sábado, diciembre 21

Inundaciones y racismo ambiental en Brasil


Aunque los extremos del clima golpean con fuerza en todo el mundo, sus efectos son más desastrosos en las comunidades vulnerables, especialmente donde viven afrodescendientes e indígenas. Por eso, la Coalizão Negra Por Direitos (Coalición Negra por los Derechos) y múltiples organizaciones en el mundo denuncian racismo ambiental; algo que se ha vivido en el gigante suramericano con las lluvias excesivas y el desborde del río Acre de 2024. 

Alerta roja por lluvias en Brasil y en Bolivia. A finales de febrero, varias ciudades de lado y lado de la frontera binacional quedaron inundadas por el desbordamiento del río Acre. En territorios brasileños, superó con creces la cota máxima de 13,5 metros y llegó hasta el segundo registro más alto de la historia, con un total de 17,89 metros que se registraron el 6 de marzo, según los datos publicados por el medio estatal Agência Brasil. El máximo fue en marzo de 2015, cuando alcanzó 18,4 metros. Además, en la región brasileña de Acre, 19 de los 22 municipios siguen en alerta.

En la ciudad amazónica de Cobija, en el noreste boliviano, el río alcanzó un récord de 16,5 metros de altura. Este país pasó de una sequía de más de dos años a lluvias particularmente fuertes. 

Tanto que después del desbordamiento del Acre, que mató a 49 bolivianos, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi) decretó la máxima alerta en el departamento de La Paz por lo que llamó un “inminente” desborde de siete ríos.

No es casual que este desastre ambiental afecte principalmente a los pueblos indígenas. Aunque los extremos del clima golpean en todo el mundo, sus impactos son diferenciados. Por eso se habla de racismo ambiental. Incluso, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le pide a los Estados que refuercen sus acciones para erradicarlo.

La explicación de la CIDH es que las situaciones de pobreza que enfrentan poblaciones afro y tribales, herencia del colonialismo, los expone más que a otros a los daños que pueden traer los desastres naturales. 

Camila Fiuza, integrante de la ONG Coalición Negra por los Derechos, lo explica con un ejemplo desde las favelas de Salvador de Bahía, en Brasil. “La misma lluvia que cae en territorios blancos, será la misma lluvia que caerá en la favela. Pero solamente las personas de la favela pierden a sus seres queridos, sus objetos, sus casas. Esos son los efectos del racismo ambiental”, señaló en entrevista con France 24 en Español. 

Ella es integrante del Colectivo de Familias Víctimas de Terrorismo de Estado de Brasil y de la Coalizão Negra por Direitos.

Esta última es un grupo donde se congregan 294 organizaciones que trabajan por los derechos de los afrobrasileños. En múltiples cumbres climáticas han promovido las luchas contra el racismo ambiental, como lo hicieron en Dubái durante la COP28 en 2023

¿Qué es el racismo ambiental?

Sin embargo, el término racismo ambiental no es nuevo ni nació en Brasil. El activista afroamericano Benjamin Chavis lo usó por primera vez en Estados Unidos en la década de los ochenta para denunciar que las empresas de químicos vertían sus residuos tóxicos en los barrios afroamericanos.

Los impactos de las grandes industrias aún afectan particularmente a las personas negras y los indígenas.

En Bolivia, en 2019, el entonces vicepresidente Álvaro García escribió que hubo racismo ambiental en el deslizamiento del relleno sanitario de Alpacoma. En ese hecho, más de 200.000 toneladas de basura y 10 millones de litros de lixiviados terminaron en las poblaciones cercanas, de afros e indígenas. “Si uno quiere saber dónde serán depositados los desechos tóxicos o dónde hay riesgo inminente de contaminaciones industriales, solo tiene que preguntarse dónde viven los negros, los hispanos e indígenas”, afirmó el político. 


Estos son algunos casos donde han denunciado racismo ambiental en América Latina.
Estos son algunos casos donde han denunciado racismo ambiental en América Latina. © France 24

El término también lo usó en Colombia Francia Márquez antes de ser vicepresidenta, al denunciar que las empresas no respetaban el derecho de los grupos étnicos y afro a una consulta previa para decidir sobre los grandes proyectos en su territorio. En Ecuador, las grandes refinerías de petróleo están en los hogares de poblaciones étnicas y grupos indígenas de Chile temen que el aumento de la explotación del litio los deje sin agua.

En el caso brasileño, la fundación estatal Fiocruz ha identificado 639 conflictos ambientales y sanitarios entre las poblaciones y diferentes proyectos minero-energéticos o de infraestructura. La mayoría de ellos tienen que ver con poblaciones afro o indígenas. 

Mientras que el centro de investigación Instituto Pólis demuestra que los impactos fatales que han dejado históricamente las inundaciones en los estados de São Paulo, Belém y Recife tienen mucho con ver con la manera en la que se han planificado la urbanización; donde no se suele llevar desarrollo a los barrios en los que viven diferentes grupos étnicos o raciales. 

Fiuza ejemplifica esto con casos reales y compara lo que ha pasado con la favela Rua da Polêmica y el barrio Horto Florestal, en Salvador de Bahía, que quedan a menos de 10 kilómetros de distancia. “En Horto Florestal, hay mansiones construidas en las laderas. Solo que allí hubo una política pública, porque cuando se construyeron esas casas en esos lugares mayoritariamente blancos, los Gobiernos regularon para que tuvieran contenciones, para evitar los derrumbes. Pero dentro de la favela, cuando las personas viven en una ladera, no tienen esas políticas y, por eso, los efectos son devastadores cuando llueve”, expresó. 

Los efectos diferenciados de las lluvias torrenciales también se vivieron en el estado de São Paulo con las inundaciones de 2023, que dejaron más de 60 muertos y cerca de 2.000 personas sin hogar. En tan solo dos días, cayeron hasta 682 milímetros de precipitaciones en el municipio de Bertioga, un récord histórico en todo Brasil. 

En respuesta, más de 100 organizaciones brasileñas e internacionales se unieron para firmar una carta llamada ‘Adaptação Antirracista’ (Adaptación Antirracista). En ella, le piden al Gobierno de Brasil que cree estrategias para que los sectores más vulnerables puedan adaptarse a los cambios del clima. Afirman que, a medida que la crisis climática hace que los desastres naturales sean más extremos y más seguidos, son los afro y los indígenas algunos de los que más sufren con ello. “Es la población negra la que vive en zonas de sacrificio, entendidas como lugares donde el riesgo y la amenaza son constantes”, concluyen. 

*Texto publicado originalmente en France 24.



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