Querido hermano negro, sí a ti: te quiero
Te quiero porque entiendes cuando hablo de raíces, porque has sonreído cuando has visto entrar a ese médico negro, porque hablas bonito de tu madre.
Te quiero porque te he oído hablar de Sankara, emocionarte con el documental de Nina Simone, leer a Shirley Campbell.
Te quiero porque el otro día saliste a tomar algo con tus compañeros del trabajo y aunque aun eran las diez y media, volviste a casa. Porque no interviniste en esa conversación sobre “racismo inverso” pero frunciste el ceño; porque con el dinero que te ahorraste esa noche arreglaste la caldera.
Te quiero porque llevabas el puño en alto en esa concentración, en silencio: tu presencia. Porque me quedo dormida escuchando tus historias de cuando ni te llamaban “migrante” ni te llamaba por un número. Y cuando sale en la televisión ...