Salgo de casa, es temprano y tengo ganas de pocas tonterías. Entro en una cafetería de mi barrio. El camarero, que apenas conozco, me da conversación e intenta ser simpático:
–Tengo muchos amigos negros, casi se puede decir que me siento negro. Me encanta la música negra.
Me marcho. Ya me han fastidiado la mañana. Llego muy tarde al trabajo. Tendré que llamar a un Taxi. Para darme tema de conversación:
-Que bien hablas español. ¿De dónde eres?
-Soy española, he nacido en Granada.
La conversación termina ahí. Cuando alguien me dice que hablo bien español y me pregunta de donde soy, lo que insinúa es que los negros son estúpidos y además que no hay negros españoles.
Ya en el trabajo, primer café de la mañana. El pesado que hace semanas que intenta ligar conmigo:
-No tienes nariz de persona de color. ¿Eres mulata no? No suelen verse negras tan bonitas.
-¿Insinúas que mi piel negra equivale a ser fea, y que ser blanco es ser guapo? Pues en tu caso esa regla no funciona.
Hora de comer. Me voy al restaurante de al lado. Una nueva compañera que ha venido a comer conmigo:
-¿De dónde es tu familia?
-De Granada
-No pero me refiero de donde han venido.
-De Granada, Andalucía.
-Ya me entiendes. ¿De que país de África?
-De un país llamado Colombia. De América. A mis antepasados los llevaron allí los tuyos. Con cadenas.
Está visto que hoy no es mi día.
Vuelvo en el Metro. Unas adolescentes no paran de mirar mi cabello. Una me dice:
-¿Tu pelo es,… tan raro! ¿Puedo tocarlo?
Miro con cara de enfado ¡pero lo toca! Estoy alucinando.
-¡Que rizos! Es tan suave. Nunca lo hubiera pensado. Parece…
-No lo digas. Tienes tu mano en mi cabello. Por favor estás invadiendo mi espacio.
-No hace falta ponerse así. Tenía curiosidad (risitas estúpidas)
-Cuando tocas mi cabello me estás diciendo que es exótico y no es normal. Es como acariciar a un animal. Es simplemente deshumanizante.
No exagero, no miento, no me hago la víctima. Estos puede ser los comentarios de un día cualquiera en la vida de una mujer negra en este país. Y me quedo corta. No he puesto miradas, sesgos, sospechas y mucho más.
¿Las razones? Una solo, el racismo.
Elvira Swartch Lorenzo
Colaboradora habitual en Afroféminas. He trabajado de todo. Hija de migrantes afrocolombianos.
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¿En serio? ¿La gente cómo puede ser tan inconsciente? Qué alienante… Mucho ánimo y fuerza. Saludos.