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sábado, julio 27

Entrevista a la periodista Esther Nguema: “Me parece importantísimo que haya cada vez más visibilidad de todas las razas en televisión, para que las personas dejen de ver lo diferente como una amenaza”

 

Esther Nguema

Contundente, humana, generosa y valiente, Esther Nguema, a quien mucha gente conocerá por haberla visto desde hace dos décadas en diferentes canales españoles de televisión, se desnuda en una entrevista larga y profunda en la que cuenta qué ha sucedido en todo este tiempo para llegar a ser quien es.

El periodismo ha sido una parte importantísima de su vida, que le ha permitido descender a las profundidades excluidas que la sociedad olvidó y, a través de los medios de comunicación, tratar de denunciar su situación y, por otro lado, conocer a algunas de las personas con más poder del mundo, como el ex presidente de EEUU, Barack Obama.

Hace un tiempo, decidió  iniciar una nueva andadura y sumergirse de lleno, porque es apasionada y si lo hace, debe ser así, en el mundo del coach y del crecimiento personal, de modo que, actualmente, continúa entrevistando a seres humanos pero, ahora, con la intención de que se quieran, tarea nada fácil. Sin embargo, ella consigue lo que se propone y esto también lo logrará. No me cabe ninguna duda.

 Has trabajado alrededor de 20 años en televisión y  tienes, aunque no lo parezca en absoluto, 40, ¿cómo valorarías este tiempo?

Ha sido un auténtico privilegio y un regalo inmenso, porque cumplí mi sueño de convertirme en periodista. El ritmo trepidante, la sensación única del directo, el montaje audiovisual, los retos que afrontamos en equipo…  Es un trabajo perfecto para mentes curiosas e inquietas con alergia a la rutina. He trabajado en noticias de casi todas las secciones: sociedad, cultura, política, internacional y hasta me ha tocado hacer especiales de fútbol. Le doy las gracias a todas esas personas que me han permitido asomarme a sus historias y a algunas de ellas, por haberme confiado su intimidad.

¿Te puedes creer, Lucía, que comencé la carrera de periodismo con la idea de convertirme en corresponsal de guerra? y te aseguro que aquella mente idealista de entonces estaba dispuesta a arriesgar su vida para denunciar abusos e injusticias. Ahora, las agencias mundiales deciden lo que existe y lo que no en este planeta. Con el tiempo, me he convertido en alguien más realista conmigo misma y consciente de mi sensibilidad ante el dolor del otro. Soy capaz de ponerme en modo profesional y obviar mis emociones, pero ahora, con más madurez, sopesaría el coste personal de trabajar en un conflicto bélico. Todavía quedan grandes profesionales a los que admiro y muchos de ellos arriesgan su vida por contar la realidad de lo que sucede, especialmente en países sin libertad real de prensa.

¿Y cómo llegué a la televisión? Porque la vida me regaló un disgusto profesional cuando era muy jovencita. Cuando estaba en segundo de periodismo, me hicieron un casting para un informativo de televisión. Yo no tenía experiencia y lo hice fatal… tan mal que hasta los técnicos de plató se conmovieron al ver lo nerviosa que estaba y me dejaron repetir varias veces. Era normal que no supiera cómo manejarme delante de una cámara porque no tenía ninguna experiencia. Recuerdo que me fui llorando desconsoladamente a casa pensando que había perdido la oportunidad de mi vida, pero me hice una promesa: “No voy a parar hasta aprender a hablar delante de una cámara”.

Cada caída es una oportunidad de reinventarte y yo, de forma instintiva, utilicé lo ridícula que me sentí en aquel casting como motivación para superarme. Empecé en televisiones locales de Madrid y de forma natural fui dando pasos hasta llegar a las nacionales. No me ha supuesto un gran esfuerzo lograr mis metas, porque cuando amas tu sueño, una parte de ti siente que no está trabajando, sino que está jugando. Y confirmo que la vida te da muchas oportunidades, así que eso de dejar pasar el tren y que no vuelve es una chorrada enorme, ja,ja,ja, Hay trenes para todos y pasan muchas veces.

