Hermanas y aliadas, este año ha sido de profundas reflexiones, cuestionamientos y acciones antirracistas. Como Afroféminas asumimos el compromiso político, de continuar tejiendo debates y acciones en intersección con las distintas formas de opresión que atan nuestras voces, cuerpos, experiencias y saberes.
Este 8M no vamos a la huelga. Esta decisión parte de un análisis colectivo que tomamos de manera consciente y desde nuestra ética política, asumiendo nuestra disidencia, como un acto de rebeldía negra. Como en tiempos de la esclavitud, asumimos el palenque, quilombo y cimarronaje, como un espacio otro, distinto a la política de inclusión de las mayorías. Es decir, la huelga como idea universal no arropa nuestras pieles, trayectorias y existencias. Tanto en el método de lucha, la huelga, como en las demandas del 8M no se reconoce la profunda marca de la raza en el género. Sin embargo, enfatizamos que respetamos y valoramos la decisión de otras hermanas que desde sus políticas personales – colectivas participan en la huelga. El 8 de marzo, sigue siendo una fecha memorable y emblemática para nuestras luchas, sobre todo para las que habitamos un cuerpo negro, diaspórico, migrante y/o racializado.
Las razones que motivan la huelgan no nos arropan. Si bien se han abierto espacios de discusión y reflexión del racismo, al feminismo eurocéntrico – blanco le queda un largo camino en cuanto a transformar las filosofías, las estrategias, la acción política y las formas de “abrazar”, a ratos encarcelar los feminismos otros. Para nosotras esa transformación, parte de una materialidad o posición enraizada en nuestra historia feminista negra. Por tanto, como el año pasado, tenemos muchas razones – sentires, por la que no vamos a la huelga.
Los porqués a nuestra decisión tienen raíces en heridas profundas.
La sociedad transita su camino, sin atender a nuestras necesidades, y quiere pasar página sin que le interfiera nuestra verdad. Pretende que con gestos se destruyan realidades que no son abordadas.
Las mujeres negras, oprimidas, olvidadas, cosificadas, ignoradas, hipersexualizadas, atacadas e invisibilizadas, no somos un ente subsidiado y sin identidad. Somos y convocamos a muchas mujeres negras, racializadas y/o migrantes detrás de nuestra lucha. El orgullo ha vencido a la postración y la lucha al conformismo. No podemos pasar por alto las realidades de nuestra gente, que sufre un racismo, a veces mudo e invisible, otras veces brutal y evidente.
Creemos firmemente en que la deshumanización de la mujer racializada es un problema estructural que no se resuelve con este gesto de la huelga.
La brecha que sufren hoy las mujeres negras es la racial y condiciona sus vidas en todos los ámbitos. Esta es nuestra urgencia y nuestra prioridad. Hoy ser negra, racializada y/o migrante en España impide que accedas al mercado laboral con igualdad de condiciones. Nuestra brecha laboral es mucho más alta que la de las mujeres blancas. Mujeres afrodescendientes con igual formación no pueden ni siquiera tener la oportunidad de ejercer para lo que han sido formadas porque su piel elimina su candidatura al instante en una selección de trabajo. Sabemos que esto es así porque lo vivimos constantemente.
Ser mujer negra te somete a un mayor riesgo de ser agredida y violentada. La percepción racista que se tiene de las mujeres negras y racializadas, la imagen de no persona, tiene que ver con este racismo estructural que combatimos. Las agresiones las sufrimos a diario, pero no solo vienen de los hombres.
Ser mujer negra o racializada te coloca en una posición de constante extranjerización y no pertenencia, por lo tanto, en una sociedad que camina sin frenos hacia el odio al diferente, es una persona sin derechos.
No olvidamos las muestras de apoyo e invitaciones de muchos colectivos feministas que durante este tiempo han hecho por comprender y que han querido escuchar nuestras razones. Los sectores más dinámicos del feminismo siempre han mostrado respeto y empatía y como aliadas reales se lo agradecemos. Pero desgraciadamente en el feminismo sigue habiendo un enorme prejuicio hacia nuestro colectivo, y que no comprenden que hayamos emprendido nuestro camino. Las agresiones hacia muchas de nosotras en espacios feministas demuestran que no podemos, no debemos ni queremos estar.
Seguimos siendo tratadas como ciudadanas de segunda, en los paneles de ponencia y espacios feministas encontramos afirmaciones que continúan perpetuando el racismo e invisibilizando las opresiones producto de este. Entender que No “todas somos iguales” y que en esa diversidad existen distintas demandas y formas de luchas, es fundamental para eliminar los patrones de racismo social estructural, y perpetuar el modelo de homogeneización, que nos invisibiliza.
Rechazamos frontalmente el mandato de participación. Exigimos se respete nuestra decisión y la de otras colectivas hermanas, como nosotras respetamos. Que la elección y no elección de participar en el 8M sea de libre convicción, y no se utilice como justificación para ejercer violencia contra las mujeres negras y racializadas que han decidido no ir pese a la disposición mostrada en los últimos tiempos.
Creemos en la autonomía, en la necesidad y urgencia de organizarnos para sostenernos, para fortalecernos entre nosotras. Estamos creando espacios de oposiciones, en los que nuestros problemas-luchas son nombrados y representados por nosotras mismas. Somos sujetas políticas, diversas y conscientes, nos acuerpamos para sanar, para sacar nuestra voz; para crear y transfromar(nos), respetando cómo las hermanas y aliadas se organizan. Nosotras vamos a seguir generando espacios que nos permiten trenzar juntas el mundo que deseamos, si bien este 8M desde afroféminas hemos decidido NO participar en la huelga.
[…] argumento era algo así como: o estás en el número 4 o no estás, tomando de pretexto MI LEGÍTIMA INCONFORMIDAD CON EL 8M como feminista negra que […]