Este artículo surge a partir de mi experiencia en múltiples visitas que he realizado en algunos museos de Europa. Una de las más tremendas para mí fue cuando visite el Rijksmuseum en Ámsterdam en 2018. Allí encontré una obra que derivó en un creciente interés por observar más los títulos que la escena. Se trataba del Retrato de Margaretha van Raaphorst (1668), donde según la audio-guía del museo, la utilización de personas negras en sus retratos era parte de una tradición de la aristocracia francesa del siglo XVI. En particular en este cuadro era para contrastar el color de piel de Margaretha con el de su esclava y recalcar su blanquitud exagerada.
En 2016 el Rijksmuseum propuso cambiar los títulos de alrededor de 200 obras ya que muchas resultaban ofensivas. Se convirtió en el primer museo europeo en adecuar los títulos de obras con personajes negros, pero esto causó diversas opiniones en contra porque implicaba la reconfiguración de la historia. La idea era evitar “nombres dados por blancos al resto de los individuos”, la obra mencionada anteriormente entró en este proyecto; su nombre original había sido «Margaretha van Raaphorst con sirviente negra», sin embargo, había un contraste con la descripción que daba el museo, ya que continuaba siendo ofensiva y despectiva, no solamente había borrado el personaje del título sino que seguían recalcando el poder de las personas que los estaban esclavizando.
Algo en mi interior siempre se despertaba cuando obras de arte donde aparecen personajes afrodescendientes no tienen nombre, ni gran relevancia, ni siquiera un reconocimiento. Se repiten ciertos cánones en las obras con estereotipos y a su vez caen siempre en la imagen del esclavo. Parece que durante largo tiempo la historia del arte y sus fichas museográficas se quedaron congeladas en un tiempo esclavista.
En este texto me concentraré dentro del territorio francés, porque este año ha surgido la problemática del reconocimiento de comunidades negras dentro de la historia del arte en las instituciones artísticas parisinas como el Musée d´Orsay.
Antecedentes de la esclavitud en los territorios franceses:
Durante dos siglos, la trata de esclavos estuvo presente en Francia. En 1791 estalló una gran rebelión de esclavos en la colonia francesa Saint Domingue (actualmente Haití) y como consecuencia la Asamblea Nacional Francesa proclama la abolición de la esclavitud en todas las posesiones francesas. Sin embargo, Francia continuaba siendo un país con cierto tipo grandeza ante aquellos que habían torturado.
En 1802 el 12 de mayo Napoleón Bonaparte tomó la decisión de restaurar la esclavitud, con ello, continuó la lucha en Haiti y en 1804 se declaran los esclavos victoriosos. Se convierten en la primera república negra independiente del hemisferio occidental. Esto hizo temblar los cimientos del Imperio, porque dio esperanza para aquellos que la habían perdido.
El gobierno francés prohibió en 1819 la trata de esclavos y finalmente, en 1848, el 27 de abril se proclama la abolición de la esclavitud en las colonias francesas.
Siglo XIX-XX; Los modelos negros en la historia del arte occidental
Con el paso del tiempo la comunidad negra se había hecho presente en los territorios franceses gracias a la enorme trata de 200 años. A pesar de ello los cuerpos negros estaban marcados por el pasado. Dentro del arte durante el siglo XIX y XX artistas franceses como Manet, Cezanne, Matisse, Rousseau, utilizaron modelos negrxs en sus obras, mostrándolos siempre como los esclavizadas o exóticas.
Estas producciones plásticas tienen una mirada de otredad imposible de negar. Son utilizados para ser “retratados” como aquellos que sirven, provocando que siguieran viéndose ante los demás como un tipo de objetos más que como seres humanos. Esto se refleja en los títulos ya que eran el negro, el mulato, el sirviente, el esclavo, etc. Nunca se les dio un nombre, fueron personajes olvidados.
La reivindicación de la historia del arte en Musée d´ Orsay en la identidad negra.
Recientemente el Musée d´Orsay ha decidido “incluir” a la comunidad negra. Se trata del proyecto «Parisinos negros» que consiste en destacar los nombres de modelos, intérpretes y escritores presentes en importantes obras de arte francés del siglo XIX y principios del siglo XX. La exposición lleva el nombre «Le modele noir” (el modelo negro) y pretende dar una identidad a aquellos a que les fue arrebatada.
Dentro de la selección de obras que se ha confirmado encontramos títulos como: The captive Slave por John Philip Simpson, Black Man Sculpture y African Venus por Charles Cormier, Portrait Joseph por Gericault, Afiche de Paul Colin, L´Asie de Matisse, Le beau serpente de Rousseau y Olympia de Manet. Su representación en las obras gira alrededor de seres accesorios, exóticos, impregnados de estereotipos y formas de ver peyorativas.
