miércoles, diciembre 4

Un cine tan blanco como la nieve de la película de Bayona


Ayer tuvo lugar la 38ª edición de la gala de los Premios Goya del cine español. El evento, que se hizo un poco largo, es el escaparate del cine español y sus creadores. Pero no es de la duración de la entrega de premios de lo que queremos hablar, sino de la ausencia de diversidad racial que padece el cine español. 

No es fácil de entender que en una sociedad tan atravesada por la presencia de personas racializadas, su cine, las historias que los creativos del audiovisual cuentan, escribe, piensan e imaginan, no tenga reflejada esa diversidad. 

Si una persona cualquiera viniese de fuera y se diese una vuelta por este mundo de imágenes que crea la ficción española, pudiera pensar que vivimos en un mundo donde las personas racializadas no estamos aquí desde siempre, y de manera especial desde hace unas décadas. Quizás esa persona pudiera pensar pensar que no hay negros en España, ¿o creeís que sí?

Desgraciadamente, la presencia racializada en la gala de los Goya se ciñó al la frase de protesta del actor afrodescendiente Malcolm Treviño-Sitté, que pidió «Más diversidad racial en el cine español» mientras su acompañante no sabía que cara poner, y a las nominaciones del actor Julio Hu Chen y de las actrices Xinyi Ye y Yeju Ji por ‘Chinas’.  Por supuesto ninguno de los tres ganó el Goya. 

También cabe destacar el documental «Aunque es de noche», dirigida por Guillermo García López, que ganó el Goya a mejor cortometraje de ficción. Inspirada en la Cañada Real, barrio de Madrid donde cientos de familias viven sin luz desde hace años como venimos denunciando las organizaciones antirracistas. Estuvieron sus protagonistas Antonio Fernandez Gabarre y Nasser Rokni.


El actor ecuatoguineano Malcolm Treviño-Sitté reivindica mayor diversidad racial RTVE

Es sintomático que en las nominaciones la única presencia de personas racializadas sea en base a una película (una muy buena película), que trata precisamente la racialización y sus efectos.

El cine español solo puede vernos de una manera, tratándonos como un problema, algo a resolver, algo a contar, ya que no es la realidad de la mayoría. 

Cabría preguntarse si los creadores del cine español no conviven con personas racializadas o quizás solo sienten, como en su mundo, que las personas racializadas somos las que les ponemos el café en el bar de abajo o les llevamos los paquetes de Amazon y la comida preparada.

Hay dos maneras de ver el mundo y de ver el cine. La primera es el cine que transforma,  que imagina mundos donde las personas racializadas ocupan lugares más allá de la migración, del personaje necesitado de amparo de una persona blanca, o del camarero que sirve mesas en una cafetería de Madrid. 

O el otro cine, el que con la excusa de que el audiovisual debe ser un reflejo de la realidad, elimina a las personajes racializados, de cualquier plano, cualquier personaje interesante, cualquier personaje complejo. Un médico/a, un profesor/a un empresario/a, un/a policia. Todos estos personajes ya existen entre nosotras, ¿por qué no en el cine español?

El cine español muestra un mundo tan blanco como en el que viven sus protagonistas, los que lo manejan. Una buscaba en las butacas dela Feria de Valladolid personas racializadas y la escasísima presencia mostraba la realidad que vive el cine español.

Esta realidad es un reflejo de una sociedad incapaz de aceptar a las personas negras y racializadas en su entorno, a darles oportunidades equitativas y a verles más allá del camarero que nos sirve el café o el muchacho que nos trae el paquete de Amazon. 

La gran triunfadora fue la película de Bayona «La sociedad de nieve», qué retrata una época pasada, los años setenta en latinoamérica, de unos jugadores de un equipo de rugby uruguayos, de clase alta, que se ven atrapados en las montañas andinas. Es un retrato de un momento histórico, una historia real, cuando los afrodescendientes y nativos en Uruguay y en Latinoamérica no existían, eran los nadie. Su ausencia en esta historia en una latinoamérica de hace 50 años, es un retrato fiel de una sociedad racista y clasista, que es lo que era entonces, más que ahora.

Lo grave, lo triste, lo racista, es que el retrato que da el cine español del presente español, sigue siendo tan blanco como la nieve de la película de Bayona. 

Afroféminas



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