
Desde los escenarios musicales más importantes del mundo, que recorrió durante más de dos décadas, hasta la austeridad de las cárceles italianas y belgas, la cantante maliense Rokia Traoré vio su mundo derrumbarse. Tras más de seis meses detenida entre Roma y Bruselas, finalmente fue liberada el pasado 22 de enero. Desde hace varios años, está involucrada en un proceso judicial por la custodia de su hija contra su expareja, el director belga Jan Goossens, exdirector del Teatro Real Flamenco de Bruselas, con quien mantuvo una relación entre 2013 y 2018. Él la acusa de impedirle ver a su hija desde su separación; ella, por su parte, afirma haber criado a su hija sola en Bamako y haber invitado al padre en varias ocasiones.
Este asunto, que podría haber permanecido en el ámbito privado, ha recibido aún más atención porque, a los seguidores habituales de la cantante, se han sumado recientemente nuevas personalidades artísticas africanas. A principios de enero, trece músicos se reunieron en torno a un álbum titulado, de forma sobria, Support Rokia Traoré. Desde los instrumentistas malienses Bassekou Kouyaté y Mamadou Diabaté hasta las estrellas senegalesas Youssou Ndour y Daara J Family, pasando por los guitarristas y cantantes nigerianos Nneka y Keziah Jones, cada pieza es una oda a la lucha y la libertad. El estribillo del músico folclórico senegalés Dady Thioune en Fi la bok se repite una y otra vez: “Soy de aquí y pertenezco a este lugar. ¿Y tú, de dónde eres? Todos pertenecemos a esta Tierra que compartimos” (“Fii laa bokk, fee laa book. Fan nga bokk? Ñun ñépp fu ñu bokk”, en wolof).
Como suele ocurrir, cada uno de los protagonistas cuenta con el respaldo de la justicia de su respectivo país. Mientras que Malí concedió la custodia exclusiva del niño a la madre en un procedimiento sumario en 2019, Bélgica adoptó una decisión contraria ese mismo año. En octubre de 2019, Bruselas emitió una orden de arresto europea contra la artista, residente en Bamako, por “secuestro, retención y toma de rehenes”. Para el abogado del padre, la decisión maliense fue solo una «orden temporal» concedida sin respetar los derechos de la defensa.
En marzo de 2020, mientras viajaba a Francia para apelar la sentencia belga, Rokia Traoré fue detenida en el aeropuerto de Roissy. Puesta bajo custodia policial, inició una huelga de hambre denunciando lo que calificó como un «secuestro» de su carrera internacional. Su detención provocó una ola de apoyo: un grupo de personalidades –desde el sociólogo Edgar Morin hasta el actor Omar Sy, la escritora Annie Ernaux y el filósofo Souleymane Bachir Diagne– pidió su liberación inmediata y denunció que “es inaceptable que una niña de cinco años sea privada de su madre porque esta cumplió con una citación judicial”. También señalaron que «es inaceptable que Francia, que se enorgullece de ser el país de los derechos humanos, menosprecie hasta tal punto los derechos de las mujeres».

Dos semanas después de su detención, la justicia francesa liberó a Rokia Traoré, aunque le prohibió salir del país. Para burlar esta restricción, tomó un vuelo a Bamako. «Me sorprende que la orden de detención europea pueda ser utilizada contra mí como método de chantaje», declaró después. El abogado de Jan Goossens, por su parte, afirmó que su defendido «quiere ver a su hija durante las vacaciones escolares; decir que quería llevársela y separarla de su madre es, una vez más, mentira».
De regreso en Bamako, la artista vio sus movimientos restringidos por la justicia belga. Su carrera quedó en suspenso. En octubre de 2023, el Tribunal Penal de Bruselas tomó una nueva decisión: la condenó a dos años de prisión por «secuestro» y «no presentación del menor». Fue juzgada en ausencia, alegando que no había sido informada del juicio.
Mientras comenzaba a reanudar sus conciertos fuera de Malí en la primavera de 2024, la cantante tenía previsto viajar a Italia. Sin embargo, a su llegada a Roma, fue detenida nuevamente: cuando presentó su pasaporte francés en la aduana (posee doble nacionalidad maliense y francesa), la orden de detención europea volvió a activarse. Permaneció encarcelada más de cinco meses en la capital italiana, hasta su extradición a Bélgica a finales de noviembre de 2024. Hasta el 22 de enero estuvo recluida en la prisión de Haren, en Bruselas.
En vísperas de su extradición, desde su celda en Italia, la artista compartió su consternación en una carta en la que fustigó «una máquina judicial ilimitada y todopoderosa»:
«Durante estos cinco años, el padre, ciudadano belga, nunca vino a ver a su hija a Malí. Nunca contribuyó al pago de su matrícula. Nunca se preocupó por el presupuesto de su alimentación, su ropa. Pero, de una orden de detención europea a otra, de una prisión a otra, durante cinco años, he estado aterrorizada. […] ¿Qué es esta regla que dice que un niño nacido de un africano y un europeo debe vivir en Europa, o al menos con el padre europeo? ¿Por qué se aplica primero esta regla y luego se busca y encuentra su justificación en las normas jurídicas, desconociendo los derechos del padre y del niño africanos?»
En Bamako, donde aún vive la hija de Rokia Traoré (que ahora tiene 10 años), su familia ha lanzado múltiples alertas a las autoridades malienses desde 2020. La hermana menor de la cantante, Naba Aminata Traoré, ha seguido abogando por la liberación de su hermana. La prisión de Haren impone un régimen de visitas estricto y los miles de kilómetros que separan Bamako de Bruselas hacen que el viaje sea muy costoso: casi 800 euros para un vuelo de ida y vuelta. Debido a la falta de conexión a Internet o paquetes telefónicos para Malí proporcionados por la administración penitenciaria, la comunicación ha sido escasa. Aislada de su familia, la cantante pasaba sus días leyendo, especialmente sobre derecho, y escribiendo el manuscrito de un libro próximo a publicarse.
El escenario opuesto –el de un padre belga encarcelado en una prisión de Malí durante meses, a pesar de una sentencia favorable de la justicia de su país– parecía improbable, al menos antes de los recientes golpes de Estado en Malí. «Su embajada se habría movilizado, lo habría defendido y, cualquiera que fuese la ley maliense, lo habría sacado del apuro», afirmó el intelectual senegalés Felwine Sarr en redes sociales tras la primera detención de Rokia Traoré en París. Y añadió: «Este asunto, aunque privado y que debería haber seguido siendo así, se ha convertido en un tema político: refleja el estado de las relaciones políticas, jurídicas y simbólicas entre África y el resto del mundo».
Aunque se ha optado por un acuerdo «amistoso», la decisión sobre las condiciones de la custodia sigue en manos de la justicia belga. Está prevista una nueva audiencia a puerta cerrada ante el Tribunal Penal de Bruselas en junio para examinar los términos de este acuerdo, antes de que se tomen decisiones definitivas a finales de año.
Mientras tanto, Rokia Traoré residirá en Europa al menos hasta su próxima audiencia en junio. Al elegir quedarse en Malí durante cinco años, pagó un alto precio con su carrera.
*Texto publicado originalmente en afrique XXI y traducido por Afroféminas
Florian Bobin es estudiante de investigación en historia en la Universidad Cheikh-Anta-Diop de Dakar. Es autor de una biografía de Omar Blondin Diop y editor de una selección de los escritos del filósofo (ambos de próxima publicación).

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