Los problemas de nuestra sociedad no surgen de la nada. Como cualquier otra cosa, estos problemas tienen origen en problemas subyacentes. Hay una serie de causas fundamentales de la violencia de género, que incluyen, entre otras muchas razones, la cosificación y degradación de la mujer en los medios, la cultura de la violación, las normas de género y la desigualdad.
Podemos definir el sexismo como las actitudes o comportamientos basados en estereotipos tradicionales de cómo deben actuar los hombres y las mujeres. Por lo tanto está claro que es una causa fundamental de la violencia de género. Cuando una persona se aferra a creencias sexistas, es más probable que participe o justifique la violencia contra la mujer. Una investigación reciente encontró que los hombres que tienen actitudes sexistas tienen hasta 5 veces más probabilidades de participar en intimidación y acoso sexual verbal, on líne y físico, y más probabilidades de involucrarse en la violencia en general.
Este estudio, y otros similares, ilustran cómo el sexismo puede alimentar la violencia de género. El sexismo también está conectado con el racismo; las personas que tienen tendencias sexistas son menos propensas a tener empatía o interés en otras culturas.
El núcleo tanto del racismo como del sexismo, y otras formas de prejuicio, es la creencia de que las personas existen en una jerarquía. Una persona que suscribe creencias sexistas piensa que los hombres son mejores que las mujeres. Una persona que es racista cree que los blancos son mejores que las personas racializadas. Debido a que estos sistemas de creencias comparten una ideología común, la noción de que algunas personas son mejores que otras en función de ciertas características inmutables, no sorprende que muchas personas que son sexistas también sean racistas, y viceversa.
A lo largo de la historia, las creencias sexistas han provocado daños racistas. En particular, la creencia sexista de que las mujeres blancas deben ser protegidas porque son débiles, se ha utilizado como pretexto para la violencia racista. Específicamente, los hombres blancos han cometido actos de violencia contra los hombres negros debido a la creencia de que necesitan proteger a las mujeres blancas de ellos. Este sistema de creencias es responsable de innumerables asesinatos, como el de Emmett Till en 1955, cuando solo un presunto silbido acabó con un niño negro torturado y asesinado.
Para las mujeres negras, la convergencia del sexismo y el racismo conduce a una forma de odio aún más potente, conocida como misogynoir. Esto afecta casi todos los aspectos de la vida de las mujeres y niñas negras, desde la atención médica que recibimos hasta la forma en que somos percibidas cuando expresamos nuestras emociones y la forma en que otros responden cuando somos víctimas de violencia.
Por ejemplo, la creencia racista de que aguantamos más el dolor lleva a que el trato de los profesionales médicos sea deficiente. La imagen de hipersexualización de la mujer negra, conduce a que cuando sufrimos una agresión sexual se nos atienda deficientemente y normalmente no se nos crea.
Creemos en el derecho de todas las personas a vivir libres de violencia doméstica y sexual y otras formas de violencia. También creemos que cada mujer, niño y hombre es igual, y ninguna persona está por encima de otra. Al reconocer estas realidades, podemos trabajar para poner fin a todos los tipos de violencia, incluidos los relacionados con el sexismo y el racismo.
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