SIN LAS MIGRANTES NO HAY REVOLUCIÓN, esta es la consigna cantada en la manifestación de este pasado 3 de octubre en Barcelona. Éramos una multitud considerable, por lo que las consignas se iban cantando según salían de los diversos megáfonos.
Palabras como mujer, abuelas, pueblo, trabajadores, proletariado, anticapitalismo, antifascismo, independentismo eran en su mayoría aceptadas, cuando llegó el turno de decir Migrantes … nos quedamos solxs. Megáfono en mano no perdimos aire ni aliento en subir el tono, y de los cinco sentidos que tiene el ser humano para actuar, en aquel momento solo respondieron las orejas y unos ojos grandes y atónitos de la población ante tal palabra. Parecía que tal término fuera desconocido o, más bien aún; no estuvieran preparados para incluir siquiera de una forma simbólica a este colectivo.
Me sorprendió enormemente como rastas, turbantes, trenzas y vestimenta reivindicativa negra fuera llevada a hombros de jóvenes que no reconocen la palabra migrante en una reivindicación de los perjudicados en Cataluña: sus habitantes. Me sorprendió aun más que durante el intermedio de descanso entre la manifestación de la mañana y la de la tarde, los diversos colectivos de la manifestación fueran a comer Kebab, es decir: para comer es útil ir a una Kebab, un restaurante de personas migrantes, pero no interesa relacionarse con los ellxs y menos incluirlos en la reivindicación. Me sorprendió también que las mismas personas que llevan rastas, trenzas y turbantes compren esteladas fabricadas bajo mano explotada en China a personas migrantes.
En el colegio donde trabajo, una niña me dijo que habían pegado a su madre, que es boliviana, por ir a trabajar. Se pega a una mujer migrante por ir a trabajar, porque no está en estos momentos apoyando la huelga en contra la brutalidad policial, pero ni siquiera se la deja participar en el voto y cuando ella se manifiesta en contra de la brutalidad policial, la comunidad blanca apenas está presente en tal reivindicación.
Parece ser que la migración queda siempre un paso atrás de la comunidad blanca, tras la sombra, como simple atrezzo de la acción. Realizando el cansado trabajo manual para dejar paso y dejar pensar a las intelectualidades blancas.
Hay un ambiente general bastante reacio a escuchar a las personas migrantes en ambientes que no son exclusivamente racializados, pues la teoría parece ser cosa de blancxs y la vivencia y victimización, cosa de migrantes. Se debe comprender la mera estancia de migrantes en todo tipo de espacios como algo normal, no como una amenaza a la homogeneidad de pensamiento y de cultura.
Irina Illa Pueyo
Estudiante de ciencias políticas y de la administración
Técnica superior en Educación Infantil
Monitora infantil
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