El 2 de agosto celebramos el centenario del nacimiento del escritor James Baldwin. Sus palabras incisivas y su testimonio inquebrantable siguen transmitiendo un sentido de urgencia que es tan relevante hoy como lo fue en su época.
En una ocasión escribió en “Notes on a Native Son” : “La gente está atrapada en la historia, y la historia está atrapada en ellos”. Baldwin fue más que un cronista profético de su época: expuso el núcleo purulento de la psique racial de Estados Unidos y arrojó luz sobre las injusticias que han plagado a esta nación desde su creación. A través de su poderosa prosa, amplificó las voces de los marginados, los oprimidos y los silenciados.
El legado de Baldwin es un testimonio del indomable espíritu humano. Salió de las profundidades de la pobreza de Harlem y empleó su prodigioso intelecto y su genio literario como arma contra los sistemas de opresión que buscaban definirlo. Aunque encontró refugio en Francia, el tumulto racial de su patria lo atrajo de regreso. Sus palabras fueron una potente denuncia de las injusticias que no se podían silenciar.
En medio de una gran agitación social, Baldwin emergió como una voz de claridad moral, hombro con hombro con los titanes del movimiento por los derechos civiles. Sin embargo, su liderazgo fue único, arraigado no en una comprensión organizacional sino en su inquebrantable capacidad para articular el dolor crudo que galvanizó a una nación. Fue testigo de las trágicas muertes de Emmett Till y Medgar Evers, y sus palabras fueron un réquiem inquietante por los caídos y una crítica mordaz de los actos racistas y del sistema que los asesinaron.
Hoy, la voz de Baldwin resuena con una relevancia penetrante. Su colección de palabras deja al descubierto las líneas maestras desde la década de 1960 hasta nuestro momento actual, desde la brutalidad policial hasta la desigualdad social que desencadenó un movimiento y las protestas de Black Lives Matter que siguen exigiendo justicia. Baldwin no era una optimista irracional. Sabía que el progreso era algo inestable y que la capacidad de Estados Unidos para el autoengaño era ilimitada. Creo que Baldwin no se sorprendería de nuestro impasse actual, solo se sentiría desconsolado, porque sabía que una nación que huye de su verdadera naturaleza nunca puede reinventarse por completo. Aun así, el suyo no es un legado de desesperación, sino de esperanza desafiante. La esperanza dio forma a un testimonio que resistió lo peor de Estados Unidos, pero reveló un poder particular: la capacidad del espíritu humano para redimir y redefinir una nación.
Al celebrar el centenario de Baldwin, deberíamos recordar su ejemplo, especialmente en esta época de ajustes electorales. Su vida y su obra nos recuerdan el poder del coraje moral para enfrentar la oscuridad. Los dones más acertados de Baldwin residen en sus escritos y en los Estados Unidos que imaginó, unos Estados Unidos que tal vez aún estén a nuestro alcance.
Baldwin escribió elocuentemente: «No todo lo que se enfrenta puede cambiarse, pero nada puede cambiarse hasta que se lo afronte». Honrar el espíritu de Baldwin nos invita a enfrentar las verdades que aún deseamos negar. Celebramos su legado cuando invocamos el coraje moral para convertirnos en ciudadanos, vecinos y la nación que siempre hemos prometido ser. Solo al enfrentar la oscuridad de nuestro pasado y nuestro presente podemos forjar un futuro que esté a la altura de la visión de Baldwin: un futuro en el que todos los estadounidenses puedan finalmente ser libres.
*Texto publicado originalmente en The Fulcrum
F. Willis Johnson
El reverendo Dr. F. Willis Johnson, Jr., se desempeña como vicepresidente de asociaciones y programación de Bridge Alliance. Es reconocido por su liderazgo en justicia social y racial, y es autor de «Holding Up Your Corner: Talking About Race in Your Community».
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