Nacida solo dos años después del fin oficial de la esclavitud, Madam CJ Walker superó la adversidad para convertirse en una de las primeras millonarias femeninas de Estados Unidos. Hacia 1920, había capacitado a más de 23,000 agentes de ventas y trabajadores para vender sus productos pioneros para el cuidado del cabello negro. Pero ella hizo más que enseñarnos la importancia de la empresa. Ella nos enseñó a amar nuestra belleza.
El pasado 23 de diciembre se cumplió el 151 cumpleaños de Sarah Breedlove, conocida como Madam CJ Walker. Walker, nacida en Delta, Luisiana y de ex esclavos, fue la primera hija de su familia que nació en libertad. El comienzo de su vida durante esta era simbolizaba la destitución y el caos, las ambiciones y las promesas de un nuevo comienzo. Años después, miles de personas conmemoran sus contribuciones a la sociedad. Más de un siglo después, es notable tener en cuenta lo que hace que el legado de Walker sea siempre relevante.
Walker nació en un mundo de recolección de algodón bajo un sol abrasador junto a su familia. Los logros de Walker, en una América racista, son incomparables. En 1905, descubrió un tratamiento para curar su pérdida de cabello, llamándolo como el «sistema Walker». Walker utilizó un enfoque personal para sus ventas, viajando de puerta a puerta para vender sus productos y reclutar mujeres negras para convertirlas en comerciales de la Madam C.J. Walker Manufacturing Company. Ella proporcionó oportunidades de hacer una carrera profesional e independencia económica a miles de mujeres negras que anteriormente servían como criadas, cocineras, costureras y trabajadoras agrícolas. Viajó a países como Haití, Costa Rica, Panamá y Cuba, entrenando y empleando a miles de especialistas del pelo Walker en todo el mundo. Las mujeres negras aprendieron de emprendimiento, propiedad y capital. Cuando murió, su fortuna era de más de 600.000 $, valorada en más de 6 millones dólares con el valor de hoy.
Walker al prncipio no tenía dinero, pero tampoco tuvo seguridad en su propia belleza. Más allá de su fortuna, estaba acosada por una sociedad que no la valoraba e intentaba definirla negativamente. Ella fue constantemente bombardeada con mensajes desde el Sur de posguerra que ridiculizaban sus rasgos. A raíz de esta realidad, surge una pregunta: ¿cómo nos valoramos más allá de lo que incluso el dinero nos puede ofrecer?
La carga de la mirada de la sociedad es aquella que, como Walker y otros de la época, muchas mujeres negras siguen soportando. El legado de la discriminación contra las mujeres negras clava sus raíces en las imágenes racistas de una historia colonial. Hoy en día, este legado todavía suena cierto. En la era actual de la tecnología y las redes sociales, a las mujeres negras se les dice cada vez más quiénes son, qué valen y quiénes deberían ser.
Cuando Forbes colocó a la personalidad de la prensa rosa y de la realitys Kylie Jenner en su portada de julio, la revista la llamó «la multimillonario más joven de Estados Unidos hecha a si misma». Este uso de la frase, siempre polémica, «hecha a sí misma», para muchos, provocó un interrogante: ¿Qué significa hecha a si mima? Para los estadounidenses negros y pobres, seguramente no significa nacer en una familia rica y famosa. Sin embargo, para la señora C J. Walker, el hecho de ser «autodidacta» significaba incluso más que usar sus propios recursos, significaba crear una sociedad en la que las mujeres negras tuvieran el poder de crearse a sí mismas. En una sociedad que capitaliza la cultura negra y las características negras mientras elimina su orígen, los productos de Walker tuvieron más peso que simplemente el económico. Estos productos significaron la redefinición de los estándares negros de la belleza, y la capacidad para que las mujeres negras florezcan. El activismo emprendedor de Walker permitió que las mujeres negras se hicieran a si mismas por derecho propio.
Conocerse significa apreciar tanto los obstáculos como los triunfos. Walker no se alejó de su pasado, lo llevó con ella. En la 1912 en la Conferencia de granjeros negros en Tuskegee, Alabama, Walker habló de su emprendimiento empresarial no simplemente en términos de su éxito personal, sino también de su confianza en los trabajadores agrícolas negros para triunfar. En el mismo año, en la Convención anual de la National Black Business League en Chicago, afirmó: «no me avergüenzo de mi pasado… No me avergüenzo de mi humilde comienzo… He construido mi propia fábrica en mi propia tierra». Ella fundó un imperio. Un imperio que representaba el empoderamiento de la comunidad.
Walker estaba preocupada por las plagas que asolaban la comunidad negra en su época. Preocupada por los linchamientos. Preocupada por las escuelas segregadas. Sintió que su primera lealtad era para su comunidad. Por eso, su emprendimiento se sincronizó con esa lealtad.
¿Cómo honramos el legado de Walker? ¿Cómo seguimos recordándola no sólo por su empresa, sino por su invaluable dedicación a su comunidad? Al enseñar nuestra historia, podemos admirarla no sólo por su fortuna, sino por su esencia altruista. Podemos practicar el cuidado personal. Podemos apoyar a las empresas de propiedad negra. Podemos animar a nuestras jóvenes niñas negras a perseguir sus sueños, sin importar cuán grandes sean. Podemos esforzarnos por elevar nuestros propios estándares de belleza. Y hoy, podemos llevar la historia de Walker con nosotras, recordando, ante la adversidad, lo que significa amarnos a nosotras mismas. A medida que afrontamos los desafíos cotidianos, recordamos que la definición de nuestra propia belleza, autoestima y nuestros propias modelos, siguen siendo pertinentes hoy en día.
Así que, gracias, señora C. J. Walker. Hoy, recordamos sus metas, sueños y aspiraciones, ya que nos recordamos la importancia de atesorar las nuestras.
Lindsey Norward
Universidad de Nueva York
Este artículo ha sido publicado originalmente en True Culture University y traducido por Afroféminas gracias a un acuerdo de colaboración.
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