Me siento orgullosa de pertenecer a una raza que por sí sola y a costa de sacrificios, procura elevarse a la altura de las demás y lucha, trabaja y estudia para vencer (…) bastante tiempo hemos tenido el dogal y la mordaza, tanto tiempo hemos callado, así pues, el espíritu del siglo reclama que nuestra voz se levante.
Úrsula Coímbra de Valverde
En medio de los cambios que se estaban operando en la sociedad cubana en los quince primeros años del siglo veintiuno, en la que el racismo, instaurado nuevamente en nuestra sociedad, sacaba a la luz viejos y nuevos problemas relacionados con los conflictos raciales. En un escenario creciente de complejidades, en el que era necesario abrir espacios que contribuyeran, de una manera u otra, a la construcción de nuevas identidades que erosionaran los viejos esquemas de la discriminación racial y el patriarcado, visualizar las nuevas formas en que se expresaba el racismo se hacía necesario. Ese fue el contexto donde se creó el Grupo Afrocubanas.
En su primera década, comienzo a relacionarme con profesionales académicos y activistas –algunos ya conocidos- que desde finales del veinte, debatían el silencio que el tema racial tenía en el discurso oficial. No estaban de acuerdo con lo que se planteaba, de que un debate sobre ese problema acarrearía la división de la unidad nacional. Ya en ese tiempo, existían espacios donde se intercambiaban ideas y experiencias sobre esa temática. Fue en aquellos años, que durante un evento en Casa de las Américas conocí a Inés María Martiatu. Nuestra empatía fue inmediata. Comencé a visitarla. Las mujeres negras se convirtieron en el tema central de nuestras conversaciones. Apremiaba una nueva forma de conciencia intelectual que rompiera el silencio que sobre ellas mantenía la historiografía cubana. Coincidíamos en que había que visualizarlas para mostrarlas tal cual fueron y son.
Nos propusimos partir de las luchas que, con ese mismo u otros objetivos, muchas llevaron a cabo antes que nosotras. Había que visibilizar el racismo como uno de los grandes problemas de nuestra sociedad y reafirmar, no solo, la dignidad histórica de las mujeres negras cubanas, sino visualizar a las de las nuevas generaciones, porque a veces, la sociedad no las ve, o se empeña en verlas de la manera estereotipada, con que han mantenido su imagen desde la etapa colonial.
El momento imponía seguir ensanchando la brecha ya abierta por otras para que nuestra sociedad fuera más justa y participativa. Era necesario que las mujeres negras no tuviesen constantemente que desdibujarse, debido a los códigos estéticos impuestos, para poder acceder a ciertos y determinados espacios laborales.
Esas y muchas otras razones sustentaron la creación del Grupo. Su nombre debía ser representativo de una agenda que enfrentaba el racismo, el sexismo, la discriminación racial, la exclusión, la invisibilidad, la violencia, la batalla histórica contra los estereotipos, el desarrollo de una consciente identidad racial y, por su alcance, contribuir a la consolidación de nuestra memoria histórica, cuestión fundamental en el resurgimiento del debate contra el racismo y la discriminación racial. Afrocubanas nos pareció el nombre adecuado.
Fuimos sus fundadoras: Inés María Martiatu, crítica de teatro, Daisy Rubiera, historiadora, Sandra Álvarez Ramírez, psicóloga y bloguera, Carmen Gonzalez, poeta y Paulina Márquez, pintora. Todas con una identidad racial definida quienes, desde nuestro quehacer creativo, multidisciplinario y multigeneracional, declaramos nuestras pretensiones o posicionamiento a manera de contradiscurso en la construcción de una nueva memoria histórica que reivindicara a las mujeres negras de siglos anteriores y actual que se hubiesen destacado por su pensamiento y accionar.
