Tenía apenas 8 años cuando comprendí que era diferente. Cuando eres pequeña y entras a un colegio lleno de niños, eso es lo único que ves, ¡niños! Para mí no había diferencia, hasta que un día me gritaron ¡NEGRA! Y todos rieron.
Yo no entendía nada y eso me llevó a mi primera visita al psicólogo. Pero luego comprendí que yo era diferente y eso no me gustó.
Más tarde, cuando ya estaba en secundaria, recuerdo bien séptimo curso. Todas mis compañeras tenían el pelo liso. Para mi ese pelo era bello.
Los profesores hablaban de los antepasados negros como esclavos. Supuse que yo venía de esclavos y no había nada más.
Jamás me hablaron de Garvey, Mandela o King. Nunca me hablaron de la negra Casilda y sus historias por ayudar a sus hermanos y llevarlos al palenque. Nunca comentaron nada de Rosa Parks. Jamás mencionaron que todos venimos de África.
Me enseñaban de Colón o de Washington y tuve que hacer mil textos sobre personajes que realmente hoy no recuerdo y que para mi historia como mujer negra no son relevantes.
Seguimos en la secundaria, alisandome y tratando de verme lo más blanca posible para ser aceptada socialmente.
Recuerdo un profesor que cada vez que me llamaba empezaba a hablar imitando a los negros. ¡Si, el mismo profesor fomentaba la discriminación! Pero me decía a mi misma que no pasaba nada, que solo es un chiste y había que continuar. Entonces trataba de borrar totalmente mi manera de hablar, mis palabras negras.
Yo soy de Bogotá (Colombia), una ciudad de blancos. En aquella época no había tantos negros como hoy día. Así que yo me alisaba químicamente, eliminaba mis costumbres e incluso un día me compre una crema blanqueadora. Nunca funcionó.
Yo estaba desesperada, tenía que aclarar mi piel. Siempre he sido la más oscura de la familia y yo no quería serlo. Cuando entré a la universidad seguía con el mismo pensamiento. Cuando me decían decían negra expresaba que no me gustaba.
Crecí en un ambiente socialmente blanco, donde es malo ser negro. Donde tener el pelo duro no es ser bonita y se supone que ser negra es tener culo y tetas. Bueno ya ustedes saben, no tengo ni lo uno ni lo otro.
Escuchando un día música llegue a la canción de Barrintong Levy «Mandela free». Oír esta canción me animó a investigar a mis ancestros. Entonces me dí cuenta que la sociedad me obligó a blanquearme. Escuchar NEGRA como insulto es algo que viven diariamente muchas mujeres Afro. Cambiar el cabello para ser aceptada socialmente está mal.
Pienso en cuantos niños más estarán siendo blanqueados socialmente sin darse cuenta. Son discriminados y no saben nada de sus ancestros ni de la gente que ha luchado por que no se vuelva a repetir. ¿Cual es la repercusión que puede tener todo esto en estos niños si no lo denunciamos?
No venimos de esclavos, venimos de seres humanos que fueron esclavizados, y esto no es lo que la escuela enseña. Por ejemplo me comentó un amigo chileno que a el nunca le hablaron de esclavitud o lideres negros en la historia, ¿por qué?, si Chile ‘siempre’ ha tenido negros, los afrochilenos.
¿Por qué esa educación tan «blanca» y ese afán de eliminar el rastro negro?.
Vivamos, luchemos y amemos por nuestras raíces.
Juliette Micolta es una modelo afrocolombiana que vive en Chile.
-Más del 10% de los habitantes de Colombia son Afrodescendientes. En algunas regiones como el Pacífico componen más del 90% de la población. Hoy son una la comunidad afrodescendiente de habla hispana con más empuje y empoderamiento.
-El estado de Chile no distingue a sus ciudadanos por el color de su piel, ni tampoco reconoce a los afrochilenos como un grupo étnico, por lo que actualmente no existe un mecanismo oficial para censar a la población afrodescendiente, y en consecuencia la cantidad de habitantes es incierta.
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Eres una guerrera tienes una voz que merece ser escuchada porque vivimos en un realidad donde todavia no aprenden que el ser diferente no nos hace inferiores que somos resistentes poderosos