Vestirse dignamente no debería ser un privilegio
Durante años, la industria de la moda ha ignorado a los cuerpos que no encajan en sus moldes estrechos. Las mujeres de tallas grandes se enfrentan a una realidad injusta: ir a comprar ropa se convierte en una experiencia frustrante, donde lo disponible suele ser poco favorecedor, mal diseñado o directamente feo. Las prendas parecen castigar el cuerpo en lugar de acompañarlo.
En muchas tiendas, lo que se etiqueta como XL o XXL corresponde en realidad a una talla 40 o 42. Este desfase no es inocente: es una forma sutil de excluir. De decir que solo ciertos cuerpos tienen derecho a la belleza, al estilo, a la expresión individual a través de la ropa. Las demás quedan relegadas a una sección pequeña, escondida y muchas veces llena de prendas sin alma.
Mientras tanto, marcas como Zara o M...