Ébola

Las crisis desatadas en pocos días en España y EE.UU, con los primeros casos de contagio de Ébola fuera de África, han dado más luz a ese tremendo desastre que azota la parte occidental del continente siempre olvidado.

Más allá de las consideraciones que se pueden hacer sobre las consecuencias políticas, sanitarias o sociales que pueden tener éstos países la alarma desatada, lo que aquí nos ocupa son las consecuencias para esos millones que viven rodeados por la enfermedad.

Siento decir que el contagio de estos trabajadores sanitarios en esos dos países y el miedo desatado en occidente es lo que va a dar una solución a los africanos.

Desgraciadamente tengo la certeza que solo la posibilidad de que esto afectase a ciudadanos del primer mundo es lo que ha acelerado el trabajo en las vacunas que según se dice se esperan para marzo del año que viene.

Será tarde para miles de personas que en nuestro mundo no dejan de ser imágenes en carteles de ONG y que vemos, cada vez más, sus sufrimientos y padeceres con una frialdad pasmosa.

Espero equivocarme, pero creo que nos quedan por ver más consecuencias de esta catástrofe humanitaria que deja precisamente  la humanidad en muy mal lugar. Consecuencias sociales y de rechazo a ciudadanos afrodescendientes. Porque sólo cuando el miedo llega a nuestras puertas estas sociedades de premios Nobel,  Internet y opulencia es cuando reaccionan.

Y una vez más hay que decir que no estamos a la altura. Y una vez más hay que gritar que no puede ser un maldición haber nacido en África o con la piel negra. Reflexionemos.

Afroféminas

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