Laura es una joven habitante de La Honda (Asentamiento de desplazados) en Medellín. Fue ganadora de concurso de narrativas para la paz, aquí un fragmento de su historia.
Laura Saavedra lleva viviendo en La Honda catorce de los diecinueve años que contabiliza su vida. Aquí llegó como la mayoría de nosotros: huyendo de la violencia armada o económica, diferenciación que en la práctica no es tan evidente. En el 2001 con su madre y sus cuatro hermanitos salió de Santa Fe de Antioquia, huyendo de la intención de la guerrilla de reclutar a su hermano de trece años. Estuvieron rodando por algunos barrios de Medellín; Moravia, Santo Domingo, Campo Valdés y Aranjuez, fueron algunos de los sitios donde buscaron acogida, hasta que una tarde les avisaron de unos lotes en La Honda.
«La primera vez vinimos mi hermanito y yo, y de una vez nos tuvimos que quedar, armamos como una carpa con un costal de esos verdes grandes y ahí nos quedamos amaneciendo hasta el otro día que llegó mi mamá que había ido a la Estación Cisneros a que le dieran madera para hacer la casa.”
El hermanito tenía alrededor de quince años y ella cinco, si se iban perdían la oportunidad de adquirir el lote, aunque pagaran por éste corrían el riesgo que les fuera arrebatado por otros igual de necesitados y que al igual buscaban quedarse.
Todos los del asentamiento llegaron por su cuenta, sobrevivientes buscando donde armar la vida de nuevo, generando lazos de amistad comunitarios con los otros, lo que permitió a Laura poder ampliar su familia de seis al llegar
«La gente de acá hemos pasado por lo mismo, entre todos nos ayudamos. Como mi mamá siempre ha sido sola, sin hermanos, éramos nosotros seis solos pero conseguimos amigos, los vecinos ya se convirtieron en familia»
Este fenómeno no es extraño entre la gente desarraigada. Como ella misma lo dice, su familia se ha ampliado al acoger dentro de ella a esas personas que pasando por situaciones de violencia similares, no perdieron su capacidad para generar lazos de solidaridad y afecto con sus semejantes.
Contar la historia
En el año 2014 en su colegio Gente Unida, Laura conoció el programa Pedagogía vivencial de la Corporación Combos, donde inició aprendiendo a usar zancos, hasta que la curiosidad la llevó a hacer parte de los encuentros de literatura, donde el profesor Andrés Armando Calle la motivó para que se presentara al concurso Voz Contás cómo imaginas la paz. Se presentó y su cuento “Generando mi propia paz» fue el ganador en la categoría 14 a 17 años.
Ella quiere escribir sobre las cosas que pasan en su mundo; el desplazamiento forzado, la pobreza, la resiliencia, pero hay un asunto particular acerca del cual quiere escribir que es su mayor motivación: A la mamá de Laura se la robaron de su hogar cuando era una niña pequeña, para ponerla como empleada doméstica en una casa. Laura toda la vida he querido construir esa historia, investigar de dónde viene su Madre, a dónde fue llevada y por qué, busca “las raíces robadas” Como proyecto escritural lo inició en el 2016, la idea era desarrollar de una forma más juiciosa la historia con las herramientas que el taller Voces y Silencios le otorgara, pero tuvo que abandonar la idea al no tener pasajes para ir al centro de la ciudad, lugar donde se presentaba el taller.
Decía Tolstoi “Escribe sobre tu aldea, y será universal” Laura quiere escribir la historia de su madre robada para ser empleada de una casa. Un tema que íntimo y reducido a una mujer, se amplía, se hace social cuando aclaramos que la madre de Laura es una mujer Negra, encontramos que el afán natural de la joven por la historia su madre es la misma que ha movido a colectivos afrodiaspóricos por recuperar la propia historia. Ella quiere escribir ese libro con la ilusión que un día alguien diga – Ay yo sé qué le pasó a esta señora-
Por ahora sus afanes radican en buscar apoyo para ingresar a la universidad, trabajar medio tiempo en una panadería y organizar un grupo de mujeres en el barrio para aprender a tejer, no sólo los hilos sino también las palabras, porque dice ella que las mujeres al ser las que más han sufrido en la historia del mundo, son también las que más tienen para contar.
Escribir y ganarse un reconocimiento a ese acto es motivo de goce para la mayoría de quienes se abocan a ello. En el caso de Laura nos abocamos a celebrar su triunfo, digo “nos” refiriéndome al grupo de personas que conforman el colectivo social La Casita de La Honda, porque representa para nosotros la esperanza. Como ya lo mostré ella es una joven que ha tenido que trasegar con la violencia de este país, habita una zona geográfica marginal que ni al estatus de barrio llega para las políticas gubernamentales, es entonces Laura joven, mujer, pobre y Negra etiquetas que en este país tanto pesan y aun así escribe.
Lilit Lobos
Colombiana, graduada en antropología, co-fundadora y co-directora de la revista La Tintera. Tiene un blog donde publica todos sus escritos: reseñas literarias, poesía, crítica social, feminista y acerca de la sexualidad. https://palabraloba.wordpress.com/
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