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jueves, marzo 28

Breve introducción al afrofeminismo para personas NO afro. Parte I

Mark Strandquist / Performing Statistics

Todas tenemos amigas, conocidas, vecinas que se dicen feministas, pero que apenas ven oportunidad preguntan muy seriamente ¿Por qué le ponen el prefijo afro a todo? 

¿Por qué se autodiscriminan? ¿Son un ghetto ustedes?  ¿Por qué necesitan de su propio día, si ya hay un día de la mujer?… Y, cuantas veces lo explicaste? y, cuantas veces lo dejaste pasar? 

A partir de hoy, respondamos con nuestra mejor sonrisa: entra a este link y lo descubrirás! (porque a nosotras nos toca militar, pero educarse es responsabilidad de cada una).

El feminismo negro se abre paso como una corriente de feminismo en la que dar lugar a reivindicaciones propias de las experiencias de las mujeres negras en tanto sujetas inmersas en múltiples opresiones sociales producto de encarnar cuerpos e identidades no hegemónicas, cuerpos e identidades racializadas, construidos desde la mirada e interpretación y valorización de sujetos y sujetas hegemónicas , “normales” funcionales a la norma, que en el caso del hombre blanco encarna la figura del hombre o sujeto universal. Nada menor, pensando que , a partir de este modelo supuestamente universal se organiza toda la concepción de derechos humanos…


La tienda de Afroféminas



En la década de los ‘70 del siglo recién pasado,  mujeres negras se comienzan a organizar activamente en un sentido político frente a las desigualdades que experimentaban y con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las mujeres negras. Diversas organizaciones de mujeres se conforman bajo esta búsqueda, con diferentes formas pero con un mismo objetivo,  o sea que, más allá de las diversidades las organizaciones feministas negras logran crear diferentes ámbitos de debates. 

El feminismo negro se constituye desde sus inicios como interseccional ya que, problematizar las luchas de los feminismos hegemónicos implicó abordar la discusión sobre  machismo, por supuesto, y su conexión con el sexismo y el clasismo propio de nuestras sociedades occidentales, capitalistas, liberales y por tanto, el racismo inherente a ellas.

Y, si a esto le agregamos las características locales de la región, la conformación política y económica de nuestros estados nación que se basaron en  la consolidación y la expansión del capitalismo a través de la trata esclavista, si tomamos en cuenta los relatos e historias oficiales en las cuales la población afro  así como la población indígena es constantemente negada y donde las mujeres negras son doblemente negadas ya que no se les reconoce ni su valor en términos productivos (mano de obra con una plusvalía ya que además de trabajo forzado esclavo sus hijas e hijos nacían también esclavos por tanto eran propiedad del amo y por tanto significaban más mano de obra , más productividad, más rentabilidad, más capital) ni su valor en términos poblacionales como habitantes de nuestros países territorios, territorios  que consolidaron sus independencias gracias a la fuerza entrañable de millones de personas que lucharon por ella, y entre las que se encontraban por ejemplo las lanceras mujeres afro e indígenas que estuvieron al frente del campo de batalla y que nunca han sido siquiera nombradas por la historia oficial.. y cuando sí han sido nombradas se les convierte en anécdota o en cosa curiosa, exotizante.. vemos entonces, como además de estas dos dimensiones (machismo, sexismo), el racismo en américa latina ha sido y sigue siendo un eje vertebral de los sistemas socioculturales americanos, latinoamericanos y por supuesto de la sociedad uruguaya. Y, concuerdo con Quijano en que es “de esta forma que  la colonialidad del poder y la perspectiva eurocéntrica de conocimiento se encuentran unidas por la raza y el racismo como instrumento principal de dominación mundial”

Por tanto, son las experiencias de discriminación racial, la preocupación por la igualdad de género y la reivindicación por el autorreconocimiento étnico sumado a la toma de conciencia sobre nuestra herencia africana lo que lleva a que orgullosamente nos denominemos hoy AFROfeministas.

Vale decir que, todo esto, lo tomamos como hechos de la realidad que forman parte de un pasado que requiere ser conocido y comprendido pero que no nos pertenece,el afrofeminismo no se basa en quejas ni en reproches ni mucho menos en sacar provecho de antiguos dolores, como dicen algunas malas lenguas… no son dolores propios de nuestras cuerpas y existencias, pero sí, las cargamos emocional e históricamente, por que la iniquidad EXISTE, porque somos seres racializados y eso significa que aún hoy se fomenta produce y reproduce las desigualdades con repercusiones que no dejan de ser estructurales, pues, hoy cargamos con las desigualdades generadas tiempo atrás y hoy producimos desigualdades que serán herencia de las nuevas generaciones.

Ahora, si el feminismo de por sí implicó la problematización de ciertas estructuras, estructurantes y estructuradas y por ende, generó un movimiento radical del pensamiento y del accionar, el feminismo negro es la radicalización “al palo”, en qué sentido? por que vuelve a  problematizar estas estructuras, las deshace, las expone con nuevas interpretaciones y eso inevitablemente las deconstruye… aportando así a la construcción de nuevas estrategias políticas al feminismo. Un ejemplo concreto es la noción de interseccionalidad de Kimberly Crenshaw que cristaliza  lo que ya Angela Davis venía produciendo en este cruce entre raza,género, clase.

Ser mujeres negras y feministas, implica por supuesto el luchar contra los sistemas de opresión patriarcales, machistas, xenóbofos, misóginos, lesbotransfóbicos, clasistas… por supuesto, pero, sobre todo, los feminismos negros se alzan en contra de la categoría conceptual de la mujer, singular y singularizante que, se construyó en base a un modelo esencial y diacrítico de lo que es ser mujer… concepto que gracias a la vida y a las que han dado esta pelea, se está deconstruyendo y estamos empezando a verlo bajo la lente de la diversidad, en la que muchas que nunca parecieron pertenecer a esa categoría hoy si encuentran su lugar….. ser mujer afrofeminista implica también reconocer a  otras etnicidades y sus procesos de lucha y sus vivencias, por que en tanto sujetas inmersas en un sistema mundo racializado;las mujeres afro no somos las únicas en vivir la discriminación por motivos étnico raciales,es urgente que se entienda que otros grupos étnicos como por ejemplo las hermanas indígenas en tanto sujetas no normativas, son sujetas que poseen otras vivencias racializadas. Diferentes a las nuestras, pero igualmente urgentes y preocupantes. Y plantearlo, identificarlo, atacarlo, proponer acciones para derribar ese sistema y sus mecanismos , ese es el motor de los feminismos negros, porque de eso se trata el pensamiento interseccional: ninguna lucha es más importante, más legítima, más dolorosa o más urgente que las otras. ¡Todas juntas, todas libres!. 


Fernanda Olivar

Antropóloga Social
Especialista en Políticas Sociales
Integrante del colectivo Diálogo Político de Mujeres Afrouruguayas y del colectivo Mujeres y
discapacidad.
Docente universitaria y tallerista en afrodescendencia y derechos humanos.


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