
Las creencias ancestrales de nuestras comunidades han sido blanco constante de burla, desprecio y borrado. A través de la colonización, la religión impuesta y la ciencia hegemónica, se han destruido saberes que nos conectan con nuestra historia y nuestra espiritualidad. Estas son siete formas en que ese proceso se produjo y se produce, a menudo de forma sutil pero profundamente violenta.
1. Educación colonial como única vía de conocimiento
Las escuelas enseñan historia, ciencia y cultura desde una visión blanca y eurocentrada, invisibilizando los aportes, saberes y cosmovisiones de los pueblos afro e indígenas. Lo ancestral, cuando aparece, se presenta como algo exótico o marginal.
2. Cristianización forzada e imposición religiosa
El proceso de colonización no solo fue político y económico, sino también espiritual. Nuestras religiones y creencias fueron demonizadas, perseguidas o absorbidas a la fuerza por el cristianismo, generando una ruptura profunda con nuestros dioses, nuestras prácticas y nuestra relación con el mundo invisible.
3. Apropiación sin reconocimiento
Elementos sagrados como el uso del incienso, el cacao ceremonial, los trenzados, los rituales de purificación o las danzas espirituales son tomados por industrias de moda, bienestar o turismo espiritual, vaciándolos de contenido y desconectándolos de sus comunidades de origen.
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4. Ridiculización en los medios de comunicación
Desde películas hasta noticiarios, se nos presenta como brujas risibles, chamanes farsantes o fanáticos peligrosos. El humor, la sátira y la desinformación refuerzan el desprecio hacia nuestras creencias y normalizan su burla ante el público general.
5. Regulación estatal que criminaliza lo ancestral
Las leyes de muchos países prohíben rituales, ceremonias o el uso de plantas sagradas, imponiendo marcos legales coloniales que desconocen la espiritualidad afro o indígena como parte legítima de la vida comunitaria.
6. Secuestro de nuestros elementos sagrados en museos
Muchas piezas rituales, objetos de culto y símbolos sagrados fueron robados durante la colonización y hoy permanecen encerrados en vitrinas de museos europeos y estadounidenses, presentados como “arte exótico” o “curiosidades antropológicas”. Además de despojarles de su función espiritual, se impide su devolución a las comunidades de origen, negando su carácter vivo y su significado cultural profundo.
7. Disfrazarse de nuestra espiritualidad en fiestas y carnavales
Nuestra espiritualidad ha sido convertida en “tema” para disfraces, espectáculos o carrozas en contextos festivos como carnavales, galas o fiestas temáticas. Personas sin ningún vínculo con nuestras tradiciones se visten de santeras, babalawos o deidades orishas, usando collares, batas blancas, turbantes y atributos sagrados como si fueran simples accesorios exóticos.
Proteger y reivindicar nuestras creencias ancestrales es resistencia. Frente a siglos de negación, recuperarlas es una forma de sanar, de reconstruir comunidad y de afirmar que nuestros saberes importan, que nuestras raíces viven.
Redacción Afroféminas

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