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martes, marzo 19

Mucho gusto, Chimamanda

Foto connectnigeria.com

Mujer, negra, considerada la voz del feminismo actual, nigeriana, escritora, protagonista de dos TEDx con más de 20 millones de visitas, portada de revistas, se convirtió en música de Beyoncé y tema de colección de Dior, pero todavía muy desconocida por el “feminismo blanco”. Chimamanda Ngozi Adichie es una de esas escritoras que vino a romper varios tabúes a la vez. Chimamanda presenta una África que no se conoce mucho. En sus libros aborda temas raciales, cuestiones sobre género, preconceptos con relación a inmigrantes y cómo la mayoría de las personas no africanas tienen una visión distorsionada de África y de su población.

Además de ser independiente en un país donde las mujeres apenas pueden andar solas (vive entre Estados Unidos y su natal Nigeria), ella muestra al resto del mundo una realidad muy distinta de lo que se suele ver en las televisiones: una Nigeria que lucha, que estudia, que ama y que sufre más por prejuicio que por su propia realidad. Se posiciona contra una sociedad racista y misógina, muestra que vale la pena correr atrás de lo que se cree y, sobre todo, confrontar nuestros propios prejuicios.

Nacida en septiembre de 1977, Chimamanda creció en un campus universitario en el este de Nigeria llamado Nsukka. Con familia de clase media, su padre era profesor y su madre administradora. Su amor por los libros comenzó con autores extranjeros, pero ellos la hacían pensar que personas como ella no podrían existir en la literatura y, por eso, ella escribía sobre lo que leía: personas blancas de ojos azules y ciudades cubiertas de nieve. Creía que los buenos libros debían ser exactamente sobre las cosas con las que no podía identificarse. Un tiempo después, descubrió producciones africanas y percibió que personas como ella también podrían existir. Fue cuando su estilo cambió y pasó a escribir sobre lo que conocía.

Al cumplir 19 años, fue a una universidad de Estados Unidos y allí fue criticada sobre la falta de «africanidad» en sus textos, pues poseían personajes africanos de clase media que conducían, estudiaban y no estaban muriendo de hambre. Fue cuando ella vivió una sensación de no pertenencia, ya que escribía sobre su realidad y no sobre lo que los autores occidentales pensaban como que era África. Lo que ellos no entendían era que resumir un continente enorme a una de sus realidades retiraba la autenticidad de cualquier escritura diferente a eso.

La autora tiene dos conferencias que sirven como una bella introducción a su mundo y sus perspectivas de vida. En «El peligro de la historia única», Chimamanda habla sobre la falta de representativa negra en los libros que leía y cómo es peligroso conocer sólo una cara de la historia. Así ella cuenta cómo fue su llegada a Estados Unidos:

«Mi compañera de cuarto se sorprendió conmigo. Ella me preguntó dónde había aprendido a hablar inglés tan bien y se confundió cuando dije que, por casualidad, Nigeria tenía el inglés como su lengua oficial. Después preguntó si podía oír lo que ella llamó mi ‘música tribal’ y, consecuentemente, quedó muy decepcionada cuando toqué mi cinta de Mariah Carey. Lo que me impresionó fue que sintió pena de mí antes incluso de haberme visto. Mi compañera de cuarto tenía una sola historia sobre África. Una sola historia de catástrofe. En esa única historia no había posibilidad de que los africanos fueran iguales a ella, de ninguna manera.”

Siendo una de las principales feministas y pensadoras de la actualidad, sus libros fueron traducidos a exactos 31 idiomas, y cada vez más vienen conquistando lectores desde la publicación de sus primeros cuentos y novelas. Su primer romance, Hibisco morado (2003), fue premiado como el mejor primer libro del año. Con Medio sol amarillo (2006), sobre la guerra de Biafra, ganó el premio de ficción del Baileys Women’s Prize de 2007 y el de «mejor de los mejores» de la década del mismo premio. La escritora también fue distinguida en 2008 con una promesa del futuro en la categoría de Jóvenes del Año y recibió una beca de 500.000 dólares para estudiar sobre cuestiones de género. En 2010, Chimamanda entró en la lista de los 20 autores de ficción más influyentes con menos de 40 años.

