija que ella es negra. «Young, gifted and brown» , concretamente. E intento hacerle ver que si, el color de la piel es un rasgo característico de todas las personas, puesto que hay infinidad de tonos, pero que algunas personas tratan mejor a las personas más claras porque tienen un problema en la cabeza (si, esta apreciación es algo punky, pero en ningún caso quisiera simpatizar con visiones racistas ni normalizar sus discursos peregrinos). Y así tratamos el racismo en mi casa: como una enfermedad, como un cáncer a erradicar.

Cuando crezcan, al igual que en su día hizo mi padre conmigo, me tocara tener LA conversación.

En esa conversación me tocará explicarles que ell@s deben trabajar el doble para llegar al mismo sitio que las personas blancas. Que deben luchar por instruirse y llegar a la excelencia en el campo que elijan puesto que en la carrera de obstaculos de su vida tienen más vallas a saltar que le@s blanc@s aunque menos que otras personas más oscuras (el colorismo es una realidad de la que deben ser conscientes pues les aportará un privilegio en su caso mestizo).

Así pues, negr@ no se nace, te hacen los ojos de los demás, te hace la mirada racista de esta sociedad que premia lo más claro otorgándole estatus de bueno, bondadoso, limpio y castiga lo más oscuro relacionándolo con lo malo, turbio y sucio. Está en el imaginario colectivo, es un poso que yace en el subconsciente de todes.

De esta forma una persona que no sea negra pero si de tez oscura, puede sufrir esta discriminación en un entorno predominantemente de tez más clara (que es lo que les pasa a los latinos en los países nórdicos, por ejemplo).

Y entonces sí hay quien se sorprende y escandaliza del racismo, la discriminación y lo increíble de que esto sea así en pleno siglo XXI…

Pues «welcome to my world babe»

No hay que esperar a sufrirlo en propias carnes para tomar conciencia y empezar a cambiarlo… Que vas a aportar tu?

Basha Changuerra


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3 comentarios

  • Me encantó este articulo, fue como darle un repaso a mi vida en unas cuantas lineas y me hizo recordar un episodio similar de mi niñez pero a la inversa. Yo soy Venezolana y mi familia pertenece a una región llamada Barlovento, lugar de población negra en su mayoría, así que todos somos hermosamente negros y en mi mundo todos eramos iguales. Estando yo pequeña un día salí con mi mamá y vimos a un señor albino y recuerdo la confusión que sentí cuando mi madre me dijo que lo mirara, ella quiso mostrarme que existen distintos tonos de piel y que no todos nos vemos igual, ese día lo comprendí. Afortunadamente vivo en un país muy noble donde ser racista no tiene sentido porque nuestra población no tiene una característica definida. Tengo dos hijos, una hermosa niña de tez blanca como la de su padre de ascendencia portugués e indígena autóctona del estado Sucre (Vzla) y un varón al que llamo » El Amor de mi Vida» de un color chocolate igual al mio, juntos son mi Nucita.

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