miércoles, julio 16

¿Qué se conmemora en Juneteenth?

El 19 de junio de 1865, en Galveston, Texas, el general Gordon Granger del ejército de la Unión anunció una noticia que cambiaría miles de vidas: todas las personas esclavizadas eran libres. Este día, conocido como Juneteenth, celebra el tiempo que tardó en llegar la libertad, no su inicio. Marca el momento en que se supo que la esclavitud había terminado, no su fin.

Abraham Lincoln había firmado la Proclamación de Emancipación en 1863, pero muchas personas esclavizadas en el sur profundo no lo supieron hasta mucho después. En Texas, uno de los últimos bastiones de la Confederación, la esclavitud siguió incluso después de que terminara la Guerra Civil. Los dueños de esclavos se negaban a liberarlos, aprovechando el aislamiento del estado y la poca presencia del ejército federal. Durante más de dos años, hombres, mujeres y niños vivieron bajo un sistema que ya no existía. Juneteenth marca el día en que, con cierta resistencia, se les informó oficialmente que ya no eran propiedad de nadie.

Desde entonces, el 19 de junio se ha vuelto una fecha muy importante para la comunidad negra en Estados Unidos. Lo que empezó como una fiesta en iglesias y patios familiares fue creciendo, evolucionando y resistiendo el intento de ser ignorada. Juneteenth pasó por décadas de olvido institucional, silencio en las escuelas y eliminación de los registros oficiales. Pero no desapareció. Se mantuvo viva en la memoria colectiva negra, en sus rituales, sus comidas, sus canciones y las historias que se contaban al margen de los libros de historia oficiales.

Por generaciones, las familias negras organizaron reuniones, picnics, lecturas públicas, desfiles y bailes para recordar ese día. En muchas ciudades, los parques donde se celebraba Juneteenth fueron comprados por comunidades negras, que luchaban por tener sus propios espacios en una sociedad con segregación. En estos lugares, la memoria se pasaba de una generación a otra, como una experiencia viva, llena de orgullo y también de duelo por lo que les quitaron.

A pesar de su importancia, Juneteenth no fue reconocido a nivel nacional hasta 2021, cuando fue declarado feriado federal. Esta decisión fue resultado de años de presión política, campañas locales, activismo de varias generaciones y una fuerte lucha por el reconocimiento histórico. Una de las figuras que más contribuyó a esto fue Opal Lee, una mujer afroamericana de Texas que, con más de 80 años, caminó cientos de kilómetros para pedir que Juneteenth fuera feriado nacional. Su esfuerzo encarna el espíritu de la comunidad negra: un recorrido extenso, tanto físico como en el plano político y emocional, para reclamar verdad, memoria y reparación.

El reconocimiento oficial llegó después del asesinato de George Floyd en 2020. Las grandes protestas por la justicia racial impulsaron a instituciones y gobiernos a tomar decisiones que llevaban décadas posponiéndose. En ese contexto, Juneteenth se volvió central en el calendario oficial. Sin embargo, la forma en que se integró a la agenda oficial ha creado algunas tensiones.

En los últimos años, muchas marcas, empresas y entidades del gobierno han adoptado Juneteenth en sus campañas, decoraciones y discursos. Se venden camisetas, productos temáticos en supermercados y promociones que apelan al orgullo afroamericano. Esta apropiación ha sido criticada por gran parte de la comunidad negra, que denuncia cómo se vacía de contenido político una fecha que representa lucha, resistencia y trauma colectivo. Convertir una conmemoración histórica en una estrategia de marketing quita su potencial de cambio. Hay intereses económicos que se benefician de una cultura sin comprometerse de verdad con la justicia racial.