Durante estos años, he vivido muchas cosas. He tenido la oportunidad de meterme en los barrios más peligrosos de España. Lugares donde la droga, la suciedad y la pobreza son rutina. Suelo viajar de mochilera por muchos rincones del mundo y he visto miseria, por supuesto, mucho más extrema que aquí, pero yo no olvido ciertos poblados chabolistas en España, donde presencié cómo decenas de ratas y jeringuillas usadas estaban a pocos metros de niños. Una parte de ti tiene que respirar muy profundo y esperar que la denuncia social de los medios de comunicación sirva para algo…

Siempre me ha gustado acercarme a los considerados “marginales” o “los invisibles”, me refiero a que me encanta entrevistar a personas que han vivido un infierno, siento mucho respeto por ellos, por sus vidas y por cómo logran sobrevivir en una sociedad que les rechaza. En la oscuridad puedes encontrar mucha luz y aprendizaje.

Trabajar en televisión te da oportunidades de conocer a personas y lugares únicos. Tan pronto estás cerca de una de las autoridades más importantes del planeta, como entrevistas a un actor de Hollywood, como hablas con una prostituta o con un adicto al sexo que confiesa sus mayores desmanes delante de una cámara.

¿Y qué no es tan bueno?

Los egos que se enloquecen por unos minutos en televisión, la falsedad que nace del miedo a que te quiten lo que crees que “es tuyo”, pero sobre todo la deshumanización. Todo eso existe, pero yo he tenido la suerte de trabajar durante años con grandes profesionales. Cuando “te crías” con gente intelectualmente despierta y con principios, una parte de ti sabe que el buen periodismo no ha muerto, por más que se nos critique.

EN PLATÓ

Como cualquier periodista de calle veterana soy muy hábil consiguiendo información, pero tengo mis límites éticos. Tengo un avisador interno que me dice: “Hasta aquí”.

 Y otra cosa, no me gusta que se trate a los periodistas como máquinas. Mantener por sistema a una persona sometida a tantas horas de trabajo y extrema exigencia es terminar quemándola absurdamente. Los reporteros por lo general somos hormiguitas, es decir, currantes natos. Hay que cuidar a los equipos de calle muy especialmente, porque somos los que nos jugamos la cara.

¿Qué momento nunca olvidarás de tu trayectoria en el mundo del periodismo? Yo me acordaré toda la vida de haberte visto en directo cuando Obama hizo su primera visita oficial a España.

 Para mí fue cumplir un sueño. No soy muy mitómana, pero siempre hay excepciones… y deseaba tener la oportunidad de estar cerca de Obama. No hice nada para que ocurriera y simplemente sucedió. Me mandaron cubrir su visita a Madrid.

Los mejores regalos de tu vida suelen llegar sin que te esfuerces. La vida te trae lo que necesitas porque si empujas con ansiedad puedes ahuyentar tus sueños y desgastarte inútilmente. Claro que en ocasiones es bueno “mover el presente”, es decir hacer algo… pero lo verdaderamente importante llega a tu vida de forma fluida.

Entrevista a la periodista Esther Nguema: “Me parece importantísimo que haya cada vez más visibilidad de todas las razas en televisión, para que las personas dejen de ver lo diferente como una amenaza”

Estar cerca de Obama significó mucho para mí. Estamos hablando del primer presidente negro de Estados Unidos… y con todos sus defectos, hizo grandes esfuerzos por cambiar muchas cosas. Ideologías a un lado, para mí fue un honor.

¿En quién te ha transformado el periodismo?

No sé si soy como soy por ser periodista o si soy periodista porque soy como soy. En realidad, las dos cosas. Para responder a tu pregunta… el periodismo me ha ayudado a saber manejarme en situaciones de extremo estrés. Colocarte delante de una cámara ante millones de personas sin tiempo, tantas veces, para integrar bien la información… marca tu carácter. Una parte de mí está diseñada para el directo y cuanto más caótico sea el ambiente, mejor me muevo, ja,ja,ja . Sabes a lo que me refiero, Lucía: los reporteros nos solemos crecer ante las dificultades. Es como si nuestro cerebro desplegara todo su potencial en situaciones en las que un ser humano normal se quedaría en blanco, ja,ja,ja. Cuando doy conferencias o talleres noto esas tablas. Para mí el directo es vivir en el presente y si te desconcentras, te confundes. Es atención, concentración, entrega… me gusta mucho.

