sábado, diciembre 13

El MACBA abre las puertas al panafricanismo

El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona acoge desde el 6 de noviembre de 2025 y hasta el 6 de abril de 2026 una exposición histórica que examina por primera vez las manifestaciones culturales del panafricanismo desde los años veinte del siglo pasado hasta nuestros días. «Proyectar un planeta negro. El arte y la cultura de Panáfrica» reúne cerca de 350 piezas de un centenar de artistas, una magnitud posible gracias a la coproducción entre el MACBA y el Art Institute of Chicago, en colaboración con el Barbican Centre de Londres y el KANAL Centre Pompidou de Bruselas.

El jefe: El que vendió África a los colonos, de la serie Tati, 2008, Samuel Fosso. Instituto de Arte de Chicago, donación de Isabel S. Wilcox. Cortesía de la Galería Jean-Marc Patras, París.
© Samuel Fosso

La muestra llega a Barcelona bajo la dirección de Elvira Dyangani Ose, directora del MACBA desde septiembre de 2021, quien cocomisaría el proyecto junto a Antawan I. Byrd, Adom Getachew y Matthew S. Witkovsky. Dyangani Ose, nacida en 1974 y cuya familia procede de Guinea Ecuatorial, se convirtió en la primera mujer al frente de esta institución catalana. Su trayectoria como especialista en arte africano contemporáneo marca una dirección clara para el museo en un momento donde las narrativas descoloniales exigen espacio en las instituciones culturales europeas.

La exposición plantea Panáfrica como un territorio conceptual donde las definiciones de arte y cultura atraviesan fronteras nacionales, reconocen las largas historias de colonialismo y resistencia, y vislumbran un futuro equitativo. El panafricanismo emerge aquí como ese término genérico que engloba los movimientos que buscaron unificar a las comunidades afrodescendientes en sus esfuerzos por alcanzar la libertad y definir un sentido de pertenencia autodeterminado en el mundo moderno. La muestra recorre esta serie de episodios de manera especulativa y fragmentada, desvelando el carácter plural del proyecto panafricano.

Más de quinientos objetos producidos en África, Europa, América del Norte y América del Sur durante más de un siglo dialogan en las salas del MACBA. Creaciones populares, libros, carteles, discursos políticos y música conviven con pintura, fotografía, escultura y vídeo. Esta diversidad de formatos responde a una premisa fundamental que el filósofo Valentin-Yves Mudimbe planteó en su obra «La invención de África». África fue una designación del mundo moderno occidental antes de ser un lugar. Una nomenclatura determinada, una «biblioteca colonial» que durante siglos almacenó un conjunto de conocimientos creados por exploradores, misioneros y antropólogos con fines europeos.

Los tres movimientos culturales y políticos que estructuran parte del recorrido expositivo ofrecen visiones distintas de ese planeta negro. El garveyismo, liderado por el panafricanista jamaicano Marcus Garvey, abogaba por la solidaridad racial mundial de las personas afrodescendientes. Garvey proponía un retorno a África que era más psicológico que físico. Él mismo nunca viajó al continente. Los garveyistas veían África como la tierra del futuro, un lugar donde construir un mundo negro paralelo basado en la autodeterminación, la igualdad cívica y política, y la movilidad. Desde la Black Star Line, una compañía de transporte marítimo comercial, hasta pasaportes y unidades paramilitares, los seguidores del movimiento reelaboraron signos y símbolos clave de los estados imperiales, reivindicándolos para el pueblo negro.

En la década de 1930, mientras estudiaban en París, los caribeños Aimé Césaire, Léon-Gontran Damas y el senegalés Léopold Sédar Senghor crearon Négritude, un movimiento filosófico y poético que debatía cuestiones relacionadas con la libertad, la pertenencia y el patrimonio cultural desde el punto de vista africano y de su diáspora. Conscientes del legado colonial y de la explotación que Francia ejercía sobre los soldados negros alistados en contra de su voluntad durante la Primera Guerra Mundial, los defensores de Négritude llegaron a la conclusión de que el universalismo humanista debía confrontar su relación con el racismo, el desplazamiento y la inhumanidad. Argumentaban que la cultura occidental moderna debía incluir, e incluso destacar, la herencia africana en la hasta entonces llamada «cultura universal».

