Supongo que hay cicatrices que nunca sanan
La calle estaba caliente como el suelo de Santiago. Era el verano más caluroso según el noticiero y los periódicos. Pero según el noticiero y los periódicos cada verano era siempre el más caluroso. Las tandas de duro fríos, y batidos de mamey fresquitos hacían que el pegoste de los sostenes adhiriéndose a las tetas melodramáticos, no resultara tan desagradable. Era el verano de los shorts cortos y los "bajichupa’’. Se pusieron de moda, gracias a aquella telenovela brasileña, donde la protagonista ondeaba por las playas de Copacabana su minúsculo top, sujeto por unas tetas estratosféricas, mientras alternaba entre el amor y el desagrado, por un ricachón que la amaba y detestaba a la vez. Toda una generación se rindió a aquella prenda, las mujeres porque les permitía ir más ligeras, los homb...




