Por otro lado, el periodismo me ha ayudado a abrir mi mente y a adquirir interesantes conocimientos. Es cierto que olvido, fácilmente, cuando adquiero muchos conocimientos muy rápido. Cuando me especialicé en internacional durante un par de años, me obsesioné con conocer el contexto, la historia, el trasfondo de las noticias que contaba. Devoraba libros de historia, veía documentales y me hacía esquemas para entender el contexto de las noticias. Era una tarea eterna, pero me encantaba… claro que tuve que bajar el nivel de mi propia autoexigencia por mi salud. Quería saber mucho en tiempo récord.

COLLAGE

El periodismo también me ha regalado gente maravillosa, muchas risas… trabajar en la calle con equipos crea unos lazos potentes. Vives situaciones de estrés increíble, incluso aunque se trate de temas alegres, debes entregar a tiempo tu video o llegar al directo de turno… y el estrés es lo habitual en el periodismo televisivo de actualidad. Tengo recuerdos maravillosos con operadores de cámara, (son mis favoritos, no lo puedo remediar). Siento un cariño inmenso por algunos de estos compañeros… hemos vivido muchas experiencias.

Ser periodista también me ha dado un plus de seguridad en mí misma, porque cuando cumples tus sueños una parte de ti se siente orgullosa y te resulta más sencillo retarte para conseguir otras metas. A veces siento inseguridad y miedo. Es normal, pero procuro trabajarme para no dejar que me dominen.

Cuando yo empecé en la televisión tú ya estabas y lo hacías genial. Aún recuerdo el día en el que me encontré contigo, por primera vez, en los pasillos de Telemadrid, hasta me puse nerviosa ¿eras consciente de lo que, como mujer afro periodista, representabas para otras?

No. Yo nunca me creí representante de nadie porque nunca me vi como Esther negra o blanca o amarilla. Yo era simplemente una chica que quería ser periodista y punto. Nunca me etiqueté, ni me he preocupado por ello.

Hace casi 16 años me paró un chaval negro por la calle para preguntarme extrañado “¿y cómo lograste tú conseguir este trabajo?”, eso me impactó. Esa mentalidad limitada no suma. Tampoco la de ese vecino blanco que me felicitó asombrado, hace una década, por tener coche propio, ja,ja,ja . Me quedé  sorprendidísima. ¿A cuántos blancos felicitas por tener su vehículo?  Por no hablar de las veces que me han dicho: “Qué bien hablas español”, y mi respuesta es “Claro, porque soy española”, y me lo vuelven a repetir como si no entendieran: “Pero hablas muy bien español, hija” y yo insisto: “Señora, es que nací en España” pongo cara de resignación, porque nos podemos tirar dos horas en bucle.

A lo largo de mi vida cuatro o cinco veces me han dicho “puta negra” o “vete a tu país”. Sientes, ya sabes, una mezcla de dolor, rabia y frustración. No entiendes por qué esa hostilidad. A mi hermanito con quince años le rodearon unos veinteañeros y le dieron collejas, al tiempo que le gritaban “mono”. Ese tipo de situaciones puede sacar a la fiera que llevo dentro y me permito la licencia de que salga la Esther que tenga que salir cuando se traspasan límites como éste.  Por sentido común o simple humanidad, quisiera que la gente dejara de hacerse tanto daño.

Por lo general evito vivir en el odio, no quiero luchar contra nada, porque para mí luchar contra algo es alimentarlo. Sí creo en la denuncia social, en que las personas defiendan sus derechos y su dignidad personal.  Me respeto y me quiero, y si tú no me respetas y no me quieres pasa de mí, déjame tranquila y si no lo haces, haré lo mejor para mi propia supervivencia. Puede ser que te ignore o puede ser que te confronte. Haré lo que esté en coherencia conmigo en el momento preciso.

Ahora, algo mayor, soy más consciente de lo que significa ser negra en televisión, pero no me considero representante de ningún colectivo. Siento decirlo crudamente, pero yo no me caso con etiquetas o responsabilidades que yo misma no haya elegido.  En ese sentido soy rebelde.