Personalmente me parece un ridículo intento de justificar (casi dos siglos después de la gestación de estas obras de arte) el papel de artistas como Manet, Matisse o Cézanne, en la visibilización de la población afrodescendiente de aquella Francia. ¿Pero realmente es un intento de visibilización dentro de instituciones artísticas como el Orsay, para aquellos que nunca tuvieron un nombre?
Más bien parece un intento de una lectura contemporánea a lo exhibido dentro del propio museo. En sus salas abundan las obras del Salón de los rechazados del siglo XIX, y ahora buscan demostrar ser una vez más un espacio para negados.
La invisibilidad tan visible.
Pero quería hablaros de un lienzo en particular, Olympia creado en 1863 por Édouard Manet. Aunque habían pasado dos décadas de la abolición de la esclavitud, este cuadro nos muestra bien claro que se continuaba mostrando a la comunidad negra en una posición servil y denigrante.
La descripción del Musée d´Orsay dice de Olympia:
“Manet reinventa el tema tradicional del desnudo femenino a través del juego de una pintura franca y sin compromiso. La odalisca con la esclava negra, traduce ante todo pictóricamente la frialdad y el prosaísmo de un tema muy contemporáneo. La Venus se convierte en una prostituta que mira con desafío al espectador. Fue considerable la violencia de las reacciones suscitadas por este cuestionamiento del desnudo idealizado, fundamento de la tradición académica…”
El crítico/espectador se concentró más en mirar el cuerpo desnudo que el cuerpo reprimido. Esto no es gratuito. En aquella época causaba sensación la mujer desnuda en primer plano, pero se asumía con total normalidad el servicio de personas negras, casi esclavas, para blancos. Se usaba el estereotipo de la sirviente negra a pesar de que la esclavitud había sido abolida hace dos décadas. La sociedad occidental había normalizado la posición de servilismo de la población negra. Una huella esclavista había impregnado sus pieles.
La mujer del primer plano es Victorine Meurent, quien había sido musa de pintores como Degas y Stevens. Se especula mucho sobre ella, sobre todo de su inclinación hacia los ambientes nocturnos parisinos y que era pintora.
Pero a mí quien realmente me interesa es la mujer negra que se encuentra detrás. La muestran como un objeto, una propiedad. La represión hacia su cuerpo contrasta con la mujer blanca desnuda. Una pista la da la forma en que lleva el cabello cubierto, reminiscencias de las leyes coloniales que exigían que las mujeres negras llevaran el su cabello oculto, cubriéndolo con un paño de tela. Reprimir los cuerpos negros para mantener el oren social.
Por otra parte, hay fuertes contrastes en la obra, ante la exhibición de un cuerpo desnudo vs un cuerpo oculto. Si hubiera sido la mujer negra la que apareciera desnuda la conmoción hubiera sido total. Hay que tener en cuenta que los cuerpos negros (sobre todo femeninos) eran considerados peligrosos, tentaciones.La culpabilidad de su corporeidad asociada al mal.
La historia a querido que Manet la salvara del olvido gracias a su libreta de modelos. En esa libreta el pintor francés la menciona como “Laure, una negra muy bella” y esto al menos ayuda a darle un nombre. Los investigadores descubrieron que esta mujer vivió en un barrio de obreros y comerciantes, también que vivían muy cerca el uno del otro y que Manet había realizado diversos bocetos de ella.
Se dice de esta obra que rompió con la representación exótica, pero personalmente pienso lo contrario ya que continúa teniendo todos los estereotipos impregnados en ella, continúa siendo la otra. Aunque se trató de ponerla como una mujer que solo estaba trabajando, continuaba teniendo cierta imagen represiva. No hay que olvidar que se encuentran en un momento histórico muy concreto caracterizado por las diferencias de clases por el color de piel.
Del anonimato al reconocimiento
En conclusión, dándole una lectura contemporánea, todos estas obras que serán expuestos en aquellas salas, esperan ya no entrar en los estándares de supremacía creados durante largo tiempo. Estos niveles quedaron en el pasado porque ahora hay una comunidad negra que exige un reconocimiento.
Durante dos siglos es cierto que pasaron como anónimos y saberlo es el primer paso para entender cómo la historia contribuyó a los estereotipos, discriminación y represión. También debemos ser conscientes de que la historia no se puede cambiar solo por modificar un nombre. Aquella huella permanecerá, la historia del arte debe reconocer y mostrar un respeto con aquellos que fueron reprimidos.
Las fichas en el museo se mantienen con aquellos nombres que se vuelven anónimos, con aquellos que nunca sabremos quienes fueron, pero que nos dejaron un reflejo de su dura vida para reflexionar sobre todas las dificultades sociales que vivieron y que, pase lo que pase, esa historia no se puede volver a repetir. No volverá a repetirse.
Elizeth Urmeer
Estudio Historia del arte en la Universidad Iberoamericana en la CDMX, hice un grado de arte en la Universidad Complutense de Madrid, tengo experiencia en el campo de curaduría de arte contemporáneo en México y mi linea de investigación se centra en los estudios de África y el Caribe dentro del arte y moda.
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