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jueves, marzo 28

Sublevación de una mujer afroboricua


Eran las Fiestas de la Calle San Sebastián y la mujer hizo el paseo de la mano de un caballero con una camiseta de Súper Man, el batey los adoquines de la ciudad amurallada del Viejo San Juan. Suena de los barriles, el cuá y las maracas un Seis Corrido. La mujer vestida de tonos violetas, le hace la reverencia acostumbrada al tocador en el primo. De inmediato da cinco piquetes con una mano en su cintura y la otra aguantando su falda invisible.  Mueve sus pies en avanzada provocando el movimiento de sus caderas. Hace una pausa con un piquete fuerte de hombros descansando sus puños nuevamente en las caderas. Su seriedad lo dice todo. Actitud de concentración y fortaleza en sus movimientos, en el reto al tocador. La multitud grita con cada paso firme que da. Continua con el piquete acercándose cada vez más al tocador, creando un ritmo constante. Cruza sus piernas y avanza. Sigue con los puños cerrados apostados en su cintura, repite seis veces el piquete. Abre las manos y menea sus hombros y sus senos demostrando que no le teme a nada, que es dueña de su todo y del batey. El tocador no falla y recoge cada movimiento. Ella se inclina un poco, poniendo sus nalgas en alzada y moviendo en pasos pequeños hacia atrás todo su cuerpo. Vuelve a coger de manera simulada la falda y pide el toque. Se sacude todo con su saya. La mueve a los lados cada vez más cerca al tocador. Vuelve a dar su piquete favorito, arraigando sus puños a la cintura, agita los hombros y termina su baile. Vuelve a hacer reverencia al tambor y sale del batey sabiendo que dominó cada paso. Los aplausos de la gente lo confirman. 

Varios la graban y como es costumbre en esta era de inmediatez por las redes sociales, la suben y empiezan los comentarios negativos y los insultos para esta mujer afroboricua en una página que no vale la pena mencionar. El racismo en su máxima expresión. Y duele, molesta en cada poro de mi piel y en el de las miles de mujeres negras que siguen siendo maltratadas con cada insulto e invisibilizadas  a pesar de la gran aportación que hacen a este país. Pero se les viró la tortilla… La negra no se quedó callada. Hago eco de las palabras que Glory Mar González Mejías, escribió en una carta abierta en Facebook:

“Soy una mujer afropuertorriqueña que pertenece a un núcleo de personas que sacan la cara por ti y los tuyos en cuestión al arte, la música y la cultura de tu país; tanto yo como muchos otros no tenemos inseguridades de nuestra identidad y tenemos sumamente claro lo que nos define como pueblo, de dónde venimos y hacia donde queremos llegar como país…»

“Para nada me siento aludida en relación a comentarios inoportunos, más bien siento lástima de quienes, desconocen de sus riquezas culturales…”


Las fotografías han sido cedidas por Glory Mar y realizadas por Fernando J Montano de FJM Photo


Y ahí es que estriba el gran problema. En Puerto Rico se han estigmatizado todas las expresiones culturales provenientes de nuestra herencia africana. No se le enseña a la gente, no se educa a nuestros ciudadanos sobre las aportaciones infinitas de las negras y los negros de nuestra sociedad. Para mi esta polémica es un avance, pero falta tanto…. Antes las mujeres no podían bailar con esa libertad, expresarse. Ahora son cada vez más visibles y accesibles los espacios de educación y de manifestación cultural, pero es lamentable que sean provocados por unos pocos que tienen un interés genuino de preservar nuestras tradiciones.

Pero de lo negativo a lo positivo de la representación y manifestación de Glory Mar. Algunos medios de comunicación han presentado la polémica pero seguimos viendo comentarios de ofensa y de desconocimiento. El primero, que la gente continúan llamando como un solo género musical a la Bomba y a la Plena cuando son géneros distintos, cada cual con sus particularidades y su homogeneidad en ser géneros afropuertorriqueños. Mucha gente ha justificado los comentarios negativos por que la bailadora no tenía una falda. La bomba y la cultura se viven y se manifiestan en su forma más pura, en el momento preciso y si hay una falda, pues perfecto, pero si no pues seguimos. La cultura no se puede limitar, o ¿hay algo de malo en que los tocadores no tengan la vestimenta tradicional y folclórica de la bomba? Nuestros antepasados no vestían las mejores telas cuando se revelaban y se iban a tocar y bailar bomba al batey.


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Para concluir me pregunto cuales hubieran sido los comentarios si ella fuera blanca, si fuera flaca y  tuviera el cabello alisado, o si hubiera sido un hombre, ¿lo criticaban igual? Basta ya de atropellos a los negros y a las negras que tan bien nos representan. ¡Bravo Glory Mar y al grupo de tocadores, bailadores y la gente linda que se gozó nuestra cultura afroboricua en las Fiestas de la Calle San Sebastián y lo hacen día a día!

Gloriann Sacha Antonetty Lebrón

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