Tú, Lucía, eres una activista maravillosa a la que admiro y me gusta difundir lo que haces, porque siento que sumas y que vibras con ello. Mi pasión es otra: impulsar el desarrollo personal y el potencial humano, porque ahí está la raíz del sufrimiento. El racismo, la xenofobia sólo es un síntoma de lo dormida que está todavía la sociedad. Afortunadamente, cada vez más personas se están despertando y conectan con el amor, y dejan de responsabilizar al otro de sus miserias. Basta de culpar al otro de tu sentido de insuficiencia humana.

¿Y tú pensabas que, por el hecho de serlo, tendrías más problemas para trabajar en televisión? ¿Acertaste con tus “predicciones”?

Para nada… ya te digo que no le dediqué un minuto de mi pensamiento. No seré yo la que se limite con ideologías de ese tipo. Si vas con ese miedo creas esa realidad. Claro que me olía ciertos prejuicios, por ser una “mulata bonita”, pero tuve más dificultades en quitarme de encima lo de “bonita”. A veces, incluso, no me ponía maquillaje para no sentirme “tan mona”, porque pensaba que eso restaba credibilidad. Ahora, me gusta salir guapa y me siento igual de profesional. Cualquier creencia que te hace sentir inferior, que tapa tus cualidades adquiridas o naturales o que te boicotea es totalmente prescindible. Como suelo decir: “No te compres todo lo que te cuenta tu cabecita”. Adoro mi raza, me encanta, amo mis raíces… Estos pensamientos y sentimientos sí me suman.

Como coach

Si alguien fue racista conmigo en el trabajo, no lo hizo a la cara y aunque yo me oliera los aires ideológicos de ciertas personas, sus prejuicios o etiquetas yo no las hago mías. Y si me tocan mis valores básicos, pondré límites muy claros. Soy muy agradable y fácil de tratar, pero también se huele que tengo carácter y que no soy fácil de intimidar. Si un compañero sobrepasa lo que considero mis límites, yo pongo el freno. Soy más de tener buen rollo en el trabajo y de evitar conflictos. La verdad es que me he sentido muy respetada en general, con escasas excepciones.

En mis inicios, en la tele, estabais la cantante Lucrecia, Francine Gálvez, Desirée Ndjambo, Sanáa Harraki y tú y antes de eso, Jennifer Rope y  DNoe. Trece años después, yo no observo grandes cambios en cuanto a número de profesionales negras que hagan imagen, es más, yo diría que hay menos (que estén delante de cámara, al menos) ¿cómo lo ves tú? ¿consideras que es algo importante?

Me parece importantísimo que haya cada vez más visibilidad de todas las razas en televisión, para que las personas dejen de ver lo diferente como una amenaza. Estoy segura de que las generaciones de afrodescendientes o de cualquier otra etnia o cultura, vienen pisando fuerte. Confío en ello.

Sea como fuere y hablando ahora de mujeres, personas LGTBI, con diversidad funcional y de otras comunidades minorizadas, en medios, ¿lo cualitativo importa más que lo cuantitativo? O sea, es más importante que salgamos o que salgamos bien (sin estereotipos, etc…)

Esa pregunta es muy buena Lucía y no sé si sabré contestarla. Quizá cambie de idea en un tiempo… pero ahora te digo  que es más importante la visibilidad. Desde dentro se pueden hacer más cosas que mirando desde las gradas. Si me das a elegir prefiero que salgamos bien sin estereotipos, pero entre salir y no salir, mejor que salgamos siempre.

Insisto en que no me considero representante de nadie, pero soy consciente de que puedo ser ejemplo para futuras periodistas latinas o africanas, más que nada porque muchas de ellas me lo han dicho por la calle. Si eso les ayuda, motiva, estimula… maravilloso.

Llegó un día en el que decidiste parar y explorar nuevos mundos, ¿qué has encontrado en tu periplo?

