
En el Día Internacional de Sensibilización sobre el Albinismo, queremos visibilizar y reconocer las mujeres negras albinas. Su presencia es borrada sistemáticamente en todos los ámbitos donde el resto de personas nos desenvolvemos normalmente. Estas mujeres están atravesadas por varias discriminaciones, las que sufren como mujeres negras/racializadas, y las que padecen por tener una condición genética que las hace vulnerables. La visibilidad de modelos positivos, además de ser una cuestión de representación simbólica, es una herramienta efectiva para desmontar las descalificaciones y violencias que continúan padeciendo las albinas negras en todo el Mundo.
Uno de esos referentes imprescindibles es Adiaratou Iglesias, joven paralímpica maliense criada en España. Adi, como muchas personas en el mundo del deporte la conocen, llegó en 2010 a Logroño, huyendo del peligro que supone tener albinismo en su tierra. Después de pasar por un centro de acogida y ser posteriormente adoptada, se mudó a Lugo, donde comenzó una carrera profesional que la ha llevado hasta las medallas en campeonatos europeos y paralímpicos, como el oro en los 100m en los Juegos de Tokio 2020. Más allá del mundo del deporte, Adiaratou ha utilizado su voz para denunciar las violencias que padecen las personas albinas y para defender los derechos de las mujeres con discapacidad. Su biografía es un ejemplo de resiliencia, pero no debería deber hacer falta llegar a la cima del mundo del deporte para que se tenga en cuenta en este país una mujer negra albina.
Como ella, otras mujeres negras albinas han superado barreras en diferentes campos y nos enseñan que hay muchas formas de belleza, inteligencia, resistencia y arte. La modelo y activista estadounidense Diandra Forrest ha protagonizado un hito al ser la primera modelo negra con albinismo que ha trabajado con una importante agencia de moda y ha utilizado su imagen para hablar de diversidad y de ruptura de cánones. En Sudáfrica, Refilwe Modiselle y Thando Hopa han convertido su albinismo en bandera de batallas: Modiselle como modelo y actriz, y Hopa como jurista, modelo y activista por los derechos humanos, hasta ser portada en Vogue y embajadora de las Naciones Unidas.




También podemos mencionar al músico maliense Salif Keïta, que, aunque es hombre, es un personaje inolvidable por su combate por los derechos de las personas albinas en África Occidental, que se enfrentan al estigma y los asesinatos rituales. Su legado ha tenido importancia sobre todo para motivar nuevas generaciones de artistas y activistas.
Estas personas cuestionan las definiciones occidentales de belleza y éxito, y nos hacen preguntarnos que cuerpos negros son los que nos parecemos dignos de ser representados y qué experiencias de negritud permanecen silenciadas dentro de los movimientos hacia la justicia racial. El albinismo no es tan sólo un trastorno médico u hereditario; es una realidad que, en mujeres negras, se cruza con violencias machistas, racismo institucional, discriminación en el empleo, capacitismo y exotización estética.
En España, no hay visibilidad de mujeres negras albinas en los medios ni en los lugares de decisión, pero están. El relato de estas personas es una puerta para hablar de muchas otras vidas que continúan siendo invisibilizadas, especialmente las de niñas y adolescentes que carecen de modelos en las que verse reflejadas. Hay que escuchar esas voces y abrir espacios de representación digna y diversa. Visibilidad para las negras albinas también es cuestionar la lógica del espectáculo, donde solo nos fijamos en lo que hay de tragedia, excepcionalidad. Es reclamar su presencia diaria, su derecho a ser felices.
Reacción Afroféminas

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