En las últimas horas, Rudi Ruymán, el influencer de extrema derecha canario, ha reaccionado a la denuncia que presentó en su contra Afroféminas ante la Fiscalía General del Estado. La denucnia busca que la justicia decida si es culpable de un delito de odio según el artíclo 510 del código penal por su discruso xenófobo en redes.
La respuesta del influencer no se ha hecho esperar. En varias publicaciones y videos en sus redes sociales, Ruymán ha decidido adoptar una postura que lo posiciona como víctima de una campaña de censura y difamación. Uno de sus argumentos ha sido la defensa de su «libertad de expresión» y una denuncia sobre cómo esta está siendo restringida bajo el pretexto de luchar contra el odio.
El discurso de victimización y la salud mental.
Ruymán ha vinculado las acusaciones en su contra con un deterioro de su salud mental. En un video donde hace gala de sus dotes de manipulación, afirmó que la presión mediática y las críticas constantes han tenido un impacto devastador en su bienestar emocional. “Están jugando con mi salud mental, no se dan cuenta de lo que esto significa para alguien como yo que ha dedicado su vida a hacer humor y entretener”, expresó, haciendo un llamado a la empatía de sus seguidores.
La autovictimización es una táctica común en figuras públicas que enfrentan críticas o acciones legales por sus discursos problemáticos. En este caso, Ruymán parece desviar la atención de los mensajes denunciados—xenófobos y discriminatorios—hacia un debate sobre su derecho a la libertad de expresión y su propia salud mental.
Mientras que el influencer asegura estar sufriendo por la presión mediática, resulta paradójico que no muestre la misma preocupación por el bienestar emocional y psicológico de las personas migrantes a las que ataca en sus redes sociales y en el canal de whatsapp «Patrullas Guanches Canarias».
En este espacio de difusión, Ruymán y otras presonas comparten sin escrúpulos vídeos y fotografías de personas migrantes, muchas de ellas en situaciones vulnerables. Estas imágenes, que carecen de un contexto que justifique su uso, son empleadas para alimentar una narrativa de criminalización, acusando sin pruebas a estas personas de delitos graves, como robos o agresiones. Este tipo de contenido está diseñado para generar desinformación y esparcir miedo entre sus seguidores y fomentar el odio hacia el colectivo migrante.
Es especialmente preocupante el hecho de que Ruymán, quien ha mencionado su propia salud mental, no considera el impacto que estas publicaciones pueden tener en las personas que señala. Migrantes que, ya de por sí, se encuentran en una situación de vulnerabilidad extrema al enfrentarse a la xenofobia y la discriminación, ahora ven sus rostros y vidas expuestas en redes sociales y canales de mensajería, donde se les presenta como una amenaza para la seguridad pública sin que medien pruebas.
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