jueves, noviembre 7

“No venimos a olvidar sino a reparar el daño que nos ha sido causado”

Cual terremoto, las diferentes expresiones del movimiento Black Lives Matter continúan teniendo réplicas y haciendo temblar los cimientos sociales e identitarios de Occidente a muchos kilómetros del epicentro.  Con todo, quizá sería mejor decir los epicentros, en plural, puesto que son muchos los núcleos en los que el racismo lleva operando siglos. Y de varias formas. 

La existencia de estatuas, que homenajean a personajes históricos cuyas acciones les granjearon aplausos y reconocimiento en sus lugares de origen y que, sin embargo, dejaron destrucción y muerte en los sitios a los que llegaron, ha puesto bajo el foco mediático una reivindicación que lleva tiempo viva, pese a que una de las partes implicadas se muestre sorprendida debido a que, hasta ahora, no se había molestado siquiera en escuchar. O puede que estuviera demasiado lejos de quienes se desgañitan exigiendo reparación y justicia desde hace una eternidad. 

El viernes 17 un grupo de activistas se congregó en la estatua de Colón de Madrid acompañadxs de un muñeco con forma de llama (el animal andino) y, jugando con la homonimia, portaron un cartel de grandes dimensiones en el que podía leerse “Fuego al orden colonial”. 

En esta entrevista nos cuentan más acerca de sus porqués y de sus cómos. 

En Boston decapitaron la estatua de Colón y en Saint Paul, cerca de Minneapolis, la derribaron, ¿qué significado tiene una figura como esa para el movimiento antirracista, en una orilla u otra del Atlántico?

Significa la imposición violenta de un relato histórico basado en la glorificación de las figuras importantes del imperialismo, la esclavitud y el colonialismo. Procesos históricos que supusieron la ocupación de territorios hasta nuestros días (Abya Yala o África) su expolio, la eliminación de los pueblos originarios, de sus formas de vida, sus saberes… Esta simbología ha sido empleada por el poder blanco para sostener una superioridad sobre nuestros pueblos y tierras. Además, no se trata solo de una cuestión simbólica, se traduce en una realidad material. Estas estatuas sostienen la ideología dominante del sistema que no es otra que una ideología colonial e imperial sistematizada durante el colonialismo y que se ha servido y se sirve de la idea de raza para ejercer su dominio mediante la clasificación mundial de las poblaciones humanas. Y se traduce en la cotidianidad empobreciendo, controlando, encerrando, persiguiendo y matando, ya sea en la vía pública, en una cárcel, en un CIE o en frontera.

Como personas nacidas en Abya Yala/Latinoamérica, podríais explicarnos cómo os enseñaron la Historia ligada a lo que aquí llaman “Descubrimiento de América”?

 + Hay un relato ambivalente que ha ido cambiando en el tiempo. La resistencia a la narrativa del «descubrimiento» ha existido siempre y en el último siglo tuvo más espacio en el pensamiento más cercano a espacios académicos y políticos. Para cuando fueron los 500 años del inicio de la colonización ya había debate sobre cómo llegábamos a ese momento y qué asuntos estructurales permanecían y cómo estaban relacionadas con los problemas que viven nuestras sociedades. Y más adelante en varios países se ha procedido a sustituir la conmemoración por el «Día de la Resistencia de los Pueblos Indígenas» por ejemplo, o a la retirada de estatuas en algunos casos. Con todo, todavía se mantiene una mirada doble, más colonizada y colonizante desde los espacios de poder institucional y más reivindicativa desde lo popular que va calando poco a poco.

 * En el caso de Chile, los españoles recién pudieron cruzar la Cordillera de los Andes en 1541 (50 años después de la llegada de Colón a América),  consiguiendo la Independencia de la Corona Española en 1810. Podemos mencionar que no hay una sola visión al respecto. Fueron las órdenes religiosas españolas (Jesuitas y Capuchinos) quienes se hicieron cargo de la educación y la cristianización de los pueblos indígenas, fueron los encargados de someter ideológicamente la aceptación de los colonos invasores, para lo cual necesitaban mostrar una historia edulcorada del genocidio mediante la conformación de una identidad mestiza, Así la historia oficial que se entrega a lxs chilenxs en la escuela es a través de los textos de historia y de religión. El 12 de Octubre (1921) se instituyó oficialmente como el «Día de la Raza» hasta que en 2018 se cambió el nombre por «Día del encuentro de dos mundos». 

