Les prometieron a sus votantes mano dura con la delincuencia y la inseguridad, por eso hoy los barrios periféricos, donde mayormente habitamos las personas afrodescendientes en el país están hoy miltarizados 24/7. Sin embargo, delincuentes de cuello blanco -amigos y amigas del actual gobierno, casualmente- aunque acusados de lavados de activos, aunque vinculados al caso Odebrecht por lavar más de 77 millones de dólares, son protegidos por el presidente y sus secuaces quienes niegan su extradición. Se les invisibiliza en las noticias, no se habla de ellos y ellas, simplemente desaparecen con total impunidad. Aporofobia en su máximo esplendor.
Les prometieron a sus votantes mano dura a la inseguridad, pero en estos cuatro meses de gobierno en Uruguay han sido asesinadas 11 mujeres a manos de sus parejas, familiares o ex parejas varones, siempre varones. “El país se enorgullece de su respuesta al coronavirus, pero 80% de las uruguayas soportan violencia en casa”.
En las últimas semanas a raíz de la investigación de la muerte sospechosa de una adolescente de 17 años desaparecida de su domicilio, salió a la luz pública una red de trata y abuso sexual contra adolescentes al que se vinculan muchos “hombres de bien”, poderosos políticos y empresarios nacionales, con cargos políticos en ejercicio de este actual gobierno, jueces de menores, profesores, abogados. Gente con valores republicanos, que se llenan la boca con la importancia de la familia y el respeto, y los valores tradicionales, gente que impone moral desde actos cotidianos aberrantes, deshumanizadores. Y se llenan la boca con demagogia y populismos “por que somos todos iguales” “no hay que hacer diferencia entre las personas” “hablar de racismo es discriminar” o el “femicidio “profundiza la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres” porque lo único que debemos hacer las mujeres es “respetar al hombre para que ellos no las maten”. Nos quieren obedientes, sumisas, calladas silenciadas, infelices, deshonradas porque al parecer “el coronavirus fue traído por Dios para que la mujer vuelva a su lugar la cocina y el hogar de donde nunca debió haber salido”. Sí, así como lo leen.
Mientras desarman los dispositivos de atención a las mujeres, quitando los pocos recursos que se tenían para implementar la ley de violencia basada en género aprobada en 2017 que nunca, NUNCA, tuvo los recursos necesarios para ser reglamentada. Mientras nos matan, mientras la masculinidad tóxica nos ahoga en todo tipo de manifestaciones de violencia, mientras hombres en todo el territorio violan a nuestras niñas, jóvenes, adultas y mayores.
No hay límite para esta escalada de violencias. Hoy una niña de 12 años está cursando un embarazo de 28 semanas, ya no hay alternativas para ella. Acaso eso no es violencia?
Ayer un hombre amenazó a “su mujer”, mató a sus dos hijxs y luego, se quitó la vida. No la mató, pero le arrebató a sus hijxs. Acaso eso no es violencia?
Les prometieron a sus votantes un Uruguay para Todos (todos con O, generalización masculina como norma) y profundamente democrático. Sin embargo hoy en el parlamento uruguayo están sentados mayoritariamente hombres, blancos, heterosexuales, cisgénero, clase alta. Que silencian a las mujeres parlamentarias por que sí, que no representan ni a la mitad de la población, que están ahí hoy gracias a alianzas y contratos lucrativos con iglesias neopentecostales que financiaron sus campañas, que trajeron falsas esperanzas a la población, que se valieron de sus vínculos políticos y empresariales con grupos de ultraderecha directamente vinculados a movimientos neonazis, skinheads, de larga data en el país. Que ya en 1998 relataban tranquilamente «que todos tienen armas en sus casas por las dudas y que los negros e indios son basura».