Una vez constituido el Grupo, se incorporaron otras mujeres: Georgina Herreras Cárdenas a quien, más adelante, por sus aportes y edad, acordamos nombrar Miembra de Honor, Irene Esther Ruiz Narváez, licenciada en Ciencias Políticas, nuestra actual secretaria operativa, Yulexis Almeida Junco, profesora de la Universidad de La Habana, quien se desempeña actualmente como coordinadora de la Tertulia “Reyita”, Oilda Hevia Lanier, también profesora universitaria del Centro de Altos Estudios de la referida universidad, atiende la coordinación de investigaciones y publicaciones. Amalia Margarita Cruz Vilain, profesora de la Facultad de Comunicaciones, a cargo de ese campo en el grupo coordinador.
La mayoría de ellas y con nuestra misma línea de pensamiento, pertenecían a una nueva generación, quienes, en un permanente diálogo intergeneracional, aportaron y aportan ideas nuevas, renovadas, acorde a los tiempos que estamos viviendo, conscientes de la necesidad de no dejar cerrar la brecha que, “las negras viejas de antes”, al decir de Georgina Herrera, abrieron con tanto esfuerzo y amor, para que ellas transitarán más libremente y se convirtieran en el necesario paradigma de este nuevo siglo.
No se excluían a varones ni a mujeres blancas. Los primeros aceptaron nuestra invitación, pero nos acompañaban (y nos acompañan) esporádicamente, entre los que sería ingrato no mencionar a los permanentes: Tomás Fernández Robaina y Tato Quiñones. Las segundas, se sintieron identificadas con nuestro quehacer y se nos unieron.
Su coordinación fue horizontal, privilegiaba el consenso, donde la participación de cada una, desde el ámbito de su actuación, era respetada por el resto y en la que al trabajo en colectivo se le daba la mayor importancia, con tareas específicas a las integrantes grupo, según fuera el caso. Esa forma de organización se mantiene con algunos cambios relacionados con los tiempos que corren.
Fueron muchos los obstáculos que tuvimos que sortear: incomprensiones, dificultades de todo tipo, falta de apoyo, de reconocimiento, medios necesarios y espacio para llevar adelante el trabajo que nos proponíamos hacer y, sobre todo, romper el silencio comunicativo. A pesar de ello, el Grupo Afrocubanas inició su quehacer.
Sus objetivos debían fundamentar su creación, entre ellos: sacar a la luz el aporte de las mujeres negras cubanas en la historia de nuestro país, contribuir al desmontaje de los estereotipos negativos, racistas y sexistas que habían venido (y vienen) circulando históricamente sobre ellas y nosotras, aportar a la historiografía cubana nuevas e interesantes investigaciones relacionadas con ellas e, incorporarnos al debate que sobre la problemática racial se estaba llevando a cabo.
Era muy importante la reconstrucción del pensamiento feminista negro cubano, para propiciar su análisis y estudio. Constituir un espacio de capacitación, superación, reflexión y debate permanente sobre temas acuciantes de la realidad del país desde una perspectiva racial y de género. Espacio que se le nombró, Leyda Oquendo como homenaje a la desaparecida investigadora y luchadora contra el racismo y la discriminación. Por razones ajenas a nuestra voluntad tuvo una sola emisión. Más tarde fue reiniciado con el nombre de Tertulia Reyita, con una frecuencia trimestral.
En correspondencia con esos objetivos los resultados alcanzados, desde su fundación hasta la fecha, no son más que la expresión de nuestro compromiso de luchar para que la sociedad cubana sea más inclusiva, justa y participativa. De ellos dan fe:
Afrocubanas: historia, pensamiento y prácticas culturales. Libro fundacional que se inscribe en nuestros propios referentes, la herencia de una historia de lucha, la batalla contra el racismo y la discriminación racial. Portador del legado histórico, cultural y religioso de las primeras generaciones de africanas introducidas y esclavizadas en Cuba y de sus descendientes que, desde su óptica genérica lucharon denodadamente para conquistar un espacio desde el cual luchar por sus derechos. Obra que hizo visible el grupo que le dio origen el cual ha tenido un gran impacto dentro y fuera del país.
