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lunes, mayo 13

Grada Kilomba


Grada Kilomba y su trabajo están en el centro de la cultura afroeuropea. La artista portuguesa, con sede en Berlín, ha explorado el trauma afrodescendiente desde el arte.

Cuando ella nació, en 1968, el Portugal salazarista sin Salazar, estaba librando guerras contra los movimientos de liberación en sus colonias. Estas guerras solo terminaron después la Revolución de los Claveles, que desencadenaría un año después la independencia de los antiguas colonias. Kilomba desciende de africanos occidentales (Santo Tomé y Príncipe y Angola), y creciendo en el Portugal posfascista en los 70 y 80, fue cuando vivió las primeras experiencias de racismo que configuraron su percepción del mundo.


Grada Kilomba. O Barco/The Boat. Teaser
Maat – museum of art, architecture and technology Lisboa

Kilomba es un apellido recuperado que aprendió de su abuela; no es el nombre que figura en sus documentos. En su primer viaje a África, a las islas de Santo Tomé y Príncipe, visitó plantaciones en busca de huellas documentales de sus antepasados que la llevaron a ser Grada Kilomba. La cultura y leyes portuguesas han borrado los apellidos de las familias africanas como la de ella.

Criada en la periferia de inmigrantes de Lisboa, Kilomba encontró en la psicología y el psicoanálisis tanto el inicio de su carrera profesional como métodos para entenderse a sí misma y su identidad. Pero su entorno la limitaba. Era la única estudiante negra en su departamento universitario y se sentía aislada. Además notaba que el ambiente no era propicio para la creación. había poca libertad.



Con un doctorado en filosofía, un título en psicoanálisis del Instituto de Psicología Aplicada  y una enorme experiencia en el tratamiento de personas con trastorno de estrés postraumático, la artista multidisciplinar ha explorado los problemas del trauma y la memoria, investigando cómo estos se relacionan con el racismo, el sexismo y el colonialismo.

Kilomba trató en Lisboa como psiquiatra a personas de Angola y Mozambique traumatizadas por la guerra, particularmente a mujeres y niños. Esto la marcó, tanto que convirtió el trauma en uno de los ejes de su trabajo.



Obtuvo una beca para completar su doctorado en Berlín y se quedó a vivir en 2008. Para ella Berlín era la libertad que no tenía y un centro del pensamiento negro en Europa, desde Du Bois a Audre Lorde.

En 2010 terminó su beca en el Instituto de Investigación Cultural de Berlín. En los años siguientes, enseñó estudios postcoloniales, psicoanálisis y el trabajo de Frantz Fanon en varias universidades, incluyendo la Universidad Libre de Berlín, la Universidad de Bielefeld y la Universidad de Ghana en Acra. También ha ejercido de profesora de Estudios de Género y Estudios Postcoloniales en la Universidad Humboldt de Berlín. Allí realizó investigaciones sobre las diásporas africanas, entre otros temas, y enseñó sobre el feminismo descolonial, la descolonización del conocimiento y la interpretación del conocimiento.

La obra de la artista portuguesa, que abarca cine, instalación, escritura crítica y performance, es muy emotiva; Kilomba aborda directamente el dolor inherente a la experiencia humana. Se describe a sí misma como una griot moderna, los narradores orales de África occidental y central, que descubren historias olvidadas y las cuentan con una mirada contemporánea. Sus obras han sido presentadas en varias instituciones artísticas de renombre en América, África y Europa

En 2008 escribió el libro Memorias de la plantación: episodios de racismo cotidiano. En 2019, fue traducido al portugués y en Brasil se convirtió en la obra de no ficción del año. El libro es una compilación de varios textos de racismo cotidiano, combinando el ensayo con la narración y la poesía. Los textos cuestionan la mentalidad blanca y patriarcal como la norma actual de pensamiento. Ojala pronto una traducción al español.

Afroféminas


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