Si estás familiarizada con el discurso feminista en redes, es probable que hayas hayas oído una expresión cada vez más común: el feminismo blanco. A veces, incluso se agrega un logotipo de marca comercial para enfatizar. El término feminismo blanco se ha convertido en la abreviatura de ciertas fallas dentro del movimiento feminista; de mujeres con un grado particular de privilegio que no escuchan a sus hermanas más marginadas; de mujeres con un grado particular de privilegio hablando sobre esas hermanas; de mujeres con un grado particular de privilegio centrando el movimiento en torno a cuestiones que caen dentro de su propio rango de experiencia. Originalmente, el término Feminismo Blanco fue utilizado por Mujeres racializadas para abordar el racismo dentro del movimiento feminista, una crítica necesaria y válida.
Aunque las mujeres blancas se encuentran en desventaja personal y política debido al orden social existente que se construye sobre la misoginia, también son beneficiarias del racismo institucional, lo quieran o no. Incluso las mujeres blancas con una política firmemente antirracista no pueden optar por no beneficiarse del privilegio blanco de las mujeres blancas que reciben una mayor visibilidad en los medios que nosotras, o de una brecha salarial más amplia para las Mujeres racializadas, pasando por una probabilidad significativamente mayor de violencia policial que da forma a la realidad vivida de las mujeres negras. Así es como funciona el privilegio blanco. Vivimos en una cultura cargada de racismo, con una gran parte de la riqueza de nuestro mundo derivada del tráfico de esclavos. Al igual que la misoginia, lleva mucho tiempo y pensamiento consciente desaprender el racismo. Es un proceso de aprendizaje del cual nunca nos graduamos completamente. Las mujeres racializadas que desafían el racismo dentro del movimiento feminista nos brindan a todas la oportunidad de desconectarnos conscientemente del comportamiento recompensado por el patriarcado supremacista blanco.
Sin embargo, la frase Feminismo Blanco ya no es utilizada exclusivamente por Mujeres Racializadas para desafiar el racismo que enfrentamos. Últimamente, se ha vuelto habitual para las feministas blancas atacar a otras feministas blancas con las que no están de acuerdo por encarnar el feminismo blanco. Los blancos han comenzado a atacar a otros blancos por … ser blancos. No me jodas. En un artículo de la revista Vice , algo irónicamente, Paris Lees lamenta que «las feministas blancas tengan las plataformas de medios más grandes …». La artista Molly Crabapple, con una plataforma de medios e ingresos considerables (a menos que firmar con Samsung fuera un acto de caridad), tuiteó para descalificar las opiniones de las «señoras blancas elegantes» por motivos de privilegio. Pero, desde yo donde estoy, tanto a Paris como a Molly se las ve bastante cómodas.
En lugar de amplificar las voces de Mujeres Racializadas, o usar su plataforma para resaltar la intersección entre raza y género, varias feministas blancas de izquierdas han secuestrado una crítica del racismo para reforzar su propia imagen como progresistas, como el tipo correcto de feminista, no feminista blanca. Pero la cooptación del análisis del racismo por parte de las Mujeres Racializadas dentro del movimiento feminista es exactamente el tipo de comportamiento que se creó para evitar la frase «feminismo blanco». Los blancos que critican el «feminismo blanco» perpetúan el privilegio blanco. Priorizar su propia imagen sobre la lucha antirracista liderada por Mujeres Racializadas es, en el mejor de los casos, narcisista, en el peor racista. Estas acciones apoyan la noción de que el racismo que enfrentan las Mujeres Negras es un tema secundario, no una preocupación principal, dentro del movimiento feminista.
Las mujeres blancas que usan el «feminismo blanco» como un palo con el cual golpearse entre sí, y no como un indicador para considerar su propio racismo, son la blanquitud en su máxima expresión. En la prisa por «borrar el privilegio», las feministas blancas se convierten en la temida feminista blanca al apropiarse indebidamente de las palabras de sus hermanas marginadas para su beneficio personal.
Texto traducido por Afroféminas publicado originalmente en Sister Outrider.
Claire Heuchan es una afrofeminista escocesa y editora del blog Sister Outrider leído en todo el mundo y traducido a varios idiomas. Claire tiene el título en Estudios de Género en la Universidad de Stirling. LLeva 25 años desarrollando su trabajo en torno al cuerpo negro femenino y ha escrito varios ensayos.
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