Después de ver el tan nombrado biopic de Nina Simone, he ido en busca de la verdadera Nina. Al parecer la película no nos muestra a la verdadera Simone.
En concierto las palabrotas de Nina solamente eran interrumpidas por sorbos de su vaso colocado encima de su piano Bechstein. Ella se metía con su público francés con palabras hirientes. Pero no importaba, su voz se había convertido en un canto de sirena para los blancos de clase media europeos de su país de adopción. Podía ser brutal con ellos, pero igualmente su voz era hipnotizante, explorando los oscuros confines de la emoción de una manera desafiante, casi amenazante.
Su desdén por su público tenía historia, demasiada historia, de hecho. Desde antes de la creación del personaje Nina Simone, cuando la pequeña Eunice Wayman, pianista precoz de cinco años de edad, empezó a dar recitales de piano para los amigos de los jefes blancos de sus padres, mientras ellos intentaban mirar por una rendija de la puerta de la habitación de al lado. Ahí comenzó ese resentimiento hacia ese público que ella sentía que la explotaba.
También se desvanecieron sus esperanzas de convertirse en la primera concertista de piano negra del mundo cuando perdió una beca de música por motivos raciales. «Nunca lo superé», declarará más tarde. Dio un concierto en Atlantic City, pero después de su primera noche le dijeron que hiciera las maletas si no cantaba. Sabiendo que a su madre no le gustaría, se decidió a cantar bajo el nombre de Nina Simone, aunque esto no tranquilizaría a su progenitora, tremendamente religiosa y que consideraba este tipo de música algo demoníaco. Solo iría a verla cantar dos veces durante su larga carrera.
Vinieron más conciertos, hasta que descubrió que tenía un talento para la composición, llegando a escribir algunos himnos del movimiento de derechos civiles como, ‘Young, Gifted y Black’ and ‘Mississippi Goddam’. Pero era su reputación como intérprete en vivo tremendamente dramática lo que construye su legado y fama.
Ella consideraba cualquier intento de complacer a la audiencia como ‘«Tiotonismo». Tenían que tratar con ella en sus propios términos. Era capaz de abandonar el concierto si el público era demasiado ruidoso o si le exigían que interpretara sus éxitos. Directamente dejaba de cantar.
Los últimos años fueron un arma de doble filo. Anuncios de televisión se hicieron conocidos son sus melodías más pegadizas como ‘Feeling Good’ e hicieron de Nina una superstar mientras ella caía por una pendiente cada vez más pronunciada. Consiguió mucho dinero con una canción (‘My Baby Just Cares For Me’) que había escrito para su primer disco en los años 50 convertido en un éxito a finales de los años 80. Se encontró expulsada de su tierra natal debido a los impuestos pendientes de pago y, en su nuevo hogar adoptivo, Francia, terminó en las páginas de sucesos por disparar a dos jóvenes a los que acusa de molestarla mientras descansaba en su jardín.
Sin embargo, no importa lo tremendo de su vida y su descenso al infierno de los problemas mentales. A principios de los años 90 se le diagnostica trastorno bipolar. Solo su presencia en el escenario todavía era capaz de fascinar a un público hasta su muerte a la edad de 70 años en el 2003. En uno de sus últimos conciertos en Marsella, sonrió al salir a su público diciendo: «no se preocupen, no me gusta cantar en vivo, sólo lo hago por el dinero. Buenas noches.»
Si quieres escuchar a la mejor Nina te recomiendo «Live at Ronnie Scott’s (Nina Simone album)» de 1987.
Ayomide Zuri
Inconformista, luchadora, africana y mujer negra. ayomidezuri@gmail.com
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