Les prometieron a sus votantes democracia e igualdad. Sin embargo, desmantelaron el Departamento de las Mujeres Afrodescendientes el primer mecanismo de equidad racial de la estructura gubernamental uruguaya, conquista del movimiento afrouruguayo desde donde se desarrollaron actividades, estudios, conocimiento, sistematización de datos que por primera vez atendían las necesidades de nosotras las mujeres negras del país, que nos sacaron de la invisibilidad estadística y que trabajó en pos del reconocimiento, la justicia y el desarrollo de nuestra población. Argumentan que tener cualquier tipo de acción afirmativa es manipular a lxs negrxs para sacar rédito político, sin atender a un hecho fundamental: las acciones afirmativas son impulsadas por el movimiento negrx afrouruguayx, nadie nos manipula, nosotrxs mismxs lo impulsamos y sostenemos. Negar eso, es negarnos la capacidad de agencia transformadora, la capacidad crítica y de acción política. Mientras, en el senado se soban unxs a los otrxs el lomo diciendo que “Estamos orgullosos de nuestros africanos. La población africana y particularmente de la zona fronteriza y particularmente en nuestra frontera es mucha de origen brasileño, porque en Uruguay se cultivó la libertad de vientres mucho antes que en muchas naciones vecinas”. La extranjerización que se sigue reproduciendo en el discurso neoliberal y fascista de nuestro pueblo AFROURUGUAYO refuerza la idea tácita en que se mueve el racismo a la uruguaya: de que no somos de acá, no pertenecemos al país, no somos conciudadanos. Nos niega el derecho a la nacionalidad, a la identidad.
Dicen que confundimos “humor” con grosería, porque al parecer decir que debemos agachar la cabeza y sacudirnos la dignidad siempre que algunx quiera divertirse. En el senado uruguayx se hace apología de la violencia racial, se hace apología de la violencia machista, se hace apología de cualquier manifestación de violencia física, simbólica, verbal, psicológica o material hacia las mujeres y disidencias, negrxs,pobres, en el senado uruguayx el nivel de debate es deplorable y deja mucho que desear.
El racismo recreativo aparentemente inofensivo ha calado profundamente en las narrativas de la derecha uruguaya con su correlato mundial como puede verse en las parodias al asesinato de George Floyd que recorren pantallas de tv y la world wide web.
El discurso nacionalista está impregnado de una supremacía blanca que al uruguayx promedio le parecía inimaginada, pero que, para nosotrxs lxs afrouruguayxs y charrúas ha sido siempre indiscutiblemente claro. Ahora todxs son George, todxs defienden la causa racial, todxs convocan a manifestaciones de repudio. Quiero ver qué postura vuelven a tomar con las cuestiones étnico-raciales cuando este caso deje de ser Trendic Topic, o cuando seamos los afrouruguayxs quienes denunciemos (nuevamente) algún acto racista en territorio nacional. Van a movilizarse? Van a seguir siendo antirracistas? seguramente no, porque seguramente en estos días y a expensas de Floyd hayan acumulado suficientes fotos con carteles, luciendose con frases hechas como para demostrarse buenxs ciudadanxs.
Hoy en Uruguay utilizan los medios de comunicación y las redes sociales para manipular los datos e incluso la historia, se aprovechan de hechos a todas luces escandalosamente racistas para reafirmar y justificar el Genocidio Charrúa. Un ex presidente y un futuro profesor de historia han dado cátedra de ignorancia al respecto diciendo que a los indígenas “no se les mató por ser indígenas, por eso no fue un genocidio. Si no que se les mató por no ajustarse a las normas civilizatorias ni dejar el nomadismo”, aducen además, que “los charrúas que murieron en las batallas por la independencia del país no fueron más de treinta”. Bien, señorxs, usemos la lógica: la forma de vida u organización social y política es un rasgo étnico-racial y por tanto perseguirlxs o matarlxs por ello es un criterio genocida. Es persecución, es genocidio. PUNTO.
#YONOLOSVOTÉ
Fernanda Olivar
Antropóloga Social
Especialista en Políticas Sociales
Integrante del Colectivo Mujeres y discapacidad.
Docente universitaria Tallerista en afrodescendencia y derechos humanos.
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