martes, noviembre 19

Sororidad es ética y autocuidado también es militancia

Hace poco más de 6 años que resido en Buenos Aires, vine para estudiar una maestría en el área de la Antropología Social, fui la primera persona negrx a cursar y a concluir una maestría en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires –UBA, un período de muchas experiencias, de desafíos y de soledad académica  que espero un día poder narrarlo en otra nota. 

Ilustración : Promotoras Legais Populares

Soy una mujer que nació en un ambiente de militancia y justamente por eso no pude ignorar las innumerables marchas, actos, paros y manifestaciones populares que siempre pasaron en el Centro de la ciudad, reconozco que por el hecho de siempre haber vivido cerca del Centro nunca tuve inconvenientes para acercarme y participar. Estar en la calle convocando a la conciencia sobre determinado tema o/y exigiendo del Estado acciones efectivas para las llamadas de, equivocadamente, “minorías”, es algo que siempre hice y siempre me gustó, especialmente si son reivindicaciones feministas y para la Diáspora afro. 

La militancia es algo muy importante, que puede generar mucha alegría y mucho placer en compartir tantas cosas y potencializar estas experiencias individuales en acciones colectivas que generen políticas afirmativas para beneficio de todxs. Sin embargo, la militancia es un eterno donar de tiempo, de energía, de vida, es muy exigente, es injusta muchas veces; nos puede traer muchas frustraciones y enfermedades físicas y psicológicas. Para las mujeres afro específicamente, veo como un proceso de muchas soledades, de muchas demandas, muchas burocracias que innumerables veces no logramos driblarlas porque no tenemos las herramientas para eso. Infelizmente, las exigencias de la militancia nos supera! Y nos enferma profundamente.

Un ejercicio que tengo hecho con más frecuencia es decir “no”. Decir “no” no es fácil pero hay que se respectar nuestros tiempo y nuestros límites. No me queda lugar a dudas, auto cuidado es militancia. A veces debemos apartarnos por algún tiempo para tratarnos, amarnos, recuperarnos, estar con los nuestros y luego retomar a la batalla. Es así. Y cada uno debe saber el momento de decir “no”. Decir “no” es una decisión sana, sabia y política también.  

 El feminismo en Argentina sobre todo en Buenos Aires creció mucho y es un ejemplo de lucha a favor de la legalización del aborto en Latinoamérica y creo que, por la primera vez, las compañeras afro lograron consolidar su protagonismo en este espacio. Están incluso descosntruyendo algunas terminologías y repensando en cómo les gustaría de ser clasificadas o nombradas. Actualmente hay varias corrientes de los feminismos, en plural, que hacen el recorte de raza, clase y migración. En este proceso de (re/des) construcción está siendo importante e interesante ver como lxs compañerxs están reconociéndose y buscando formas de identificación hasta mismo en el lenguaje. 

Con tantos feminismos es obvio que va haber más visibilidad, más eventos interesantes, más debates, más (des/re) construcción y también más disputa y más tensiones que van a exigir mucha paciencia, mucha escucha, mucha charla y mucha flexibilidad entre todas. Y no será fácil porque las internas crecen tanto como la nueva movida. ¿Y qué hacer cuando en este espacio tu compañera de color se torna en tu sub-opresora? De acuerdo con Paulo Freire, lxs sub-opresorxs, son personas que asimilan y reproducen las mismas prácticas del opresor. 

Desacuerdos suelen pasar en todas colectividades, grupos, movimientos etc. Sin embargo, no todos los integrantes van a escribir sus desentendimientos en postsviolentos en las redes sociales como me hicieron más de una vez en Buenos Aires. Fueron posteos hechos por mujeres afro, lo que es peor. Y hasta hoy me he preguntado ¿por qué eligieron éste camino y no el diálogo?  En el último Ni Una Menos decidí no marchar en una columna afro porque en ésta columna estarían mis sub-opresoras, pensé mucho y sinceramente elegí el respeto a mí misma, mí auto cuidado y amor propio. Ya que en momento alguno no hubo la intención de pedido de disculpas y tampoco reconocieron que tal exposición en las redes sociales no iría resolver absolutamente nada. Lo que pasó me hizo pensar y leer muchas cosas sobre la sororidad, una palabra que circula en los ambientes feministas pero infelizmente no la veo tanto en práctica. 

Una vez, fui invitada para hablar sobre la sororidad, antes de aceptar la invitación, más allá de saber lo que dicen nuestras mentoras sobre el tema,  necesitaba yo misma entenderla y buscarla en mí propia trayectoria de militancia acciones sororas y por alegría las encontré. Recibí atención, apoyo y cuidado de muchas compañeras, afro o no, algunas incluso ni se consideran activistas, militantes y menos aún feministas. La sororidad es mucho más que teoría es algo que se puede demostrar, ella se materializa en acción, en cuidado, en escucha y en palabras.  

Joice Beth, es una feminista afro-brasileña, es arquitecta y columnista del Justificando y una de las autoras de la colección Feminismos Plurales. Joice escribió una sabia reflexión en el Instagram sobre la ausencia de sororidad en los feminismos. Para ella,  la sororidad es ética y no un caso de amor a primera vista. No pude dejar de concordar con sus pertinentes palabras que me de cierta manera me ayudaron a decidir a no marchar.

Ilustración : Promotoras Legais Populares

Sobre lxs sub-opresorxs me gustaría compartir con ustedes parte de sus palabras: “(los sub-opresores) ¿Son peligrosos? Evidentemente. Y principalmente porque despiertan en los partidarios de las luchas, una sororidad y un sentimiento de hermandad, que hace con que se desprecie las deformaciones humanas por el entendimiento romántico de que es suficiente ser oprimido para ser »santo». Eso abre espacio para manipulaciones y desvíos que invalidan las luchas y fomentan violencias sutiles y boquiabiertas dentro de los grupos minoritarios. Estemos atentos y seamos realistas. Ser oprimido no es un sello de calidad humana y menos de buen carácter. Estamos todos conectados como grupo, por las opresiones que sufrimos y eso requiere solidaridad y ética. Pero lo que cada uno hace de aquello que el sistema haz con el grupo, es individual y puede estar corrompido, colocando en peligro todos que se aproximan y no analizan fríamente las prácticas utilizadas. Sororidad sí, con hielo y limón. Ceguera romántica para los sub-opresores no.” (Fragmento del post de Joice Beth en Instagram – Mayo de 2019. Traducción de Cristane Onix Vieira) 

No necesitamos de lxs sub-opresorxs! Ya nos basta la blanquitud racista y sus innumerables privilegios, ya nos basta el patriarcado, la xenofobia, la economía, el imperialismo, la academia elitista y la falta de oportunidades. Es realmente triste ver como los sub-opresores reproducen el opresor cuando intentan disciplinar y demarcar territorialidad para nuestros cuerpos, clasificar nuestras identidades y callar nuestras voces. Compañeras, ¡no caigamos en la trampa! El enemigo es otro. Otra vez voy a cerrar mi nota con Bell Hooks, para ella, la sororidad en la práctica es posible y sigue siendo poderosa. Pues bien, pongámosla en práctica.  


Denise Braz

Licenciada en Letras, magíster en Antropología Social. Es activista y feminista afro. Participa del área de género de la Comisión Organizadora del Día 8 de Noviembre, del Coletivo Passarinho y de la Revista Amazonas.


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