La palabra que usaron los esclavistas para homogenizar la variedad de etnias africanas raptadas de su continente fue la palabra “negro/negra”. Empleada con la intención de disminuir, degradar y diferenciar a millones de personas africanas de los europeos.
Producto de pensar si es correcto o no el uso de dicha palabra por parte de personas blancas, aparecen cuestionamientos sobre por qué puede ser una falta de respeto que la usen, o peor aún, que la usen para llamarse entre su grupo privilegiado.
En América Latina, tal como lo señala el Diccionario de americanismos, existe la costumbre de usar dicha palabra con la intención de llamarse con cariño. Sin embargo, cuando la emplean personas blancas para describir a una persona de ascendencia africana ocurre la misma dinámica supremacista que en los tiempos de esclavitud.
“Mi negrita, negrita de mi vida, mi negra”, son algunas de las formas en que las personas blancas exponen desde el lenguaje verbal, cierto tono de pertenencia hacia nuestros cuerpos, pero cuando la usan para llamarse entre ellos y ellas, se apropian -en su insensibilidad e ignorancia- de nuestra identidad.
Siendo la palabra “negro” un término cuyo origen es colonial y esclavista, aún conserva esos tintes en su expresión y por tal razón se ha gestado alrededor de cuestiones negativas. Lista negra, oveja negra, mercado negro.
La palabra que fue una imposición desde su raíz empleada con la intención de descalificar y subordinar por el color de la piel, ahora se ha convertido -para las personas negras- en una forma de reivindicar y recordar las luchas y conquistas de nuestras ancestras y ancestros cimarrones.
Por lo tanto, las personas blancas, en su posición hegemónica y privilegiada, deberían abstenerse de usar la palabra debido a los motivos de su nacimiento, puesto que cuando viene desde un cuerpo blanco, la relación que se establece es de jerarquía y dominio.
La palabra que usaron para oprimir no la puede usar el grupo opresor, por ende, tienen el compromiso de iniciar a reparar daños desde el lenguaje y comenzar a llamarnos “afrodescendientes”, término aceptado en la Conferencia Regional de las Américas en el 2000 que demuestra mayor respeto y refiere a todas las personas con origen genético africano.
Joan Collins
Periodista panameña y estudiante de español.
Ha publicado diversos textos en revista Afroféminas (España), periódico Capital Financiero y revista Concolón (Panamá).
Formó parte de la antología poética ‘Sanaré: Sanar juntxs desde la palabra’ (Puerto Rico,
2021).
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