 Por otro lado, la intrahistoria, nos enseña la que nos transmitieron nuestros ancestros cuyas narraciones nos llegaban a través de cuentos y leyendas en la que nos mostraban al pueblo mapuche (que sigue resistiendo y defendiendo su raíces, territorio y cultura) como un pueblo del cual estar orgulloso y que queda reflejado en los versos de Alonso de Ercilla y Zúñiga: «La gente que produce es tan granada, soberbia, gallarda y belicosa. Que no ha sido por rey jamás regida, Ni a extranjero dominio sometida»

 Para el pueblo mapuche y quienes apoyamos y defendemos sus derechos inalienables, el 12 de octubre es el Día de la re-significación, el Día de la Resistencia Mapuche.

¿Entonces sí ha cambiado, de alguna forma, la manera de contar ese episodio tan determinante para la Historia con el paso del tiempo?¿De qué manera?

 + Es un proceso diferente en cada territorio. La tendencia general es de cambio hacia una mayor afirmación por parte de los pueblos originarios y de los sectores populares en sus vínculos con estos pueblos. Al mismo tiempo, existe una resistencia muy grande de parte de los poderes instaurados en los países, las oligarquías herederas de la colonia que se han mantenido históricamente y las clases que se benefician indirectamente del extractivismo por ejemplo – para que estos cambios no se produzcan y en todo caso lo originario se folklorice o se instrumentalice, anulando su sentido político y haciéndolo una pieza más de la supuestamente deseada modernidad. Personalmente siento que se ha avanzado más en nuestro territorios que en el Estado español en ese proceso de cambio.

 * La resistencia permanente de los pueblos originarios es la motivación que ha promovido el cambio de nombre. El pueblo mapuche junto con otros pueblos originarios se manifiesta todos los 12 de Octubre, reivindicando en las calles ante una conmemoración controvertida, que sigue siendo una expresión de una visión histórica racista y genocida.  Sin embargo, entre descendientes de pueblos originarios hay comunidades que celebran y aceptan el 12 de Octubre como un Encuentro Cultural de dos mundos a través de la folklorización de sus danzas y expresiones culturales.

¿Cómo afecta/contribuye en la construcción identitaria de la población de vuestros países que esa sea la narrativa imperante? 

 + Recurrir a las metáforas de la colonización o la supuesta superioridad de la modernidad es una estrategia que se usa por parte del poder para deslegitimar el aporte y las reivindicaciones de los pueblos originarios. En Perú Alan García llamaba «perros del hortelano» a quienes se oponían a los proyectos extractivistas por el altísimo impacto que han tenido o podrían llegar a tener en la Madre Tierra y en sus propias comunidades. También la publicidad, los medios de comunicación mantienen imaginarios racistas y ponen muchas resistencias cuando son señalados. Pero en general el sentir es de un cambio positivo a cuestionar esos esquemas y quizá a buscar la manera de hacer viables los referentes propios en este contexto que cada vez resulta más violento.

¿Cuánto de doloroso o de liberador es el proceso de toma de conciencia de lo que sois, representáis y significáis en vuestras sociedades de origen y en esta? 

 + Es un proceso muy doloroso tomar conciencia de cuál ha sido el impacto de la colonización en nuestros pueblos. Ante eso la pregunta de quién soy, en qué parte de esa estructura de poder estamos situadxs y qué podemos hacer genera cierto vértigo. Encontrarte con personas cuyos orígenes pueden ser diferentes a los tuyos y comparten el sentir de que la forma actual en la que se enaltece la colonización y el racismo en este territorio tiene que cambiar es reconfortante y responder con acciones individuales en lo cotidiano y colectivas más amplias como el ArtEvento Descolonicémonos 12 de Octubre Nada Que Celebrar o lo que hacemos hoy genera comunidad y da fuerza para seguir trabajando en el cambio de imaginario que no sólo es necesario para nosotrxs o nuestros pueblos sino para la propia dignidad en este territorio.

Dicho esto, vayamos al acto en cuestión, ¿en qué ha consistido vuestra protesta y quiénes o qué colectivos la han organizado?

El movimiento antirracista de Madrid ha acudido al llamado a la acción del movimiento Black Lives Matter y de todos los que desde distintas partes del mundo protestan contra los iconos y representaciones coloniales y racistas. Nos congregamos en la plaza de Colón, frente a la estatua, decenas de colectivos para realizar una intervención  que exija el retiro de las estatuas de colonos y esclavistas del territorio español y todo símbolo que glorifique ese pasado de vergüenza. Hemos pedido también abolir el decreto que declara el 12 de octubre como Fiesta Nacional. Porque esos monumentos y fechas señaladas sobre los que España cimenta su identidad nacional son recordatorios de sangre para los pueblos originarios y las comunidades racializadas del mundo, glorifican el genocidio y la esclavitud de millones de personas. Y lo peor es que esas prácticas coloniales sigue plenamente vigentes. Asistimos hoy en Lepe y Huelva a la quema de campamentos en los que se hacina a migrantes entre cartones y plásticos, mientras se les culpa de ser focos de contagio de la COVID-19. También nos manifestamos por ellos y por todas las víctimas y supervivientes de la violencia migratoria dentro y fuera de las fronteras españolas. Símbolos como la estatua de Colón justifican la dominación racial y toda la violencia contra nuestras comunidades.