El tercer eje lo constituye el quilombismo. En kuimbundu, una lengua bantú presente en la región occidental centroafricana, la palabra kilombo significa «campamento de guerra». En Brasil, su traducción, quilombo, designa un territorio rebelde autónomo fundado por personas esclavizadas que lograron escapar de su condición. Portugal forzó a unos 5,8 millones de africanos a viajar a Brasil contra su voluntad, el mayor comercio de personas esclavizadas del mundo. El dramaturgo y académico brasileño Abdias do Nascimento definió el quilombismo como una cosmovisión que «integra una práctica de liberación y asume el control de la propia historia». El panafricanismo imaginado así se concibe como un archipiélago plural de resistencia localizada. Sus seguidores, o quilombolas, valoran las enseñanzas indígenas y disidentes.

Entre los conceptos que atraviesan la exposición, las banderas panafricanas ocupan un lugar simbólico importante. Introducida alrededor de 1920 por la Universal Negro Improvement Association de Marcus Garvey, la bandera panafricana vincula simbólicamente a las poblaciones negras y a sus movimientos de liberación en todo el mundo. Los colores tienen significados precisos. El rojo es la sangre que comparten todos los que tienen ascendencia africana, independientemente de dónde vivan. El negro simboliza a los afrodescendientes reafirmando su derecho a la soberanía y a la autodeterminación. El verde significa la fértil tierra africana. La bandera y sus colores representan a una colectividad que transgrede enérgicamente las fronteras de los estados-nación.

La exposición examina la negritud como parte del imaginario cultural y como una noción del ser. Es un término inestable, un significante sonoro y visual que plantea inconvenientes a la hora de reinterpretarlo desde la lengua, con connotaciones determinadas por comunidades y contextos específicos. Mediante estrategias como diálogos, historias personales, imaginario popular, encuestas etnográficas y abstracción visual, intelectuales y artistas han examinado la negritud de forma autorreflexiva y fenomenológica, alertando sobre los efectos en la psique individual de la racialización impuesta por otros.

La muestra analiza desde diversas perspectivas geográficas y temporales, e incluye una mirada sobre el impacto del panafricanismo en Cataluña y en el Estado español. Esta conexión con el contexto local adquiere especial relevancia en un momento donde las comunidades afrodescendientes en España continúan luchando por la visibilidad, el reconocimiento y la reparación histórica. Barcelona, como ciudad receptora de migraciones africanas y afrolatinas, se convierte en un escenario pertinente para este diálogo entre lo global y lo local.

La presencia de esta exposición en el MACBA materializa las palabras que Dyangani Ose pronunció en 2023 cuando afirmó que el museo debe desarticular todo aquello que se interpone entre el artista, la obra y el individuo. El museo, según su visión, debe ser un espacio grande que permita generar los escenarios utópicos posibles que los artistas dibujan. Los artistas, según su perspectiva, están mejor equipados que los historiadores para contar la historia porque la cuentan en la manera en que se sintió, no en la manera en que se vivió.

El programa público que acompaña la exposición incluye conversaciones, seminarios y contacto con comunidades negras locales. Las activaciones de archivos relatan la visión histórica y global del panafricanismo, pero también las tradiciones orales, las variedades de música, las declaraciones políticas y los sonidos ambientales de la vida cotidiana que han modelado la narrativa de la unidad y la liberación panafricanas en el contexto catalán, español y europeo.

«Proyectar un planeta negro» llega en un momento de auge de los populismos y de retroceso en las políticas antirracistas en Europa. La exposición, que acaba de abrir sus puertas, invita a dirigir la mirada hacia aquello que ha permanecido al margen o ha sido ocultado. Desvela omisiones y silencios en la historia del arte que atraviesan la sociedad actual. Las obras producidas en las primeras décadas del siglo XXI engloban imaginarios sociales de carácter futurista que ofrecen una visión de interdependencia, una visión antirracista, transnacional y cosmopolita que incide en la vigencia de la promesa utópica del panafricanismo.

La exposición estará en Barcelona hasta el 6 de abril de 2026. Una oportunidad única para acercarse a estas narrativas que durante décadas han permanecido fuera de los grandes museos europeos. El MACBA abre de lunes a viernes de 11 a 19.30 horas, los sábados de 10 a 20 horas y los domingos de 10 a 15 horas. La entrada tiene validez durante un mes, permitiendo múltiples visitas para profundizar en los múltiples niveles de lectura que ofrece esta muestra histórica.

Redacción Afroféminas



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