Llevo muchos años compaginando mi crecimiento personal con mi trabajo como periodista y llegó un día en el que me sentí preparada para ahondar en mi segunda pasión. Soy coach especializada en comunicación y relaciones saludables. Me formé mucho y me sigo formando, porque adoro aprender y, hoy por hoy, además de periodista estoy especializada en gestión de fortalezas y de bloqueos humanos. Me formé en Coaching, Programación Neurolingüística, Inteligencia Emocional, Mindfulness… Doy talleres, conferencias, tengo sesiones de coaching individuales y me fascina particularmente el mundo de las parejas. En las relaciones sentimentales salen nuestros demonios, dolores, viejas heridas y trabajar con ello es una oportunidad de crecimiento inmenso.

Creo en las fortalezas de cada ser humano de este planeta, en las infinitas posibilidades de cada uno, pero también veo que existe mucha ignorancia, miedo y falta de voluntad. Mi anhelo es que las personas seamos cada vez más plenas, auténticas, reales, felices… que despertemos y dejemos de sufrir innecesariamente, por pensamientos que nos esclavizan o emociones que no sabemos cómo gestionar. Hay tanto sufrimiento, tanto sentimiento de insuficiencia en los seres humanos, tenemos tanta necesidad de sentirnos queridos…

Muchas personas malviven persiguiendo objetivos con los que realmente no vibran, con relaciones sentimentales que les generan un permanente sufrimiento, viviendo vidas miserables por no atreverse a mirar hacia dentro e ir a por lo que realmente quieren. La vida no creo que sea eso, y estamos llenos de creencias que nos tienen robotizados. Mi anhelo y trabajo es seguir despertando y ayudar a las personas a hacerlo. No pretendo ser perfecta, ya no… y que nadie me idealice, por favor. Como cualquier humana tropiezo, pero me lo permito, porque sé que mi anhelo es convertirme en un ser cada vez más consciente. Eso no quita que si veo algo que no me cuadra me pueda enfadar y decirte cuatro cosas. Es lo que tiene ser humana.

Mi sueño es fusionar coaching, crecimiento o desarrollo personal con los medios de comunicación. Soy perseverante.

Nos meten mucho miedo con el tema de que si dejamos la tele luego no podremos volver, tú has demostrado que eso no es verdad…

Claro que no, he vuelto una y otra vez. Es cierto que ese miedo a veces también me asalta, pero luego descarto ese pensamiento pegajoso. Mi formación como coach me ha dado herramientas poderosas para mejorarme como periodista. Tengo muchos más recursos que antes. Es tan obvio, que cada vez más altos ejecutivos, deportistas y empresas recurren al coaching. Ya no es un secreto que da resultados, pero hay que buscar a buenos profesionales para no estrellarse. Cuando colaboro con personas en proyectos yo miro mucho su inteligencia emocional y autogestión. ¿Cómo no hacerlo? Los resultados profesionales serán mejores.

Y continúas volando, ahora eres coach especializada en relaciones de pareja, ¿qué haces exactamente?

En las sesiones individuales vienen parejas, pero sobre todo mujeres que están cansadas de sentirse erróneas, de sufrir en sus relaciones, que no saben cómo manejar su carencia afectiva, su enfado o sus miedos. También atiendo a hombres que no saben relacionarse con mujeres, ni comunicarse con ellas o que se han quedado traumatizados después de una relación sentimental… Yo les muestro sus bloqueos, sus fortalezas, trabajamos para poner en marcha planes de acción que ayuden a conseguir resultados, sin necesidad de pasarse años en terapia.

Me fascina el trabajo y me fascina cómo las personas sabemos en realidad más de lo que creemos. Yo hago las preguntas para que la persona se descubra así misma. La maestría del coaching es esa y, como ves, está muy relacionado con el periodismo. Son entrevistas que impulsan a las personas ¡Tengo una vocación muy grande de enseñar, aportar y me gusta hacerlo!

mochilera

Por otro lado, doy talleres a parejas y solteros sobre Inteligencia Emocional, donde enseño herramientas de diferentes disciplinas: Coaching, PNL, Mindfulness, Neurociencia, etc… Llevo muchos años investigando y experimentando diferentes dinámicas y he tenido formadores excelentes, auténticos maestros del crecimiento personal. Como soy una persona que se cuestiona mucho y al mundo que le rodea, necesito personas con cualidades excepcionales porque de lo contrario sencillamente no confío en lo que me cuentan. No lo considero una virtud, porque a veces eso me limita mucho, pero al menos ese filtro me ha acercado a formadores con cualidades de excelencia. Soy exigente conmigo y con los demás. A veces demasiado… me lo sigo trabajando, ja,ja,ja, pero no voy a enseñar nada en lo que yo no me sienta capacitada.