7.      ¿Qué simboliza la llama y por qué os inclinasteis por hacer una protesta con esta forma?

La llama es el camélido andino doméstico. Lo elegimos porque nos servía de una manera práctica como –y perdón por el occidentalismo– «llama de Troya» para entrar en la plaza «amurallada» de Colón, rodeada de cámaras, llena de símbolos del supremacismo blanco español y con una estatua inaccesible a 17 metros del suelo. Muchos de los pueblos de Abya yala nos sentimos apelados por esta llamita. La llama apela a muchos pero no a todos, por eso la entendemos solo como un vehículo para llegar a nuestro objetivo. Dentro de esta criatura estaban los activistas con una enorme pancarta en la que puede leerse «Fuego al orden colonial» que son quienes hicieron esta performance política. La llama es también una palabra polisémica, no solo habla del animal, también de la llama de fuego. Todo el rato hemos jugado con esa ambigüedad. El hashtag de la acción es #ColonEnLlamas. Porque lo que nos interesa es que esto arda, que esto caiga, pero no por destruir sino para reconstruir otro tipo de memoria que repare a los pueblos maltratados en siglos de colonialismo.

¿Tiene  consecuencias meterse con Colón? ¿De qué tipo?

Claro. Colón simboliza el inicio del proceso colonial global y los siglos de violencia racial que hoy permanecen en pleno vigor». La identidad nacional española se cimenta sobre la esclavitud y la explotación, el borrado y genocidio de los pueblos originarios, sobre el expolio histórico y el saqueo de sus territorios. Recuerda a los migrantes de las excolonias ese hito del imperialismo español y refuerza la narrativa del supremacismo blanco sobre los cuerpos racializados. De esa manera se intenta legitimar la maquinaria de muerte que continúa activa. Ir ahí a desactivar ese relato es atrevido y tiene mucha fuerza. En este entorno rodeado de cámaras se encuentra también izada la bandera española más grande del mundo y es, por su simbología, la plaza preferida de los partidos de derecha y ultraderecha para sus mítines políticos. El conocido «trifachito» formado por PP, Ciudadanos y VOX selló su alianza en este mismo marco incomparable con el trasfondo del monumento escultórico llamado los «Jardines del descubrimiento», que el año pasado estos mismos colectivos renombraron como los «Jardines del genocidio». Los fascistas  se vuelven locos si le tocas este símbolo, porque sobre éste y otros sostienen su orgullo como nación. 

Y en este proceso los medios de comunicación tienen un papel importante porque tienden a dar más voz a los mensajes de odio que a los de las personas que viven las consecuencias de que Colon siga subido en esa estatua con el imaginario racista que genera.

Hay quien dice que no se puede revisar la historia desde el presente y que es importante conservar ciertos monumentos o estatuas para no olvidar… ¿qué soléis responder cuando os hacen ese tipo de comentarios?

No venimos a olvidar sino a reparar el daño que nos ha sido causado y que tiene más de cinco siglos de duración. Occidente no sería hoy sin el expolio y la destrucción de nuestras ancestralidades. La lucha por la reparación histórica bebe de nuestras memorias antirracistas y anticoloniales. Una memoria compartida, no solo con otras comunidades y pueblos racializados en la inferioridad humana, sino que bebe de otras hermanas y hermanos que lucharon antes, y estas a su vez provienen de quienes lucharon antes. La historia colonial y racista que hoy señalamos aquí merece una revisión porque lo que hace es ensalzar nuestra muerte y destrucción. Eso es lo que representa. Nuestra aniquilación. Exigir que se haga una revisión es el primero de los pasos hacia una reparación real y efectiva. Pero esta exigencia está acompañada del cuestionamiento al sistema-mundo existente y su constitución en clave de desigualdad racial. Venimos a abrir el debate sobre la memoria racista y colonial de España, la manera en la que se mantiene este legado y la forma en la que se materializa sobre nuestros cuerpos y comunidades.


Lucía Mbomío

Periodista, actualmente en “Aquí la Tierra” en TVE
Twitter @luciambomio 
Istagram: luciambomio



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