Más cercano en el tiempo, la publicación de Emergiendo del silencio: mujeres negras en la Historia de Cuba, ofrece distintas situaciones por la que atravesaron las mujeres negras, sus éxitos, logros que alcanzaron, las estrategias, argucias, iniciativas y subterfugios legales que generaron para enfrentar y sobrevivir a todos los retos que la vida puso ante ellas.
La obra, además, de dignificarlas de alguna manera, contribuye al desmontaje de los prejuicios y estereotipos con que fueron construidas y, sobre todo, un avance en la reconstrucción de nuestra memoria histórica. De gran impacto entre los y las lectores cubanos y con el cual, independientemente de su recién publicación (ya agotada), se han organizado talleres y lecturas comentadas en diferentes comunidades y grupos.
Importante ha sido el reconocimiento alcanzado por la Tertulia Reyita. Como señalé anteriormente, espacio de capacitación, superación, reflexión y debate permanente sobre temas acuciantes de la realidad del país y, sobre todo los que tienen que ver con problemas no resueltos, vistos de una manera crítica desde una perspectiva racial y de género. Lugar en el que, en cada encuentro, se suman más personas de ambos sexos, grupos etarios y profesiones, convirtiéndose, además en espacio multiplicador de lo allí debatido. Espacio en el que no podían faltar debates sobre la reproducción de estereotipos raciales en la familia, la educación de niños y niñas en la que se aprenden comportamientos racistas que luego, en la adultez, es más difícil romper, las necesarias respuestas que las niñas negras necesitan para enfrentar las burlas que reciben por su apariencia, sobre todo si mantienen el cabello natural, las opiniones sobre la presión social sobre el cuerpo de las mujeres afrodescendientes, que se evidencia desde las primeras edades, cuando se forma la personalidad, y con ello deben lidiar madres y padres de niñas negras. Machismo y racismo en las comunidades religiosas, tema que nos permitió debatir acerca de cómo el ámbito religioso cubano es también reflejo de la sociedad actual y en él se expresan los distintos modos de discriminación racial y machista.
La literatura para niños, niñas y jóvenes, tema que se centró en los valores negativos, sexistas, machistas y discriminatorios que se encierran detrás hadas, brujas, duendes, princesas y príncipes. En tal sentido se hizo énfasis en que dificultan la creación de referentes positivos para niñas y niños negros, quienes no encuentran asideros en animados y personajes literarios que reproducen los cánones eurocéntricos.
Logramos insertar en la Universidad de La Habana cursos optativos sobre: Raza y género, e Historias escondidas: negras y mulatas en La Habana colonial, impartidos por integrantes de nuestro Grupo, profesoras de esa institución educativa.
Aprovechamos todos los espacios a nuestro alcance para incorporar temas relacionados con las mujeres negras cubanas en programas de mucha audiencia en la radio y la televisión de alcance provincial y nacional. Transmisiones con un significativo impacto en la radioescucha y teleaudiencia expresado por medio de las múltiples llamadas telefónicas a esos medios, agradeciendo la información brindada y solicitando el mantenimiento de los mismos. Sistematicidad que por causas ajenas a nuestra voluntad no se ha logrado, pero que seguimos insistiendo en ello.
Otro de nuestros resultados importantes es el Directorio de Afrocubanas (2016) realizado por Sandra Álvarez Ramírez, una de nuestras integrantes residente en Alemania. Instrumento digital que hace visible el legado de las mujeres negras y mestizas en la cultura cubanas residentes dentro y fuera del país. La selección fue bastante amplia. Incluyó, desde figuras históricas, profesionales, científicas, deportistas y artistas hasta activistas destacas por su aporte al tema racial. En el momento de su presentación contaba con 185 fichas biográficas, la mayoría con texto, vídeo y fotografías en casi 40 categorías.
