El Senado de la República Mexicana se convirtió el pasado 10 de abril en el epicentro de un hecho histórico: el Primer Panel Internacional de Mujeres Afropolíticas de América Latina y el Caribe. Organizado por la senadora Beatriz Mojica Morga, presidenta de la Comisión de Cultura, el evento reunió a representantes de 14 países y contó con la destacada presencia de la vicepresidenta de Colombia, Francia Elena Márquez Mina. El panel marcó un antes y un después en la articulación política de las mujeres afrodescendientes en la región, con un llamado unánime a detener la violencia racializada, construir justicia étnica y transformar radicalmente los sistemas políticos excluyentes.
La iniciativa fue concebida como un espacio de encuentro entre lideresas políticas afrodescendientes, para visibilizar y honrar su papel en la transformación de las estructuras de poder, y para construir una agenda común frente a los desafíos compartidos: el racismo sistémico, la discriminación, la violencia, la subrepresentación y la desigualdad estructural que enfrentan las mujeres negras en todo el continente.
“Hoy, en pleno siglo XXI, las mujeres negras y afrodescendientes de América Latina y el Caribe tenemos una esperanza de vida más baja que el resto de las mujeres de nuestros países. Si miramos el acceso a la educación, sigue siendo un desafío, y además, padecemos las tasas más altas de violencia”, expresó Francia Márquez desde la tribuna del Senado.
Una democracia que no nos incluye
Francia Márquez no se limitó a señalar las estadísticas, sino que trazó una profunda crítica estructural sobre la forma en que se concibe la democracia en la región. Su intervención recordó que los sistemas políticos latinoamericanos no fueron diseñados para las mujeres negras ni para los pueblos afrodescendientes.
“Nuestros sistemas políticos fueron construidos desde una visión colonial, patriarcal y racista (…) Por eso aún hoy nuestros sistemas políticos sostienen como estructura de dominación la violencia y el miedo”, dijo Márquez, en un discurso que fue aplaudido de pie por las asistentes.
Más allá de la denuncia, la vicepresidenta colombiana apostó por una agenda de reparación colectiva y transformadora. Destacó avances como la creación del Ministerio de Igualdad y Equidad en Colombia, orientado a cerrar brechas estructurales que afectan a mujeres, juventudes, pueblos étnicos y territorios históricamente excluidos. También subrayó el valor de la Ley 70 de 1993, que garantiza los derechos colectivos de las comunidades negras, incluyendo el acceso a la tierra, la educación y el desarrollo económico.
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Desde México: el reconocimiento de los pueblos afromexicanos
La senadora Beatriz Mojica Morga, anfitriona del evento, también reivindicó el momento como un hito para México, un país que durante siglos ha negado la existencia misma de su población afrodescendiente.
“Quiero recordar que hace apenas cinco años los pueblos afromexicanos no existían en las leyes ni en las políticas públicas. México se resistía a reconocer que 400 años de esclavitud dejaron cientos de pueblos afromexicanos a lo largo y ancho del país. Además, somos fundadores de la patria”, señaló Mojica.
Uno de los pasos recientes más importantes en materia de reconocimiento fue el anuncio de una próxima consulta a pueblos indígenas y afromexicanos sobre una iniciativa de Ley General de Derechos. Esta consulta tiene como objetivo garantizar derechos fundamentales a comunidades históricamente marginadas, en especial aquellas que han sido doblemente invisibilizadas por su raza y por su género.
Afropolítica: una estrategia de resistencia y transformación
El concepto de “afropolítica” estuvo en el centro del panel. No es solo de visibilizar liderazgos afrodescendientes, se trata de proponer un marco político nuevo, que incorpore la justicia étnica, la equidad racial, el antirracismo y la reparación histórica como ejes estructurales de la democracia.
La exvicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell, fue clara al señalar que las leyes de paridad no son suficientes si dentro de esa paridad las mujeres afrodescendientes siguen estando ausentes.
“Imaginemos una democracia donde, en un parlamento latinoamericano, no solo veamos una paridad numérica entre hombres y mujeres, sino que entre esas mujeres también estemos nosotras, las afrodescendientes. Solo así, las leyes y las políticas podrán responder a las realidades diversas de nuestros pueblos”, afirmó.
Mujeres afromexicanas: entre la invisibilización y la resistencia
El evento fue también un espacio de reivindicación para las mujeres afromexicanas, cuya existencia sigue siendo negada por amplios sectores de la sociedad y del Estado. Según la ENADID 2023, 3.1 millones de personas en México se reconocen como afrodescendientes, el 51% de ellas mujeres. Sin embargo, la discriminación persiste: el 40.8 % de las denuncias están relacionadas con falta de trato digno y el 28.6 % con desigualdad de oportunidades, según datos del CONAPRED.
ONU Mujeres ha destacado que, en México, las mujeres afrodescendientes enfrentan desafíos únicos, marcados por estereotipos, exclusión y ausencia de representación. La falta de reconocimiento oficial de su herencia cultural y su historia sigue siendo un obstáculo profundo para su plena ciudadanía.
Un legado de lucha compartido
Durante el panel, Francia Márquez rindió homenaje a Epsy Campbell y Kamala Harris, reconociéndolas como pioneras que abrieron camino para millones de mujeres negras. “Cuando Epsy llegó a la vicepresidencia, nosotros desde Colombia decíamos: tenemos vicepresidenta. Aunque estaba en Costa Rica, su triunfo fue colectivo”, expresó emocionada.
Este reconocimiento entre mujeres negras del continente no es simbólico, es una forma de trazar genealogías políticas que han sido borradas por siglos de historia escrita desde el poder blanco. Desde San Basilio de Palenque en Colombia —el primer pueblo libre de América— hasta las comunidades afromexicanas del Pacífico Sur, las mujeres afropolíticas están tejidas por una historia común de resistencia, ancestralidad y proyecto político.
Una hoja de ruta para el futuro
El Primer Panel Internacional de Mujeres Afropolíticas no fue un evento más: fue el inicio de una agenda articulada de liderazgo político negro en América Latina y el Caribe. Las palabras de Francia Márquez lo resumieron con claridad:
“La democracia no es solo ocupar un espacio de representación política; es ante todo la transformación real de las condiciones de vida del pueblo”.
La esperanza no está en los discursos vacíos, sino en la capacidad de estas mujeres de construir nuevas formas de poder, donde la vida digna, la equidad, el reconocimiento y la justicia étnico-racial sean el centro. Donde ser mujer, negra y lideresa no signifique más peligro ni más obstáculos, sino el comienzo de una transformación radical de nuestras democracias. AGENCIAS
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