Todos las partes de nuestro cuerpo están sujetos a la crítica pública; todos los cuerpos son juzgados por normas sesgadas de belleza y salud. Pero los cuerpos negros tienen una atención especial. El pelo afro no es solamente pelo, es también un mensaje radical.
Para la sociedad en la que vivimos tener un cuerpo con la piel negra y el pelo afro, es poco profesional, inmanejable e imperdonable.
El envío al ostracismo de las características de las mujeres negras no es nada nuevo, y para las mujeres negras con el pelo rizado, afrodescencientes, es difícil mantener su propia identidad ante tanta presión. Muchas mujeres gastan enormes cantidades de dinero y tiempo para parecer lo que no son, en un intento de domesticar a esa bestia racista que les dice constantemente: eres fea, eres desaseada, eres diferente.
Pero yo he decidido no aceptar esta norma racista, como parte de una lucha justa para dignificar todos los aspectos de mi identidad. Me opongo firmemente a la falta de autonomía alrededor de nuestros cuerpos en general, y mi pelo afro en particular.
«Si tu cabello no es liso, entonces no eres bella.» Esa es la regla, y las muchachas negras en el Mundo lo han sabido por generaciones. Dentro de los rizos de nuestro pelo negro hay una dolorosa historia de la raza, la política, el poder y el orgullo.
Yo me niego a los castigos que sufro por tener mi pelo afro y me revelo radicalmente.
Todavía en algunos lugares de España, Latinoamerica, E.E.U.U. o incluso la madre África, muchas niñas son reprendidas en sus lugares de estudio por una norma impuesta de lo que es «aseado». El profesorado incluso, desde su total ignorancia basándose en un prejuicio, se atreve a señalar nuestros peinados tradicionales como fuente de parásitos. Son normas que señalan ya desde la infancia y juventud a nuestras niñas de una manera vergonzosa. Las mujeres negras hemos aprendido a luchar contra esto y ya no pasa desapercibido. Nos hemos enfrentado en Panamá, Sudáfrica o Costa Rica a estas normas racistas de una manera radical.
Muchas empresas pueden imponer un código de apariencia, que al final es la excusa para mantener alejado aquello que es diferente. El encargado blanco de su empresa, piensa sobre el pelo de su empleada negra, que necesitaba ser «más limpio y más profesional.»
¿Que puede hacer una mujer negra ante la posible perdida de su empleo? Muchas mujeres negras han experimentado esto repetidamente; es parte de una vieja y dura verdad: el cabello liso o «aseado» es parte de la cultura dominante blanca. Para estar aquí debes parecerte a nosotros. Está arraigada la idea de que lo que funciona para la gente blanca es normal e ideal, y debe valer para todos.
Pero ¿por que mi pelo es radical? porque está politizado y se considera un acto de resistencia.
La propia existencia de mi afro es una afrenta contra el sistema. Las miradas en la calle, el morro torcido de mi jefe cuando acudo al despacho, la sorpresa de mis amigas blancas ante el volumen de mi cabello, todo es un desafío.
Una mujer negra se siente feliz usando su pelo. No debe ser un hecho radical. No se trata de que todas tengamos que ir igual, sino de que conozcamos que compartimos la experiencia de sentir la presión para alterar nuestra apariencia, para presentar una versión de nosotros mismos únicamente para satisfacer la mirada blanca.
Quiero dejar de ser radical y de que mi pelo sea un acto político radical. Quiero vivir en la normalidad de todos. Pero para eso debo tener derecho a poder elegir sin temor a perder el trabajo, a ser acusada de sucia en la escuela o a ser mirada como algo exótico.
Mientras esto no llegue, militaré en la radicalidad.
Elvira Swartch Lorenzo
Colaboradora habitual en Afroféminas. He trabajado de todo. Hija de migrantes afrocolombianos.
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Absolutamente de acuerdo con el artículo principal….no tanto con el comentario que me precede. Cuando nos bombardean con mensajes hasta durmiendo, con lo que es bonito, agradable, atractivo para el sexo opuesto y hasta politicamente correcto, difícilmente estemos eligiendo. La «libertad» de elección es muy relativa en la sociedad que habitamos. Eliges «libremente» dentro de las posibilidades y opciones que tienes gracias a la clase económica y cultural, al género y al sexo que perteneces, a tu orientación sexual y al color de tu piel (blanca, amarilla, negra o mestiza). Si te movieras por otros espacios, elegirías otras cosas. El gusto está determinado por todas estas variables que te menciono. Por lo tanto, apoyo totalmente la idea de radicalidad en el uso (orgulloso) del pelo afro….ya me gustaría a mí tenerlo.