Por último, también trabajo como formadora de Comunicación. Enseño a las personas a hablar en público y a expresarse en situaciones de máximo estrés.

¿Qué te ha llevado hasta aquí?

Mi propio sufrimiento en las relaciones de pareja. Una infancia con una convivencia en casa muy difícil y una motivación interna de dar. Mi padre tuvo ciertos problemas y eso tuvo un efecto doloroso en mi familia. Hoy en día él es un ejemplo de superación para mí, porque ha dejado atrás su pesadilla y mi madre es un ejemplo de fortaleza. A pesar de ello, las heridas de infancia se quedan, pero como adulto, la pelota está en nuestro tejado y es nuestro trabajo transitarlas y sanarlas. Las personas lo hacen como saben y pueden, dado su nivel de consciencia. Machacar eternamente a una persona por sus errores del pasado, es no querer asumir tu propio poder y responsabilidad para cambiar tu vida y aceptar que hay heridas, con las que tendrás que convivir. Los padres no son culpables, nadie lo es. Tú tampoco eres culpable de nada. Ninguno lo somos.

¿Da miedo analizar los comportamientos del ser humano por si nos tocan? ¿Y qué has descubierto de ti?

No me da miedo eso. Mi labor cuando hago coaching es no meter mi mapa, es decir, mis creencias o dolores personales. Es un ejercicio de presencia y humildad. A veces, no es fácil, pero yo no trabajo con nadie a quien piense que no puedo ayudar y los coaches sabemos qué tipos de problemas no podemos tratar. Eso es terreno de psicólogos. Nosotros nos centramos en lograr objetivos a corto y medio plazo, en organizar planes de acción, en ayudar a las personas a conocerse y a soltar sus límites y ver sus fortalezas. Es un trabajo fascinante, pero exige mucha responsabilidad.

Llevo muchos años trabajando conmigo misma. He vivido cosas que ni el mejor de los libros puede enseñar, porque he realizado formaciones muy experimentales y muy costosas, a todos los niveles.  Yo no soy psicóloga y no descarto sacarme esta segunda carrera, pero me llenan más las formaciones vivenciales que van al grano. Me aburre la paja. Mi carrera de periodismo fue un trámite innecesario para ejercer, aunque logré un buen barniz cultural, pero no aprendí a ser periodista. Eso me lo dio la calle.

¿Y qué he descubierto de mí? Madre mía, Lucía… muchas mentiras con las que vivía, las heridas que me tenían esclavizada, las creencias que boicoteaban mi vida (no todas, todavía me quedan), he traspasado heridas muy profundas relacionadas con el rechazo y el abandono… tengo hojas y hojas en las que tengo desgranado mis personajes. Básicamente, he conocido mis sombras y lo genial es que, después, he conocido mis luces y me he encontrado con un ser tan extraordinario como cualquiera de las personas que estáis leyendo esta entrevista.

Por tu experiencia, ¿cuál es la principal razón por la cual fracasan las relaciones de pareja?

La mayor parte de las relaciones de pareja fracasan porque no se aceptan mutuamente, porque no quieren aceptar la forma diferente de procesar los pensamientos del otro y se toman como algo personal que opine o actúe de forma distinta.

 Puedes quedarte o puedes marcharte de su lado, pero si te quedas, deja de intentar cambiar a la persona. Los límites son necesarios y no aceptar aquello que atente contra tu seguridad y contra tus valores básicos es esencial, pero nos pasamos la vida pretendiendo que el otro se convierta en lo que queremos. No vemos al otro, vemos las etiquetas que tenemos del otro. Nos inventamos cómo queremos que sea y si no cumple nuestras expectativas, lo condenamos. Funcionamos de esta manera, porque no nos queremos ni nos aceptamos integralmente a nosotros mismos. El trabajo en pareja, pasa por un trabajo individual, pero preferimos culpar al otro e intentar que cambie, antes que responsabilizarnos de nuestra vida y de nuestras heridas. Pedimos, indirectamente, que el otro nos salve de nuestro sentido de insuficiencia, que nos de el amor que nosotros mismos no nos damos, que se comprometa con nosotros, cuando nosotros no nos comprometemos con nosotros mismos…

Creo que las parejas también fracasan porque se dejan llevar por sus estados anímicos y olvidan lo maravilloso que tienen en común, entrando en espirales de críticas, de ataque y culpabilización. Si no sabes gestionar tus emociones y le vomitas al otro tu malestar… eso genera una guerra. Es bueno que cada uno aprenda a autorregularse.

