Algunas personas quieren que sea como ellxs esperan que sea. De lo contrario, todo su mundo se tambalea. Esperan de mí que actúe y hable de una determinada manera. Sin más asumen que tengo necesariamente ciertas cualidades o limitaciones, así, sin conocerme de nada. Ocurre que lo que esperan de mí es que no sea capaz de llegar a nada.
Mi papel es el de esa mujer que jamás de los jamases pasaría por ser de Madrid, por ser una más, una ciudadana. Yo soy «la negrita» o «la morenita» que ha venido de vastas tierras lejanas. Me guste o no, mi rol es el de «mulata exótica», el de «caribeña eterna».
-«¿Y tú cómo te llamas?»
-«Marta»
«¿Marta? Qué nombre tan raro para una negra».
Ellxs dan por sentado cuáles deben ser mis raíces así como mi nombre o mi acento, dan por hecho que bailo y canto a las mil maravillas, y que, posiblemente, toque algún instrumento. Puesto que oye, al fin y al cabo, eso es lo que se nos da bien a los negrxs. La música. Bueno, la música y los deportes, claro. La gente prefiere vernos en la casilla en la que nos ha colocado y bajo ningún concepto sacarnos de ahí, no vaya a ser que resulte que también podemos y sabemos hacer cosas que no son de negrxs.
Ese es mi papel, el que me han encasquetado, interpreto un rol tan caduco como enquistado, un rol perenne en el imaginario colectivo del que cuesta horrores salir. Cuesta una infinidad ir más allá, olvidar esos clichés inamovibles y ver más lejos de unos estereotipos manidos que, a menudo por no decir siempre, nos limitan y encasillan. Por supuesto que puede que me guste el baile y que, además, se me de bien, y también puede resultar que cante a las mil maravillas, pero desde luego que eso no define quién soy yo como persona, así que, créeme cuando digo que solamente me encasillas.
Y es en este punto cuando yo me pregunto, ¿qué pasaría si no interpretara el papel que se me ha impuesto? ¿Y si no quiero satisfacer la idea que habita en ese imaginario colectivo de lo que es ser negrx? ¿Qué pasaría si resultara no ser como se presupone que debo por el color de mi piel?
Lo cierto es que ese no es mi papel. No puedo ser de la manera que la gente espera de mí porque, muy sencillo, es algo que me han atribuido y ajeno a mí. Es algo con lo que se me ha asociado pero que no me define. Se trata de un guión impreciso que está a medio escribir, de una historia a medio contar y de unas libertades que se han tomado otrxs sobre mí. Yo no quiero ser esa que los prejuicios dan por sentado que tengo que ser. Porque yo quiero ser absolutamente compleja y completa. Yo quiero ser yo con todos los matices de mi personalidad, yo quiero ser yo en toda mi esencia.
Marta Koli
Lingüista
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Los estereotipos son la gran cruz que cargamos y la predisposición que genera el asumirlos, una consecuencia.