domingo, diciembre 22

Mirando hacia otro lado

CSA-Printstock | Getty Images

Después de la Segunda Guerra Mundial junto con la revolución científico-tecnológica el mundo tal y como lo conocíamos se transformó. Nació una nueva moral, una nueva política, una nueva ética y una nueva visión. El colonialismo de entonces, junto con el sistema económico expansionista desembocó en el mundo globalizado y eurocentrado en el que vivimos hoy en día. Vivimos interconectadas y sujetas a ciertas instituciones internacionales pero ¿qué significa realmente esto? ¿Realmente vivimos en tiempos de paz como dicen?

Hace unos años la ONU publicó en un informe que declaraba que estamos en el período de paz más largo de la historia y que íbamos rumbo hacía un período de tranquilidad global. Si bien es cierto que hay menos gente que nunca muriendo de hambre o que hay menos guerras, normalmente esos datos son relativos con unas comparativas muy finas y criterios muy borrosos.

Actualmente tenemos que hacer frente a guerras económicas, guerras de la información, terrorismo indiscriminado, conflictos territoriales, estados fallidos, desigualdad brutal, feminicidios, violencia de género, falta de calidad de la democracia, nacionalismos al alza y la emergencia climática que amenaza a toda la humanidad, entre otros peligros. 

Uno de las amenazas para esta paz aparente es la oleada migratoria, el racismo, el sexismo y todos esos valores de represión que cubren Europa y a los gobiernos internacionales. Porque tal y como se nos presenta el mundo parece estar dividido entre norte y sur, Occidente y Oriente, el primer mundo y el tercer mundo; la civilización y la incivilización. 

Desde 1492 se lleva enseñando el mundo desde una visión Europea con una supremacía del hombre blanco. Se impusieron los valores europeos y la política occidental a otras regiones: se les robó su identidad. Así continuó durante siglos mientras que el hombre europeo empezaba a dominar el mundo. Después de la revolución industrial se usaron las colonias para dejar los excedentes y beneficiarse de los productos de otros países. Se impuso el sistema económico, se impusieron fronteras, se produjeron genocidios… Se colonizó el mundo y se usó a las colonias como simples instrumentos para conseguir más poder y riqueza.

Estos mismos valores siguen tiñendo hoy nuestro sistema. Estos gobiernos internacionales miran por sus propios intereses olvidando los de los demás países. Su hambre de poder les hace imposible ver la desigualdad entre naciones. Estamos continuamente pensando en crecimiento económico de los países occidentales, olvidando las necesidades fuera de Occidente. Olvidamos que de su triste historia nace su terrible presente y que de la pobreza de estas naciones sale nuestra riqueza.

Habiendo condenado a esta gente a la pobreza, criminalizamos el hecho de que vengan a nuestros países en busca de una vida mejor, en busca de igualdad y dignidad. La crisis de los refugiados de 2008 desbordó la política europea y actualmente hay más de 70 millones de refugiados en el mundo. Occidente ha respondido con nacionalismos extremos y xenofobia sin olvidar el difícil sistema burocrático que dificulta el proceso a los migrantes y los instrumentaliza.

¿Nos quieren fuera? ¿Nos quieren pobres? Es increíble pensar que con todos estos conflictos vivimos en tiempos de paz. Este mundo interconectado es profundamente desigual donde los máximos beneficiarios son los occidentales. Hay que pensar bien que significa paz, porque seguimos repletos de una cultura injusta y desigual. Hay que pensar también en donde hay paz porque es hora de mirar más allá de Europa. El mundo no se reduce a Occidente.

Estamos más comunicadas e informadas. Podemos recibir noticias de todo el mundo a tiempo real y tenemos constancia de las enormes dificultades a la que nos enfrentamos, pero seguimos sin hacer nada. Veneramos las estatuas de Colón, reímos los chistes racistas, animalizamos el cuerpo de mujeres negras… todxs miramos pero no hacemos nada. Todas las naciones miran y no hacen nada. Mientras tanto, hay más gente saliendo a las calles y protestando por nacionalismos que por la liberación negra o por la femenina.


Lara Dias Santos

Estudiante de filosofía, política y economía en Barcelona, escritora y activista.

Barcelona


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