
La reciente gala de los Premios Goya 2025 ha vuelto a poner de manifiesto la incómoda realidad de la persistente falta de diversidad racial en el cine español. A pesar de los avances sociales y culturales, la industria cinematográfica española sigue mostrando una notable carencia de representación de personas racializadas, tanto delante como detrás de las cámaras.
Es verdad que en esta edición se incluyó a los intérpretes argentinos Cuti y mariela Carabajal en las categorías de Mejor Actor y Actriz de Reparto, lo que podría considerarse como una señal de apertura hacia la diversidad. Sin embargo, esta inclusión puntual no debe distraernos de la cuestión de fondo: la nula presencia de profesionales de diversas etnias y culturas en el panorama cinematográfico español.
La única diversidad étnica real de esta edición la aportaron el documental La guitarra flamenca de Yerai Cortés, dirigido por C. Tangana, además de Mi hermano Alí y los cortometrajes Semillas de Kivu en Mejor Cortometraje Documental, y «Cafunè en Mejor Cortometraje de Animación. Sin embargo, en estos casos nos encontramos nuevamente con una constante en el cine español: las historias sobre personas racializadas siguen siendo contadas mayoritariamente por personas blancas. Una vez más, no somos protagonistas a la hora de narrarnos a nosotros mismos ni de contar nuestras propias experiencias. En lugar de liderar y dirigir nuestras historias, nos convertimos en objeto de escrutinio, en material de análisis bajo la mirada de quienes poseen el privilegio de decidir qué merece ser contado y cómo.
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Al analizar las ediciones de los Goya en los últimos años, la tendencia se mantiene. Aunque ha habido casos aislados de reconocimiento a profesionales racializados, estos son la excepción y no la norma. La mayoría de las producciones nominadas y galardonadas continúan reflejando una visión homogénea de la sociedad española, sin incorporar la riqueza cultural y étnica que caracteriza al país en la actualidad.
Esta falta de representación es un reflejo de la industria cinematográfica española, que sin duda tiene implicaciones en la percepción social. El cine es una herramienta poderosa que moldea imaginarios y construye narrativas sobre la identidad y la cultura. La ausencia de diversidad en nuestras pantallas contribuye a la invisibilización de comunidades enteras y perpetúa estereotipos que limitan nuestra comprensión de la realidad.
La industria cinematográfica españolatiene que tomar conciencia de esta situación y adoptar medidas concretas para fomentar la inclusión y la diversidad. Esto implica abrir espacios para actores y actrices de diferentes orígenes, además de promover la participación de guionistas, directores y productores racializados que puedan aportar nuevas perspectivas y enriquecer nuestras narrativas.
La diversidad no debe ser vista como una cuota a cumplir, sino como una oportunidad para reflejar la complejidad y la riqueza de nuestra sociedad. Solo así podremos construir un cine verdaderamente representativo, que celebre todas las voces y experiencias que conforman el Estado español.
La única diversidad étnica que se ha premiado proviene de historias contadas desde una mirada ajena, lo que sigue relegándonos a un papel pasivo. Un compromiso más profundo y sostenido por parte de la industria garantizaría que el cine español sea un espejo fiel de la diversidad que caracteriza a nuestra sociedad y que, finalmente, las personas racializadas podamos contar nuestras propias historias desde nuestro propio prisma.
Redacción Afroféminas

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