Al mismo tiempo, muchas instituciones han incorporado Juneteenth en sus agendas sin un trabajo serio sobre la historia negra. En escuelas, museos o medios, la celebración se presenta a menudo como una fiesta de libertad abstracta, sin hablar de los crímenes concretos de la esclavitud ni del racismo estructural que siguió. La historia dominante corre el riesgo de diluir la dimensión política del 19 de junio, de convertirlo en un simple día de “diversidad” sin contexto histórico. En ese vacío de significado, muchas personas blancas celebran Juneteenth sin cuestionar su papel en la historia de la opresión, sin revisar sus privilegios, sin participar activamente en las luchas por justicia racial que siguen vigentes.

Frente a esta situación, la respuesta ha sido doble: por un lado, el creciente esfuerzo de distintas comunidades negras por reconstruir el sentido original de Juneteenth. Por otro, un fortalecimiento de las celebraciones impulsadas desde espacios autónomos, grupos comunitarios, iglesias negras, centros culturales y movimientos sociales que recuerdan con amor la fecha y mantienen con fuerza y dignidad la memoria: lecturas públicas de narrativas de esclavos en muchas ciudades, talleres de historia afroamericana, encuentros entre distintas generaciones, mesas de diálogo sobre reparaciones, ciclos de cine, conciertos.

El Juneteenth que se vive en estos espacios no se parece a las celebraciones oficiales. Es más profundo, más complejo, más poderoso. No es consumo, es un acto de justicia histórica. Es un día para honrar a quienes murieron sin ser libres, a quienes tardaron en ser liberados, a quienes siguieron viviendo bajo nuevas formas de esclavitud en cárceles, campos, barrios segregados y en escuelas con pocas oportunidades.

Hay un lado emocional muy fuerte en esta conmemoración. En ella se mezcla la alegría por la resistencia con el dolor por la espera. La libertad no fue dada: fue arrancada, y luego negada por años. Quienes fueron liberados aquel 19 de junio de 1865 no recibieron tierras, ni reparaciones, ni seguridad. Muchos fueron forzados a trabajar para sus antiguos amos bajo nuevas formas de servidumbre. A pesar del fin formal de la esclavitud, la estructura económica y política que la sostenía permaneció igual. Juneteenth no puede entenderse como un punto final, sino como parte de un proceso largo y doloroso de emancipación incompleta.

Este carácter ambivalente hace que Juneteenth sea también una fecha incómoda para muchas personas blancas. Para quienes han crecido en una cultura que evita hablar de esclavitud o que presenta el pasado racista como algo superado, el 19 de junio desafía las historias de progreso lineal. Obliga a confrontar el hecho de que la libertad negra fue postergada, negada, manipulada y aún hoy incompleta. Obliga a dejar de pensar la historia como una línea continua de avances y a reconocer que la libertad fue, y sigue siendo, un campo de disputa.

En las últimas décadas, ha habido un creciente esfuerzo por incluir Juneteenth en los programas escolares, en la formación y en los medios. Pero esta inclusión ha sido desigual. Mientras en algunos estados se impulsa el estudio de la historia negra, en otros se aprueban leyes que prohíben hablar de racismo sistémico en las aulas. La propia existencia de Juneteenth como feriado nacional coexiste con leyes que silencian los temas que le dan sentido. Esta contradicción muestra que no basta con hacer una fecha oficial si no se garantiza el acceso al conocimiento que la sustenta.

En ese sentido, Juneteenth no debe verse como una fecha cerrada, sino como una puerta abierta. No como un cierre, sino como una oportunidad para revisar la historia, recuperar voces silenciadas y cuestionar los relatos oficiales. Para muchas personas negras de Estados Unidos, el 19 de junio es un día de recuerdo, pero también de reencuentro. Un momento para estar con quienes comparten una memoria colectiva, una herida común, una lucha sostenida.

En el presente, Juneteenth sigue siendo una herramienta de organización política. En algunos espacios se utiliza para articular campañas por la reparación económica, por la reforma del sistema judicial, por el fin de la violencia policial, por el acceso equitativo a la vivienda, la educación y el empleo. Es una fecha que invita a hablar de todo lo que la libertad debería significar y aún no significa. Su sentido no está en la nostalgia, sino en el compromiso.

Redacción Affroféminas


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