 Hay muchos factores porque, desde luego, la comunicación inadecuada tampoco ayuda. La base para mí de todo es que, si no te amas a ti mismo, y eres un niño que no sabe cuidar de sí mismo, ¿cómo vas a amar incondicionalmente al otro? Si las personas supieran que cada uno de nosotros, aún en nuestras versiones más locas, lo hacemos lo mejor que podemos… Si las personas entendiéramos que esencialmente somos amor y que nos comportamos como mendigos buscando que el otro nos salve de nosotros mismos, cómo cambiaría el mundo ¿verdad? (suspiro).

¿Influye el hecho de que las mujeres tienen un rol diferente al de tiempos pasados?

Hombres y mujeres estamos muy perdidos, pero la sociedad sigue determinando qué es ser mujer y qué es ser hombre, por lo que seguimos estando igual o más vendidos, porque nos mandan mensajes contradictorios. Nuestra esclavitud ha cambiado, ahora tenemos que estar buenísimas, ser buenas madres, tener un buen trabajo, tener ganas de sexo… ¡El nivel de exigencia ha subido para la mujer! Las viejas creencias siguen pesando, aunque vamos evolucionando y abriéndonos a nuevas posibilidades.

Y otra cuestión… es importante recordar que ser mujer y ser hombre es diferente, tenemos los mismos derechos obviamente, pero somos distintos. Hay mujeres que juegan a comportarse como hombres, yendo en contra de lo que realmente sienten y anhelan. Las mujeres intercambiamos con frecuencia sexo por afecto y nos contamos películas para convencernos de que no estamos mendigando cariño. Sencillamente, seamos coherentes con nosotras mismas. Y, por favor, no te acuestes con él para agradarle o por miedo a que se vaya a molestar contigo. Amarse es respetarse a uno mismo. Si quieres respeto, empieza por respetarte, por tener consideración por ti. Expresa lo que te gusta y no aceptes lo que no te gusta.

Del periodismo hay que enamorarse, porque quita muchas horas, ¿del coaching, también? ¿Y lo estás? ¿Por qué?

Sí… del coaching hay que enamorarse porque hay muchos prejuicios y resistencias. Las personas prefieren tirar de drogas, alcohol, tele, comida con tal de no sentirse… somos escapistas natos, porque tememos sufrir. Nos pasamos la vida huyendo de las emociones desagradables, ¿a alguien le ha funcionado meter la rabia o la tristeza debajo de la alfombra?

Yo, en realidad, estoy enamorada del crecimiento y desarrollo personal, de las peculiaridades del ego humano, de las fortalezas de las personas, estoy enamorada de lo maravillosos que somos y fascinada por las formas tan elaboradas de jodernos la vida,  ja,ja,ja

Para mi nada es más importante que el crecimiento personal, porque da igual lo que consigas en tu vida, si por dentro te sientes vacío, insuficiente y lleno de heridas sin atender. Mi vida ha dado un vuelco. No puedo encontrar un trabajo mejor que este:  ayudar, comunicar y… ser yo misma. Cada día sigo aprendiendo.

Sé que esto es una simplificación, pero… dinos un consejo que te gustaría que te dieran.

Ja,ja,ja, tengo muchos… cuando me vienen los miedos me recuerdo:

“Eres un ser poderoso e ilimitado y mereces todo lo maravilloso que te de la vida. Despierta”.

¡Mil gracias!

A ti, amiga.

 

 

 

LUCÍA

Lucía Mbomío

Periodista, actualmente en “Aquí la Tierra” en TVE
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Twitter @luciambomio 
Istagram: luciambomio


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