viernes, febrero 7

No quiero ser negr@… Un problema transversal?

sad-black-woman-photo

Desde hace año y medio tengo la suerte de compartir mi tiempo con niños y niñas de todas las edades trabajando como monitora. Este tramo de tiempo me ha dado, me da y , aunque no quiera, me seguirá dando que ver muchas actitudes racistas en un contexto tan significativo como son las escuelas.

He podido observar como hay niños y niñas que desde que son conscientes de su diferencia, y debido al entorno al que están sometidos, no pueden aceptarse. No pueden porque se encuentran día a día con un sinfín de palabras, gestos, actitudes, miradas, burlas, publicidad y de incongruencias que no les permite ser pieza de puzzle en esta sociedad, pues no encajan.

No encajan de la misma manera que una persona adulta como yo, no encaja cuando comenta éstas observaciones. Ser afrodescendiente me sigue condicionando en negativo hasta cuándo argumento en contra de situaciones racistas, o mejor dicho, defiendo cualquier característica que no sea blanca. Pues la similitud de la vivencia solo me lleva a la emoción, a la empatía, a algo que consideran exagerado puesto que algunos y algunas no comprenden que es estar discriminado de forma encubierta e inconsciente.

Se hace una clasificación permanente, casi de facto, de lo que se debe tratar con los y las niñas y esta jerarquía da lugar a que el tema del racismo, dentro de la transversalidad pierda la visibilidad categorizándolo como un subfactor, una ramificación más de algo de la vida que termina normalizándose mediante la misma actitud de los y las adultas.

da07f284968f249ecfec229ad11c92aa_photodune-4086978-doubt-s-980-c

Casos como : el hecho de que niños y niñas de piel negra se vean claros, de color blanco o mulato, un autoengaño que responde así al reclamo de una sociedad diseñada por y para blancos; de hablar con un niño que comprende perfectamente el catalán y que sus compañeros y compañeras digan riéndose que no me comprende porque es de otro país; El hecho de usar términos que se refieren al negro para insultar o referirse al niño o niña; educadoras que resaltan las características facciones afros como si el niño o niña fuera un ente exótico, en vez de buscar un diálogo mediante el que normalizar ser una persona afro en un contexto blanco.

Ejemplos, aparentemente sutiles, que pierden consistencia al no ponerse encima de la mesa y terminan diluyéndose en el aire, pero eso sí: influyendo negativamente en la autoconcepción del niñ@.

La introspección más allá de lo que creemos ser, la autocrítica ante acciones y palabras que parecen inocentes hacía colectivos de raza, orígenes y cultura distintos a los nuestros es necesaria. Una reflexión a la que me sumo personalmente, porque yo misma y aún siendo afro he descubierto pensamientos y formas de actuar microrracistas en mi misma.

A la formación como monitoras y monitores, educadoras y educadores, acompañantes o simplemente como adultas y adultos se le debe sumar el conocimiento sobre el racismo y la aplicación del conocimiento realizando un diagnóstico mediante el cual se le dará una solución efectiva, más allá de excusarse con la transversalidad de la materia: con la voluntad de aplicarlo en un todo y por consecuencia aplicándolo en un nada.

 

Irina Illa

 

Irina Illa pueyo

Trabaja como monitora infantil, tiene el título de Técnica Superior en Educación Infantil, es Estudiante de ciencias políticas y es miembro activa de un sindicato de estudiantes.


Descubre más desde Afroféminas

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

7 comentarios

  • Mar

    Mi hijo es ochavón, o sea de apariencia bien blanca aunque tiene la nariz chatita y respingona, pero es exacta a la de su padre blanco.
    No hace mucho vino llorando porque en el cole le llamaban negro y le decían que él no era mallorquín porque, encima, habla con acento catalán. Vamos, que al pobre le dan por todos lados.
    Hablé con él… y acabó llorando porque no quería tener ni una gota blanca en su «mezcla»… y sí, me sentí orgullosa orgullosa de eso, tanto como él de «ser» negro.

    Es una anécdota. Pero creo que expresa bien lo que significa que «te vean negro» (y como algo negativo) aunque ni física ni culturalmente lo seas, lo que te provoca rechazo, tristeza, desubicación… Y como los padres hemos de empoderar a nuestros preciosos y mestizos hijos. Porque mientra corra una sola gota e negritud por nuestras venas, no somos ni nunca seremos blancos (y con mucha honra!).

    • Nadie.

      Es normal. Se nota el modo en que tú como madre influyes en tu hijo, forjando su carácter y personalidad, introduciendo tus ideas en su mente cuando es sólo un niño antes de que sea demasiado tarde. Solo espero que cuando sea adulto no se odie a sí mismo por tener sangre «blanca», ni se sienta menos cuando esté entre negros. Al menos cuando esté entre blancos supuestamente se sentirá más, o eso es tu deseo, ¿se sentirá más que su padre al que espero que no odie? En mi opinión nadie es más ni nadie es menos, y sentir algo de eso es un síndrome, es fragilidad intelectual. Hay que sentirse un individuo, con virtudes y defectos, libre, como los demás a quienes también verás como tales, sin connotaciones ni prejuicios, independientemente de como te vean el resto, si te afecta lo que piensen los demás de otros o de ti mismo, es una lástima. Mar, lo siento mucho por ti, creo que estás mal, la sociedad te ha hecho así, tal vez me equivoque, pero te noto muy resentida y acomplejada, y perdona si me equivoco, yo no soy psicólogo.

      Es triste que los niños sean así. Va en el carácter del niño, y no en su color de piel, ni de sus rasgos, ni en su peso, ni en nada tangible o fácil de ver. A veces el «abusón» tiene sobrepeso, otras veces el colectivo de niños se ceba con el «gordito». A veces se ríen del pelirrojo, otras veces no existe un motivo especial. En ocasiones simplemente ese día le tocó a aquel niño, y mañana le tocará a otro. Tú sólo ves como posible móvil el racismo, y ay de quien te lleve la contraria.

      Sé de un caso en el que chavales blancos españoles se cebaron en clase con un determinado chaval. Fue algo independientemente del aspecto físico de ese chaval, pero dio la casualidad de que ese chaval era muy muy muy blanco de piel, y pasó a ser el blanquito, el blancucio, el lechoso. Da la casualidad de que en esa clase habían dos chavales peruanos, de piel morena y ojos algo rasgados, y nadie les dijo nunca nada a esos chavales, es más, llevados por la corriente y la generalidad, si cabe ellos mismos podían cebarse con aquel blancucio, y te aseguro que no era por racismo, sino por la personalidad y el carácter de ese chico de piel tan clara.

      Creo que no sabes el significado de la palabra orgullo, aunque te creas orgullosa.

      Cuídate.

      • Mar

        No eres psicólogo. Se nota.

        Mi hijo es afrodescendiente y orgulloso de serlo. No odia a los blancos (vivimos rodeados de ellos) y quien marca la diferencia, con insultos y menosprecios, son ellos, nosotros simplemente le damos la vuelta. O pretendes que vivamos acomplejados por no ser suficientemente blancos? o en mi caso, no ser suficientemente flaca? Pues como a cualquier fobia (racismo, gordofobia, catalanofobia…) les decimos «que os den», somos negros (comunidad que nunca nos ha rechazado) y orgullosos de serlo.

Deja un comentario

Descubre más desde Afroféminas

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo

Verificado por MonsterInsights