En 2012, participó en una conferencia en el TEDx llamada «Seamos todos feministas» y escribió un libro homónimo sobre este momento. Allí cuenta que, al publicar su primer romance, escuchó una crítica afirmando que el libro poseía un tono feminista. Entonces, fue aconsejada a no denominarse como tal, ya que las feministas serían mujeres no africanas, que odiaban a los hombres y eran infelices porque no tenían maridos. Apartir de esto, Chimamanda se definió como «feminista feliz y africana que no odia a los hombres y usa pintalabios y tacones para sí misma, y ​​no para los hombres». Y sigue: «algunas personas me preguntan: ‘¿Por qué usar la palabra feminista? ¿Por qué no decir que usted cree en los derechos humanos, o algo parecido? «Porque sería deshonesto. El feminismo hace, obviamente, parte de los derechos humanos de una forma general, pero elegir una expresión vaga como ‘derechos humanos’ es negar la especificidad y particularidad del problema de género”.

En una de sus conferencias Chimamamnda cuenta que no se había dado cuenta que era negra y lo que esto representa hasta que se muda a Estados Unidos y allí le trataban de forma diferente. «Cuando vivía en Nigeria nunca pensé en mí misma como negra porque allí casi todo el mundo era negro. Crecí pensando en mí misma como igbo [etnia nigeriana], o como católica, pero nunca como negra. Al mirarme al espejo, lo que veía era mi piel era de color chocolate, algo que me gusta mucho,  pero esto no me otorgaba un valor, pero al llegar aquí me di cuenta de que en Estados Unidos sí, las personas tienen un valor de acuerdo con el color de su piel». Y resume: «Convertirme en negra fue un proceso y ahora estoy muy feliz de serlo».

Por formar parte de la literatura africana, Chimamanda nos proporciona, sobre todo, una perspectiva diferente sobre los países del continente africano, más especificamente Nigeria, rompiendo con estereotipos y llamando la atención sobre «Los peligros de la  historia única». Los libros de Chimamanda son un ejercicio de deconstrucción de una visión europea sobre los países africanos, más que rompiendo con estereotipos, nos hace entender que necesitamos oír la historia desde la perspectiva de quien la vive. Todas las personas necesitan leer al menos un libro de Chimamanda para dejarse deconstruir ciertos paradigmas, para permitir que la historia sea contada a partir de una óptica diferente.

Chimamanda, tiene un papel muy importante para la reflexión del racismo, ya que, habiendo su trabajo traducido a más de 30 lenguas, la escritora permite que las pautas se planteen, sobre todo, que la cuestión sea problematizada en diferentes países. Aunque, literaturas que abordan cuestiones relacionadas con el racismo, actualmente no reciban la debida importancia, la autora trae el debate a esta esfera con toda su inteligencia, activismo y capacidad. Que cada vez más Chimamanda pueda ganar premios, que sus libros puedan ser cada día más vendidos, sus discursos oídos, que más personas puedan conocer su trabajo y reconocer su importante papel en el feminismo, que se problematice el machismo y el racismo, colocando en pauta y trayendo la reflexión crítica para los problemas que están subordinados al mundo blanco hegemónico.


Mariana Torres

Brasileña viviendo en España, psicóloga, especialista en género, promoción de la salud y desarrollo social.

3 comentarios

  • Ana Julia

    Buenos días:

    He leído a Chimamanda, definitivame la escritora es un talento que nos representa y alza su voz, nuestras voces mediante el arte de escribir. También soy escritora de cuentos de mi realidad en Colombia; en donde también los extereotipos están a la orden del día, debido a la ignorancia y falta de educación efectiva.

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