Conscientes de que las profundas desigualdades sociales que generaron los cambios económicos que se llevaron a efecto como medidas para la palear la crisis económica que afectaba el país, impactaban con más fuerza a la población más desposeída, entre las que se encontraba en muchas de las comunidades cubanas, la afrodescendiente, hizo que las integrantes del Grupo Afrocubanas nos trazáramos como nueva meta incorporarnos al camino del activismo social, independientemente del compromiso y el sacrificio que requería. En tal sentido acompañamos a la Red Barrial Afrodescendiente a través de un plan temático de capacitación sobre la problemática racial en Cuba, encaminado al empoderamiento y producción de saberes de todas y todos los integrantes de ese grupo comunitario. En ello, aportamos nuestros esfuerzos, multiplicando y socializando conocimientos, para la formación y capacitación de lideresas y líderes locales.
Cada mes, las y los integrantes de la Red Barrial recibían conferencias, talleres, seminarios, que desnaturalizaban la discriminación racial y su relación con otras desigualdades. Trabajo que no se circunscribió a la comunidad en que aquel Proyecto fue creado, sino se extendió a todos los otros barrios de La Habana vinculados al mismo.
Actividad que nos demostró que, además de lo que veníamos haciendo, era allí también, donde había que llevar a cabo acciones que pudieran contribuir al desmantelamiento de muchas de las prácticas discriminatorias, para que cada quien encontrara las vías personales para superar y enfrentar, no solo las distintas formas en que se manifestaba el racismo, sino otras formas de discriminación que también les afectaba.
Fue muy gratificante para nosotras ver, cómo conjuntamente con el trabajo que llevaba a cabo la Red, contribuíamos a que, en esas comunidades, se ganara conciencia de sus problemas, trazaran estrategias, crearan sus discursos reivindicativos, sus proyectos de sobrevivencia y, sobre todo, aumentaran su autoestima, se fuera conformando su identidad racial, se sintieran dueñas y dueños de su propia historia, crecieran y muchos de ellas y ellos comenzaron a sentirse orgullosos del color de su piel.
Se hace camino al andar, y durante todos estos años de trabajo hemos rebasado los objetivos trazados al inicio y nos hemos proyectado nuevas metas en correspondencia con nuestras aspiraciones. Pretensiones, sobre todo, relacionadas con el logro de una conciencia común, que cristalice los esfuerzos que, por más veinte años, venimos realizando intelectuales, académicos, activista y grupos en la lucha por una sociedad más inclusiva, participativa y justa.
Nos encontramos en una etapa diferente a la del momento histórico en que se creó este Grupo. Los nuevos tiempos, demandan de acciones novedosas que contribuyan a la búsqueda de soluciones de los problemas que aquejan a la mayor parte de la población afrodescendiente cubana, Consecuente con ello, trabajamos para ampliar nuestro trabajo como activistas sociales multiplicando los espacios de reflexión y debate sobre la temática racial a nivel de las comunidades, con un lenguaje atrayente, que llegue a las personas con quienes compartimos nuestros saberes, intentando superar el divorcio en que tradicionalmente se mueve entre la academia y esos espacios. Nuevas metas que confirman que, para nosotras, Afrocubanas es algo más que un Grupo de trabajo, es una actitud ante la vida.
Daisy Rubiera
Escritora, historiadora e investigadora y fundadora del Grupo Afrocubanas.
Se ha destacado en la escritura de testimonios de mujeres.
Creó en 1987 el Centro Cultural Africano Fernando Ortiz, en Santiago de Cuba, institución que dirigió hasta 1993. Especialista de Estudios Culturales de la Dirección Provincial de Cultura de esa ciudad, entre 1978-1988.
Redactora-editora de la Editorial Oriente entre 1973 y 1978. Historiadora Comisión de Historia del Partido Comunista de Cuba, provincia de Oriente (1968-1973).
Pertenece a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y a la Sección Identidades, Diversidad y Comunicación Social de la Sociedad de Psicólogos de Cuba. Es miembro del Consejo Editorial de la Afro-Hispanic Review de la Universidad de Vanderbilt, Nashville, Tennessee.
Actualmente está jubilada pero continúa investigando sobre la vida y obra de las mujeres negras cubanas.
Información tomada del Directorio Afrocubanas
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