sábado, diciembre 21

Me pido perdón

Foto by depositphoto.com

Estamos acostumbrados desde pequeños a disculparnos y a perdonar a los demás, a superar los  malos momentos vividos con una persona y a reconciliarnos, pero… ¿Cuándo te has pedido  perdón a ti mismo? ¿Cuándo fue la última vez que hiciste las paces con tu interior por lo mal que te  trataste? Por haber dudado de ti y de tus capacidades por lo que decían los demás o por haberte encasillado en algo que no te representa. 

Todos hemos cometido errores y no siempre nos hemos tratado bien a nosotros mismos, fuese  por ideas erróneas que nos habían inculcado o por la presión de la sociedad actual que nos  empuja a buscar la perfección, a sabiendas de que todos somos imperfectos. 

¿Cuántas veces has hecho alguna cosa que no querías porque buscabas encajar? ¿Cuántas veces  te has mirado al espejo y no te ha gustado lo que has visto? Si contamos… Seguro que  confirmamos que nos hemos rechazado a nosotros mismos más de lo que lo han hecho las  personas de nuestro alrededor. 

Y como mujer negra que ha aprendido a quererse, pido perdón a la niña que hay en mi interior,  porque no merecía que permitiese que dudara de ella. 

Me pido perdón por haber pensado que no era hermosa por ser diferente a las personas que me  rodeaban.  

Te pido perdón por las noches en las que te ibas a dormir con lágrimas en los ojos, rezando  para que al despertar tu cabello fuese liso. Te pido perdón porque no sabía cómo peinarte y  alisaba tu cabello para que fuese bonito, y eso no solo lo dañó, también te dañó. Si supieses  que tu identidad se encontraba en el cabello nunca habrías pensado en quitarte la corona y te  hubieses dado cuenta de que, a pesar de no tener el cabello largo y liso como Rapunzel, seguías siendo esa princesa de Disney que tanto querías que te representase. 

Te pido perdón por haber preferido los ojos verdes a los tuyos. Si supieses que ahora te encanta  el café hasta dudarías de que te digo la verdad. 



Te pido perdón por haber borrado la curva que hacían tus labios cada vez que sonreías, por  haber callado tu voz y roto en silencio, creía que una señorita debía tener la voz aguda y los  labios finos. Pero si te vieras ahora; cómo sonríes cuando ves que todo lo vivido te ha servido  para ser la mujer que en un pasado soñabas. Y si te escucharas, si tan solo oyeses como ríes  con tu gente y como cantas sin pensar en qué dirán, si supieses la fuerza que tiene tu voz y lo  que has conseguido al no quedarte callada, nunca hubieses dudado de que no eras femenina, de  que no eras valiosa.

Te pido perdón por haber controlado tus emociones, siempre decían que “la gente como tú” era  muy ruidosa, escandalosa. Perdona por haber frenado tu euforia en momentos donde ahora  saltas sin importar qué vayas a caer, porque la vida es como una montaña rusa y nunca debí  mitigar tus gritos de alegría al estar en la cima ni ocultar el llanto cuando aterrizabas. Pero  ahora dices lo que piensas y te expresas, y a la gente le encanta, aunque ya no buscas la  aprobación de una sociedad que trataba de representar y educarte bajo unos estándares que  no tenían que ver contigo. 

Te pido perdón por no haberte dejado bailar más, la gente decía que no estabas quieta porque  eras negra y era obvio que lo llevabas en la sangre. Ahora no paras, has bailado y actuado sin  pensar en que era algo que llevabas en la sangre y si es así, ahora lo disfrutas. 

Te pido perdón si en algún momento negué tus raíces, si te hacía actuar diferente porque querías  hacer amigos, si querías ser en algún momento ese “para ser negra no eres tan mala”. Nunca  fuiste mala y siempre fuiste negra. Y aunque todos somos el malo en la historia de alguien,  créeme, nunca fue por tu color de piel. 

Te pido perdón por no haberte escuchado más, por no haber hablado contigo y haberte dado un  abrazo cuando lo has necesitado. No eras la única, pero era difícil hablar con personas que no  podían ver más allá de su privilegio. 

Te pido perdón por creer que nadie se enamoraría de ti por tu color de piel, por pensar que tu  apariencia no era atractiva porque no entrabas en el canon de belleza, por no haber visto tu  valor, que se ocultaba tras esos ojos café que se encontraron vidriosos más veces de las que has  sentido la lluvia mojando tu cabello. Porque sí, has aprendido a establecer tus límites y ninguna  mano ignorante toca tu corona, porque no eres algo exótico, solo eres una mujer negra que  igual que la mayoría de las mujeres afro, tiene una niña pequeña en su interior que vivió una  etapa muy confusa al no saber qué la representaba o a donde pertenecía. 

Te pido perdón por ocultar tu ascendencia afro, por obviar tus raíces latinas cuando la situación  lo convenía. Si tan solo vieras la hermosa herencia que hay en ti, dudarías si eres real. 

Te pido perdón por todo lo que has tenido que soportar, muchas veces por el exterior, otras por  mí. Te pido perdón y te agradezco que hayas resistido… No llevas ni la mitad del camino, pero  si tan solo supieras que inspiras a los demás y formas parte de una hermosa comunidad  afrolatina, no dejarías de sonreír. 

Hemos sanado y ahora ayudas a sanar.

Y tú… ¿Te has perdonado?


Yovanna Blasco López

Nacida en La República Dominicana. Escritora, activista y luchadora por los derechos humanos. Estudiante de Traducción y Mediación Interlinguisitica.

Instagram: @_melaninwoman_

Email: yovibl@outlook.es Interesada en la igualdad de los derechos humanos y comprometida con la concienciación sobre las personas negras, el racismo y la cultura afro.



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